Goloso, feliz, saboreando la explicación, dice Horacio Verbitsky que “estamos frente a una derecha con capacidad electoral”. Se relame, evoca la “oligarquía”, abre el clásico paraguas con que el peronismo soporta los baldazos de sangre que le llueven de su propia historia y la salpica para todos lados. No tiene, su declaración, el tono engolado y vacuo de un Aliverti. Se sabe que Verbitsky es otro nivel de manipulación y de servicio, pero aún así se le ve el hilito de baba roja que le cae por el costado del labio.
Con ese resaltador que aplica en sus textos y declaraciones sobre “la derecha”, él y gran parte de los responsables del fracaso de este país quedan nuevamente al amparo del texto oscuro de un relato criminal, ocultos en la letra escrita sobre cuerpos ajenos. Porque en eso no se equivocan: ellos mandan, los muertos son siempre otros.
¡Qué alivio, entonces, saber que esa multitud bajo la lluvia dio vida nuevamente a “la derecha”! Con semejante enemigo a las puertas del poder, quién le va a preguntar a Verbitsky por los pibes que mandaron a la muerte cuando ordenaron la contraofensiva de 1979. Quién le va a pedir que asuma sus responsabilidades políticas en las matanzas y delitos de los que participó como segundo jefe de inteligencia de la organización peronista Montoneros. Quién va a husmear en su pasado, en lo que hizo bajo la dictadura, quién se va a preguntar por sus relaciones con la Fundación Ford, sospechada de vínculos con la CIA.
¡Qué bien le hace al peronismo en este momento delicado saber que ‘la derecha” está nuevamente ahí, como un “gorila” al acecho! Quién se interesaría ahora por Isabel, por López Rega, por la Triple A, por Firmenich, por Galimberti, por Menem, por los Alsogaray, Spadone, Vico, Yoma, Manzano, y todos los que “combatieron al capital”. Quién va a recordar que en 1983 el peronismo proponía legalizar la autoamnistía que se habían declarado para sí los militares. Quién va a investigar porqué el peronismo no quiso integrar la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)
¡Qué bueno saber ahora, gracias a “la derecha” en la marcha, que todos los que la atacaron y criticaron son “la izquierda”!. D’Elía, Milani, Berni, Agustín Rossi, Pichetto, Diana Conti, De Vido. Tenía algunas dudas sobre Aníbal Fernández, que huyó de Quilmes en el baúl de un auto y trabajó, cobrando siempre del Estado, encubierto en el menemismo, el duhaldismo y el kirchnerismo, pero ya no. Me inquietaba también el pasado de algunos buchones de la dictadura, como el sindicalista Gerardo Martínez, de la Uocra, a quien Cristina reconoce cariñosamente como “Gerardo”, pero ahora sé que en realidad no denunciaba a sus compañeros albañiles, sino que los infiltraba en las cárceles de la dictadura para que, si sobrevivían, dieran testimonio de lo que se padece en las sesiones de tortura.
¡Ahora entiendo todo! Es “la derecha” en las calles la que impide que coman y se mueran los chicos desnutridos del Norte y del Conurbano. Son ellos los que no le permiten a los “pibes para la liberación”, que gobiernan desde hace treinta años, a los de antes y a los de ahora, Saadi, Juárez, Guzmán, Menem, Insfran, Puerta, Alperovich, Romero, Urtubey, Capitanich, hacer la revolución alimentaria. ¡Y comprendo al fin por qué Néstor y Cristina defendieron la convertibilidad, apoyaron la privatización de YPF, y necesitaron acumular millones de pesos, dólares, hoteles, departamentos, trabajando sólo de empleados públicos! ¡Seguramente estaban por distribuir esa riqueza cuando apareció otra vez “la derecha”!
Una pena. El proyecto de reparto se va a demorar, ahora hay que invertir en la campaña electoral. La justicia social tendrá que esperar un poco más. Mientras tanto, acá, a “la izquierda”, en Aerolíneas, en cada lugar donde haya una caja y se recaude, seguimos militando. Pagan bien, y el laburo es sencillo. Se trata de hablar en nombre del “pueblo”, de decir y escribir que, a pesar de todo, “seguimos luchando”, y que la culpa de todo la tiene “la derecha”.
*Periodista.