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sonrisas

La memoria involuntaria

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Imagen ilustrativa | Calle lluviosa | Unsplash | Aleksandr Popov

¿Qué significa recordar en estos tiempos? ¿Estar atentos a lo que las redes agendan como memorable? Todos los días, Facebook u otros programas nos sugieren alguna imagen del pasado, con la naturalidad de alguien que conoce nuestro repertorio de añoranzas. “Esto sucedió hace tres años”, “recuerdo del 2019”; desde una foto familiar hasta un racimo de alcauciles. Rara interpelación que nos toma desprevenidos y nos hace preguntarnos qué vamos a hacer con esa pieza restituida de nuestro pasado por el algoritmo de una memoria externa, que a su vez nos pertenece, pero que se impone exigiéndonos en un segundo considerarla para: repostearla, archivarla o directamente pasarla de largo e incluso tratar de borrarla de nuestro dispositivo. El afecto no se impone ni siquiera como muletilla del olvido.

Es sorprendente que todos los días tengamos que lidiar con recuerdos intempestivos. Conozco a algunos que quisieron evitar la fecha de sus cumpleaños para no recibir mensajes de quienes seguramente no lo recordaban y cambiaron la fecha olvidándose que al año siguiente todos los felicitarían por un falso cumpleaños.

Es sorprendente que todos los días tengamos que lidiar con recuerdos intempestivos

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Entiendo los algoritmos de nuestros consumos y que cada vez que investigamos algún tema o compramos por internet, aparezcan cientos de propuestas similares.

Pero, ¿cómo se determina la nostalgia? Incluso la memoria personal suele ser esquiva; sus compuertas no siempre están al alcance de nuestro afán de recordar. ¿Por qué las redes nos obligan a mirar sin que nuestra voluntad oriente la búsqueda? Me quedo con lo involuntario, pero propio. Me refiero a aquella memoria involuntaria que Be-ckett calificaba de “maga díscola que no admite presiones”. Es la de Proust recordando su pasado al saborear la magdalena, “infancia de memoria involuntaria, estimulada o hechizada por el sabor largo tiempo olvidado de una magdalena mojada en una infusión de té”. En definitiva, la memoria de cualquiera, manifestándose de manera inesperada, por lo general a través de los sentidos. El olor de una casa, una música perdida, la tersura de una piel. ¿Qué hechizo produce una imagen que nos ofrece fb? Quizá una sonrisa leve, más cercana a lo que también Beckett llamó: “la realidad fingida de la experiencia que no puede ni nunca podrá revelar lo real” (de los sentidos, de lo sentido).