Marzo ulula. Duele. Ya está aquí. Carcelero que es, recibe a cachetazos. Las vacaciones son un placebo para escapar de lo real. Uno las imagina, las dibuja y en menos de lo que canta, el gallo avisa que marzo ya está aquí. Oasis, holganza y placer caen en el tarascón de marzo el impiadoso. En el fondo de la valija queda la inútil literatura fantástica de las guías turísticas.
Nada fue igual a lo que nos contaron al partir. Tampoco es igual lo que nos recibe. Cuesta darse cuenta, pero el cambio, cambia. En uno. En todos. Basta relojear un mapamundi. Los cartógrafos no dan abasto. Países que se deshielan. Etnias que pulsan. Fronteras que se cuartean. No hay coherencia. Somos un buzo ciego. Lo nuestro, como especie, desborda el Borda. Tiene más dignidad un salmón. Basta ver sus esfuerzos por cumplir su destino contra corriente. A nosotros nos faltan agallas. Ante un miedo nuevo, una escapada nueva. Somos light.
En los 60, “parar el mundo que me quiero bajar”. En los 70, pedir lo imposible, en los 80, transbordar a una computadora. En los 90, ponernos a clonar. Siempre, a salirnos de nosotros. A fugar. Al relato de la historia le brotan argumentos que giran “a lo loco”. Se yuxtaponen. Se contradicen. Se anulan. Ahora mismo, el progreso se oxidó. Ni siquiera el almanaque es confiable. El tiempo no cree en el reloj. Furtivo, etéreo, el cambio pasa siempre un rato antes. Nos impide ser notarios o testigos. ¿Cuál de las luminosas cabezas del mundo sabe en que agujero se escurrieron la razón, la lógica, el sentido? ¿En qué período de la historia hemos venido a caer? No hay nada más antiguo que 2008. Y por lo que se huele, muy pronto será antiguo el flamante marzo de hoy. Aunque distintos, jíbaro, argentino, esquimal, rumano, zíngaro, palestino, wichi o judío padecen igual trac.
Se ha parado “la vuelta al mundo” del circo de ideas conductoras. 202 países perplejos aguardan colgados del aire que un clic milagroso los ponga en marcha otra vez. Sobran mecánicos y manuales. Pero el mundo se atascó. 2009 es pura adrenalina. El Glaciar llegó a ese instante en que un bramido sordo anuncia que el “espectáculo” puede comenzar en cualquier momento. En semanas se abrieron grandes grietas en Irlanda y Grecia. Islandia fue el primer bloque en caer, China, Japón, España, ya crujen. Se aguarda con temor el estrépito que provocarán los 15 países de Europa del Este. Lo menos, este tsunami llegará hasta Portugal.
Con el valor del empecinado Capitán Ahab de “Moby Dick” el arponero Barack Obama no afloja. Con la audancia de la esperanza que lo mueve se plantó ante la Ballena de los Lobbies que lo acosan. “Se que se están preparando para la lucha. Mi mensaje para ellos es éste: yo también lo estoy”. Del resultado de esta lucha dependerá que aparezca pronto un flamante Manual de Instrucciones para movilizar la Rueda del Mundo que se detuvo y se inicie el Cambio de Epoca que (se siente, se siente) está presente.
En tanto aguardamos venza el arponero Obama, se desplome el tapón del glaciar y se acomoden los melones en el carro mundial, la realidad nos entretiene con caramelos de fantasía. Dos tiburones bélicos de 150 metros (el Vanguard, inglés y el Triomphant, francés cargados con misiles atómicos se dieron un tortazo en los fondos del Mar del Norte. Mejor chiste internacional, no hubo. El mejor de estas tierras también tuvo por escenario el mar. Barquito repleto de oro se hundió frente a la Costa Kirchner. ¿Un casual? Marzo está aquí. Cristina en el Congreso. Recemos.
(*) Especial para Perfil.com