Aquí me tienen nuevamente, señores pasajeros. No es fácil bajarse de este bondi que nos lleva, y de algo hay que vivir. Alguna vez les vendí el “hilo de la mentira”, ¿recuerdan?. Espero que les haya sido útil. Yo lo uso todos los días. Por ahí escucho a uno del coro repetir el discurso de que “los opositores son la derecha” y de inmediato tanteo los nuditos del hilo que llevo siempre a mano para recordar que fueron ellos los que le pagaron todo al buitre Fondo Monetario, que fueron ellos los que se pusieron de más con el Club de París sin revisar la cuenta, que fueron ellos los que liquidaron YPF en los 90 y luego indemnizaron a Repsol, que según Kiciloff debía compensarnos por daño ambiental.
Tengo nuditos con nombre. Desde el criminal López Rega hasta Milani y D’Elía, de los Alsogaray a Boudou, del Menem consagrado por Néstor como “el mejor presidente de la historia” a los Kirchner y Parrillis que apoyaron la privatización de YPF y bancaron a Cavallo hasta el final. Me consumí ya tres rollos de dos mil metros cada uno haciendo nuditos, pero gracias al hilo que fabrica la pyme Ariadna enfrento al Minotauro del relato, le digo “la derecha la tenés adentro, ‘mostro’,” le grito “¡Gerardo!”, como llama Cristina a Gerardo Martínez, el secretario general de la Uocra que fue agente de los servicios de inteligencia de la dictadura, le muestro fotos de todos en el pasado, desde los 70 hasta los 90, de los Moyano, Cavalieri, los Ruckauf, Aníbal Fernández, Diana Conti, Débora Giorgi, los Recalde, padre e hijo, y logro salir cada día del laberinto, digno y entero, sin que el feroz animal chupaconciencias me alcance con sus garras mediáticas.
Por eso hoy, señores pasajeros, de la misma empresa –Teseo el Asiento– que fabrica y garantiza el “hilo de la mentira” para asegurar que no haya ni olvido ni perdón de todo lo que se ha padecido, les traigo una revolucionaria novedad. Un producto imaginado y realizado íntegramente por manos argentinas sobre la base de una experiencia de mierda. Se trata, señores, ni más ni menos, que de la nueva “Sop-Sac-Sor”, un nombre técnico que prefiero no aclarar, pero que en su denominación comercial llamamos “sopapa electoral”.
Desenvolvemos el fino nylon ecológico y aquí la tienen. Su diseño es simple y nos recuerda escenas familiares. ¿Quién no ha tenido en casa una sopapa? ¿No, señora? Ahora bien, este aparato –perdonen si me tiembla un poco la voz, si me emociono de sólo pensar en... en lo que será de este país cuando cada ciudadano disponga de su Sop-Sac-Sor...– no sólo destapa de los actuales, sino que previene de los cagadores futuros y los extrae antes de que puedan obturar los canales institucionales. A quien no lo tenga, en pocos meses más le van a preguntar: ¿pero cómo podés vivir acá sin tu Sop-Sac-Sor? ¿Cómo podés salir a la calle así?
Advierto que no es recomendable para menores porque se han dado casos de pibes inteligentes que la han utilizado en casa, contra padres o parientes. ¿Quién no tiene uno en la familia, no? El sistema operativo se activa sin cables, sin botones ni enchufes. El palo puede ser small, medium o large para ser portado debajo del brazo en esta sobaquera de plástico que se entrega con el producto. Como pueden observar, la sopapa de goma antibacteriana queda con su boca hacia abajo, sin molestar el andar.
Se puede usar en el trabajo, en la calle o en casa, recostado, mirando la tele. Ahí donde se percibe por el olor que se nos está por tapar el día se aplica de inmediato la Sop-Sac-Sor, ya sea a la declaración de un tipo de mierda que estamos leyendo, escuchando o mirando. La goma de la sopapa succiona y ahoga todo tipo de bichos y los calla para siempre, impidiendo que se concentren en bandas, construyan nuevos relatos y se difundan como los virus esos que destruyen la memoria.
Ya voy, sí, cómo no, la señora allá, al fondo, abajo, sigo entregando por acá. Aprovechen ahora, el año que viene este producto va a ser imprescindible y, naturalmente, tendrá otro precio.
*Periodista.