Lo nacional y popular es fácil enunciarlo, difícil hacerlo gobierno, dijo Antonio Cafiero en el almuerzo de sus tradicionales jueves: “Néstor Kirchner cumplió. En el gobierno concretó lo que dijo desde la tribuna”.
Estos encuentros son el tribunal examinador más difícil, hay justicialistas de toda gama. Este era muy especial: veníamos de un gran dolor.
Osvaldo Papaleo advirtió a Pino Solanas que no se vuelva ecologista, para eludir el rojo color Clarín, ante la manifestación del jefe de Proyecto Sur de que el tema de Papel Prensa no estaba en la agenda de los argentinos.
Sorpresa por el título del diario PERFIL: “Siempre me da pena el sufrimiento y el dolor ajenos, aunque se trate de Hussein”, adjudicado a Ricardo Alfonsín. Esta mesa lo quiere a él y a su padre, por lo que este título no condice con el Ricardo Alfonsín que valoramos.
Osvaldo Papaleo, que ese día cumplía 70 años, dijo: “El pueblo peronista nos marcó el camino, transformó un funeral en un hecho político: tres se persignaban y ochenta cantaban; un barítono entonaba el Ave María; un ruralista quebró a la Presidenta con su agradecimiento por las ganancias que ha tenido este sector ingrato; albañiles que con sus cascos agradecían al hombre; los mozos que no se aguantaron las lágrimas y contagiaron a ese duro de lengua y blando de alma, Aníbal Fernández; una Madre de Plaza de Mayo entregó su pañuelo para acompañar al cuerpo, marcando que peronismo y derechos humanos siempre irán de la mano.
Después de esta descripción, empezó el examen. ¿Cumplió Néstor Kirchner con nuestras tres banderas?
Independencia económica: su política con el Fondo Monetario Internacional de desendeudarse para salir de las recetas que éste impone ante cada visita de inspección fue la más valorada, recordando que tenía en ese momento el 22% de los votos.
Soberanía política: la creación de la Unión de la América del Sur (Unasur) después de las relaciones carnales con Estados Unidos y el no al ALCA fueron las medidas más aprobadas de su gestión.
Justicia social. Pobreza: cuando asumió el gobierno, el país tenía el 54% de su población bajo la línea de pobreza (menos de US$ 2 por día para vivir), cuatro años después la bajó a 26,7. Once millones de personas en cuatro años salieron de pobres.
Indigencia: 27% en el año 2003, la redujo al 8,9%.
Desempleo: el 24% de los argentinos no tenía trabajo en 2003, lo entregó con el 8%.
Lo conseguido en esta última materia nos hace soñar con la creación en la Unasur de la Universidad de Políticas Públicas de Lucha contra la Pobreza “Néstor Kirchner”, lugar donde se formen las jóvenes de acá que tanto lo siguieron y los de Latinoamérica, para construir políticas de Estado y erradicar de una vez y para siempre el estigma de ser el continente de mayor desigualdad social y el principal productor de alimentos.
A algunos de los examinadores se les ocurrió que el mejor sobrenombre para Néstor era “Kirchner, el desempobrecedor”, término de Artemio López, el Jauretche de este tiempo.
Quien esto escribe le pondría “1002” a NK, que es el revés del año que más sufrimos los argentinos: 2001.
Con diez sobresaliente, el cuerpo de docentes peronistas de toda laya le encomendó al presidente de la mesa, Dr. Cafiero, que salga a difundir que todo compañero bien nacido debe volver al justicialismo para apoyar sin condicionamiento el gobierno de Cristina, que ha sido mucho más peronista que el de su predecesor.
Para el final, este cronista se reserva un interrogante que puede despertar polémica. ¿No fue Néstor Kirchner más generoso que Juan Perón quien, para no mal predisponer a los sectores conservadores, no permitió que Eva Perón sea vicepresidenta como proponía la CGT? Kirchner prefirió pelearse con el poderoso Héctor Magnetto y jugarse por el mejor cuadro político que tenía el peronismo en 2007, Cristina Fernández de Kirchner.
(*) Ex jefe de Gabinete de la Cancillería