“Te juro por los huesos de mi viejo que los Kirchner jamás se acordaron de él. Sólo quisieron utilizarlo, con un oportunismo repugnante.” El que habla con emocionada indignación es Marcelo, hijo de don Jorge Cepernic, el ex gobernador de Santa Cruz. Más implacable aún, recuerda: “No acepté que lo velaran en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno para evitar el circo y la prepotencia de las patotas”. Jorge Cepernic falleció hace setenta días a los 95 años. Este honesto descendiente de inmigrantes eslavos, hombre de campo y piloto de avión, el 25 de mayo de 1973 fue elegido con el 47,9% de los votos como uno de los jefes de Estado provincial más cercano a esa franja de la izquierda peronista llamada “camporismo”, junto al gobernador mendocino, Alberto Martínez Baca, y su par salteño, Miguel Ragone. La reacción de su hijo Marcelo fue en respuesta a un mensaje de Cristina Fernández de Kirchner. El Día de la Primavera, la Presidenta recordó afectuosamente a Cepernic y aprovechó para fustigar al ex fiscal Julio Strassera porque en su momento no hizo lugar a un hábeas corpus presentado a favor del ex gobernador santacruceño. “Es infame lo que hicieron. Mi padre jamás me manifestó resentimiento hacia Strassera. No tengo reproches para hacerle. Respeto su coraje al haber aceptado ser el fiscal del juicio a las juntas, cuando aún había peligro de más golpes de Estado”, agregó Marcelo Cepernic. Y recordó que le resultó muy difícil conseguir abogados para que presentaran aquel hábeas corpus para su padre secuestrado. “Debo agradecerles a dos radicales, Héctor Fadul y Marcelo Castrodassen, que junto a Luis María Aguilar Torres se pusieron a total disposición de la familia.”
El ex diputado Rafael Flores, quien sí presentó cantidad de hábeas corpus desde el CELS, recordó que el matrimonio K jamás se preocupó por los presos políticos porque estaban ocupados en hacer crecer su fortuna, quedándose con las viviendas de muchos que no pudieron pagar sus créditos hipotecarios gracias a la tablita de Martínez de Hoz.
Buscar información en Santa Cruz implica descubrir el permanente doble discurso de los Kirchner en varios temas pero, sobre todo, en lo que tiene que ver con una defensa de los derechos humanos que hoy reinvindican. Otro caso más, a modo de ejemplo desconocido a nivel nacional, es lo que ocurrió con la ley que estableció el 24 de marzo como Día de la Memoria. El proyecto de los diputados provinciales Argentino “Cococho” Alvarez y Carlos Pérez Rosetti (PAIS-Frepaso) en su segundo artículo establecía “instruir al Consejo Provincial de Educación” para explicar en todas las escuelas las consecuencias del terrorismo de Estado e “incentivar entre los alumnos los hábitos y las conductas democráticas”.
El bloque del oficialismo kirchnerista, que integraban Cristina, Carlos Zannini y Héctor Icazuriaga, se negó a aprobar ese artículo porque no querían “provocar” a las familias militares radicadas en la provincia a la que pertenecen muchos de los docentes y estudiantes. La ley 2.440 finalmente fue promulgada por el gobernador Néstor Kirchner y su ministro de gobierno, Daniel Varizat, sin esa obligación de dar clases alusivas a los crímenes de lesa humanidad. Otro dato sobre el patético oportunismo utilitario con que hoy se utilizan los derechos humanos. Ocurrió el 5 de julio de 1996. Ya habían pasado 13 años desde la restauración democrática y el kirchnerismo aún no se atrevía a dar un paso tan modesto. Durante la dictadura no habían movido un dedo y, después, ni una misa promovieron en recuerdo de los desaparecidos. Julio Strassera fue fiscal del juicio a la juntas militares y amenazado de muerte en infinidad de ocasiones 11 años antes de que los Kirchner se negaran a irritar a familias de militares santacruceños.
Ese Frente para la Simulación que han construido, reescribiéndolo todo para mostrar un heroísmo que no fue, tal vez sea (junto con la hipercorrupción) la principal debilidad del proyecto pingüino, que en el plano económico y administrativo tiene éxitos innegables. La fabulación permanente los obliga a pegar cambios de frente tan espasmódicos que, muchas veces, ni siquiera les da tiempo a sus propios funcionarios para readaptarse al discurso que se adoptó cinco minutos antes, en las antípodas del anterior.
Néstor K en las tribunas festejando el fallo de la Corte sobre el tema de la Ley de Medios es negación de la realidad y voluntarismo en su máxima expresión. Ni que hablar de su exigencia para que los legisladores opositores “tengan el coraje para aprobar las leyes que permitan meter presas a las grandes corporaciones que evaden impuestos”. Es contradictorio y tragicómico que haya sido el mismo kirchnerismo que cuando asumió habló del “traje a rayas para los evasores” y que a fines de diciembre de 2008 presionó a su propia tropa para aprobar una ley que fue “un traje a medida para los delincuentes”, que extinguió las causas penales de los evasores y permitió que repatriaran su dinero sin decir cuál era su origen. Según el diputado Claudio Lozano, esa ley hubiera permitido que Al Capone quedara en libertad. Entre sidra y pan dulce y con el voto de Eduardo Lorenzo Borocotó, que ingresó al recinto aplaudido por el bloque oficialista, le dieron media sanción a una norma que fue un festival para el pensamiento más ultraliberal y para los que blanquean y trafican dinero negro del negocio ilegal que sea.
En su desesperación por la serie de tropezones sufridos, Kirchner, en un acto en Lanús, nombró la palabra inseguridad para recomponer su relación casi quebrada con Daniel Scioli. Dijo que estaban ayudando al gobernador en ese tema tan dramático que el oficialismo oculta obsesivamente. Un caracterizado kirchnerista confesó en el Senado: “Néstor será loco, pero no come vidrio”. Se refería a que sabe que no tiene futuro sin el apoyo de Scioli y a que cada día son más masivas las marchas espontáneas que reclaman seguridad y responsabilizan a la Presidenta. Ahí no hay doble discurso que valga. La línea divisoria es el crimen. De un lado está la vida y del otro, la muerte.