Luego del ajustado triunfo en el ballottage porteño, que sorprendió a los estrategas PRO, ya todo fue confusión y duda en la campaña presidencial de Mauricio Macri. Luego de haber abjurado de la recuperación por parte del Estado nacional de las AFJP, YPF, Aerolíneas Argentinas, etc., la misma noche del ajustado triunfo porteño reconoció méritos en la gestión de intervención estatal kirchnerista desperfilando su discurso opositor hasta allí crítico sin fisuras de todo lo actuado por el populismo K.
Tras la sucesión de denuncias de corrupción que le vaciaron los tanques de agua bendita que nunca debió haber llenado, nada menos que él, continuó el zigzagueo por la banquina de manera inusitada, sosteniendo primero, dudando luego y por último apartando a alguno de los implicados en las denuncias ya multitudinarias que se sucedieron al verlo flaquear y como es lógico, sin solución de continuidad.
Finalmente, sacrificó su promesa de tercera vía en los pies del mamotreto del “Perón que reía” inaugurado ¡ay!, escoltado por buena parte de la dirigencia peronista anti K que tanto le gusta a la gente linda que suele concurrir a los recitales de Violetta, artista exclusiva del Gobierno de la Ciudad y deleite del entrepreneur intendente. Oró ante el mamotreto junto al ingeniero el inefable Momo Venegas, a la sazón demiurgo de la doctrina y pasión de quienes quieren una Argentina integrada al mundo con ¡dólar libre, justicia social y hambre cero!
Tanto desaguisado en la estrategia PRO ha logrado internar a Duran Barba, despistar a sus eventuales votantes y entonces colapsar el despliegue electoral de Mauricio que hoy lucha por mantener apenas sus 24 puntos de votos nacionales obtenidos tras las PASO, frente a una opción opositora que, como UNA, ha recorrido todas las etapas del PRO pero en sentido inverso.
Del desconcierto inicial tras la migración de referentes territoriales hasta los acuerdos cupulares con nulo impacto electoral, Sergio Massa logró enderezar un bergantín sin rumbo y colocarlo en capacidad de disputar la condición de segunda minoría al candidato PRO.
Con su promesa de “cambio con continuidad” y un equipo de asesores mucho más experimentado y creíble que los neoliberales del PRO, ya no hay hoy certeza sobre quién terminará segundo en un escenario electoral con amplio dominio oficialista, cuya fórmula merodea el 40% de los votos
Ancho dominio de la fórmula del FpV respaldado por una gestión de gobierno muy activa y apalancada en la popularidad récord de Cristina, que con cada intervención pública hace trepar al dúo Scioli-Zaninni por sobre los 43 puntos de intención de voto, como se observa en el cuadro que se adjunta, que refleja los resultados de un monitor diario nacional de 1.500 casos telefónicos.
Por supuesto que son picos de intención de voto a la fórmula y en la medida que la campaña se autonomiza de la figura de la Presidenta el dúo oficialista vuelve a remar en dulce de leche, empalagándose en las inmediaciones del 40% de los votos nacionales, siempre a más de doce (12) puntos de la segunda minoría, que por ahora sigue siendo el PRO.
Por último cabe acotar que de existir un hipotético escenario de ballottage, que hoy no se observa, las chances de ganarlo de Mauricio Macri son iguales a cero y es Daniel Scioli el que sería coronado presidente por diez puntos de diferencia como media. Nada extraño, dada la incapacidad absoluta de Macri para recuperar voto peronista no K pero tampoco furiosamente opositor
Esa capacidad de adherir votos peronistas no K pero no gorila es el principal atributo de Sergio Massa, que, en un escenario hipotético de ballottage que no se observa hoy, compite palmo a palmo con Pichichi, el notable goleador de La Ñata, y compite tanto palo a palo, que es indecidible el resultado de ese sí inusitado ballottage, que tanto desean ustedes, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.