Al estudiar las funciones del cerebelo, los fisiólogos descubrieron que de un extremo a otro del cuerpo humano ese órgano controla miles de terminaciones nerviosas específicas que, a modo de microrreceptores, “vibran” sobre una longitud de onda determinada, recogiendo una masa de información que pasa inadvertida a nuestros sentidos habituales y transmitiéndola a la base del cerebro, desde donde se emiten a su vez las reacciones más adecuadas según los casos específicos.
Hay, sin embargo, una posición de receptividad ideal que permite aprovechar al máximo ese auténtico, llamémoslo así, sexto sentido. El cuerpo de la antena biológica está formado por la línea cráneo-pubis. Las ramas, que el biólogo Rémy Alexander llama “las tres V”, se forman con los brazos algo apartados del cuerpo y las piernas ligeramente separadas. Esa es la postura que adoptan los radiestesistas cuando desempeñan su labor, ya que saben que si se cierran los brazos y piernas disminuye considerablemente la eficacia de la pose. Suele llamársela también “posición de hombre antena”, y el nombre no puede ser más adecuado si se considera que, efectivamente, el sujeto en cuestión funciona como una antena biológica a la pesca de radiaciones.
Cuando estudie a una persona no dude en adoptar la posición de “las tres V” sobre ella. Hágala tenderse en el suelo, preferiblemente sobre una manta, y, literalmente, párese sobre ella. Es conveniente evitar para ello las zonas blandas del cuerpo; la zona abdominal, por ejemplo, queda descartada; lo ideal es utilizar los hombros como puntos de apoyo, o, si tiene rodillas fuertes, las rodillas. Luego cierre los ojos e intente dejar la mente en blanco. Para ello concéntrece solamente en su propia respiración. Sienta cómo se hincha el estómago y cómo se desinfla. Sienta cada una de las partes del proceso, lentamente, y concéntrese en eso. En cierto momento, se dará cuenta de que ya casi no siente su cuerpo (el suyo, el propio, no el cuerpo sobre el que está parado, que no debe dejar de sentirlo en ningún momento) y que no piensa en absolutamente nada más que en el proceso de aspirar y expirar, aspirar y expirar. Algunos segundos son más que suficientes para captar la textura ondulatoria del sujeto que se encuentra debajo. La sensación de bienestar o malestar que se puede experimentar según los casos casi nunca resulta errónea. Como es natural, también puede suceder que no se manifieste nada de nada. Eso puede significar tres cosas: o que la persona analizada es “neutra”, que es usted el que no tiene suficiente práctica en hacerlo, o que la persona sobre la que se halla parado está muerta.
En cualquier caso, hay otras técnicas con las que se puede obtener resultados análogos.