En 1939, Agatha Christie publicó una novela titulada Ten little niggers (Diez negritos), en la que diez personas, reunidas en una isla llamada Nigger Island, iban siendo asesinadas una tras otra. El argumento seguía la línea de una canción infantil, de las que se usan para enseñar los números, en la que diez negritos van desapareciendo uno tras otro. Poco después, la novela se editó en los Estados Unidos, pero con otro título, And Then there were none (Y no quedó ninguno), y la isla se rebautizó Indian Island y en el texto de la canción, los negritos pasaron a ser indiecitos. La razón de estos cambios era que en los Estados Unidos la palabra nigger era, ya desde hacía tiempo, muy ofensiva.
Curiosamente, la canción Diez negritos es adaptación de una anterior titulada Diez indiecitos y en los Estados Unidos, la novela se publicó años más tarde como Ten little indians, pero en ese país prevaleció el título And then there were none. En Gran Bretaña siguió editándose con el título original hasta 1985, en que se adoptó el norteamericano. Y en las últimas ediciones, como también la palabra indians podía ofender, los indiecitos antes negritos de la canción se convirtieron en soldaditos (Ten little soldiers).
La palabra nigger, que nació como puramente descriptiva, se convirtió tempranamente en tabú. La variante negro resistió un poco más, pero también terminó rechazada. Black y colored fueron usadas con orgullo por los negros mismos, pero hoy en día se las mira con desconfianza. Y entonces se cae en eufemismos como Afro-american y African-american, que no designan propiamente lo que se quiere designar, porque hay africanos que no son negros y personas de piel oscura que no son de origen africano.
Más recientemente, porque se trata de un grupo menos visible que la numerosa minoría negra, los indígenas estadounidenses dejaron de ser indians para convertirse en native americans, ‘norteamericanos nativos’. La palabra indian podrá provenir de un error o de un engaño de Colón, pero no era ofensiva. El eufemismo que lo reemplaza, en cambio, no tiene sentido. ¿Acaso no son nativos los norteamericanos descendientes de inmigrantes?
Entre nosotros ocurre algo parecido con la incorrecta expresión pueblos originarios, en lugar de los correctos y precisos indígenas y aborígenes, que significan exactamente lo que se quiere significar. Pueblo originario, sin decir de dónde es originario ese pueblo, no significa nada porque el adjetivo originario necesita un complemento y, por supuesto, un pueblo originario puede ser originario de cualquier lugar.
Lo malo del eufemismo es que confunde el nombre con el objeto y, no queriendo insultar, insulta, porque si no se puede llamar negro a lo que es negro, debe de ser porque lo negro es malo. En Inglaterra circuló hace un tiempo una leyenda urbana según la cual la canción infantil Baa baa, black sheep (Bee bee, oveja negra) se cantaba en un jardín de infantes como Baa baa rainbow sheep (Bee bee, oveja arco iris). La historia era falsa, pero tuvo mucha difusión en los diarios. Para que una historia falsa tenga tanto éxito, tiene que ser verosímil. Por eso, las historias falsas nos dicen mucho sobre las creencias y actitudes prevalecientes en la sociedad en que nacen.
Como ya dijimos alguna vez, para que una palabra nos ofenda tenemos que haber aprendido antes que esa palabra es ofensiva, y cuando una palabra ha adquirido ese valor en el código, está bien enseñarles a los niños que “eso no se dice”, pero las palabras se gastan y el que quiera ofender siempre encontrará nuevas palabras para hacerlo, y no debemos permitir que nos roben el vocabulario. Cuando los racistas, sexistas y discriminadores varios se apropian de las voces neutras para expresar su odio, nos vemos obligados a crear otras y otras y otras hasta llegar a veces a grados de eufemismo ridículos. Porque se corre el riesgo de confundir las palabras con los objetos designados y de sentir que las cosas no pueden llamarse por su nombre, y entonces la mala conciencia hace que terminemos empleando circunloquios imprecisos e inapropiados o construcciones gramaticalmente incorrectas.
*Profesora de letras y periodista ([email protected]).