Los temas que deberá enfrentar Cristina son infinitamente menos complicados que los que acosaban a su esposo hace casi cinco años. No es necesario explayarse demasiado sobre cómo estaban las cosas en ese entonces. Ahora, la verdad es que andamos mucho mejor. Será por milagro, por “viento de cola”, o por las hélices del propio avión. Pero admítanme que algo habrá hecho bien el gobierno saliente para que los resultados sean éstos. Ahora con Cristina lo que se puede esperar es una continuación del mismo esquema, con los arreglos que el tiempo debe introducir en las diversas etapas en que se desarrolla un proyecto político, y que igual habrían ocurrido si Néstor hubiera seguido en la Casa Rosada.
Aunque son las grandes estructuras económicas y clasistas las que mueven a cualquier proceso político, debo admitir que las personalidades algún rol tienen. En ese sentido, un tema que deberá resolver la pareja presidencial es la “inversión de roles” por la que pasarán. Porque una cosa es que el Sr Presidente oiga las opiniones de una senadora que da la casualidad que es su esposa, y otra cosa es que la Sra Presidenta deba oír las opiniones de su esposo, que da la casualidad que ha sido presidente por cuatro años y medio, y muy acostumbrado al ejercicio del poder.
Ese ejercicio del poder, necesario para consolidar la democracia e introducir reformas sociales, ha tenido una cúpula, consistente en un par de docenas de personas, que han llegado a esa posición como emergentes de un consenso social filtrado a través de varias capas dirigentes, básicamente muy solidario aunque por supuesto con internas, que seguirán existiendo porque la naturaleza humana es como es. El funcionamiento de ese grupo, que seguirá siendo casi el mismo, deberá adaptarse a los dos nuevos roles en la cúpula. Creo –bueno, espero– que ese problema se resolverá. Los demás, claro está, son muy importantes, porque afectan más directamente la vida de la gente. Pero para que se resuelvan debe funcionar bien el equipo de la cúpula.
Los antiguos católicos decían, ante cualquier duda: “Doctores tiene la Santa Iglesia que os sabrán responder”. Ahora, aunque no sea políticamente correcto invocar ese ejemplo, yo diría que hay buenos técnicos que irán implementando, dentro del mismo espíritu de estos últimos años, los muchos proyectos que están en etapas intermedias de realización. Pero para que todo eso sea posible, hay que asegurar el adecuado funcionamiento –sin pretender perfeccionismos que sólo existen en los malos libros de ciencia política– del equipo dirigente.
*Sociólogo