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Letanía

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Dura de domar. Cristina Kirchner con Pablo Duggan, periodista de C5N que la entrevistó el jueves. | captura de pantalla

“Cristina presidenta, Cristina presidenta, Cristina presidenta”. Nadie mejor que ella misma definió el significado de ese canto que se repite como un mantra. “Néstor no se murió”, “Perón vive” son otros ejemplos similares, como el más cercano a nuestros corazones de periodistas: “Cabezas, presente”.

No quiere decir que sea algo que vaya a suceder y en el caso de “Cristina presidenta”, hasta se puede tomar como algo que sucede en forma de presente continuo bajo la convención de poder seguir diciendo presidente a los expresidentes  siempre, aunque una parte de quienes lo cantan aún no se resignan a convertirlo en futuro.

Y fue la propia Cristina Kirchner en C5N el jueves a la noche, cuando desde el estudio le hicieron escuchar los cantos de la gente que se agolpaba en la puerta del canal para apoyarla al grito de “Cristina presidenta” la que dijo: “Es una letanía”.

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Una letanía es una oración recitada o cantada, conformada por una súplica o invocación breve a alguna divinidad celestial o terrenal que se repite o contesta cuando es dialogada.

La palabra letanía tiene origen latino y deriva del griego antiguo litê, que significa súplica. En el año 529, la Iglesia católica, en el Concilio de Vaison, aprobó su uso por decreto: “Que se mantenga esa hermosa costumbre de todas las provincias del este y de Italia, a saber, la de cantar con gran efecto y compulsión la Kyrie Eleison en la Misa, las Maitines y las Vísperas, porque un canto tan dulce y agradable, aunque continuara día y noche sin interrupción, nunca podría producir disgusto o cansancio”. Kyrie Eleison es el “Señor, ten piedad” de los católicos equivalente en la religión judía del Avinu, Malkeinu, en hebreo “Padre nuestro, Rey nuestro” de las liturgias de Rosh Hashaná y Yom Kipur.

En el clásico libro The Political Mind, el profesor de lingüística en la Universidad de California y uno de los fundadores de la semántica generativa, George Lakoff, explicó que es un error considerar que la batalla cultural se libra en el cerebro de las personas cuando lo es en el corazón. No son argumentos racionales, como “legalmente no está proscripta”, “ella integra este gobierno y es parte de él”.

Wado De Pedro, Axel Kicillof y Sergio Massa son tres a conformar las candidaturas

“La ciencia de la mente ha iluminado un vasto paisaje de inconscientes: el 98% de lo que piensa su cerebro hace que usted no sea consciente del mismo”, sostuvo George Lakoff. La mente es mucho más que el cerebro y lo que llamamos la razón está construida también en base a emociones.

Sobre el papel de las emociones a la hora de decidir por quién votar, uno de los argumentos con el que se explicaba en Estados Unidos el triunfo de Trump era que  “los demócratas pierden porque son demasiado inteligentes y sus argumentos son demasiado complicados para los votantes”. 

Cristina Kirchner sabe: 1) que no tiene un plan económico alternativo al del Gobierno, por eso Sergio Massa es el ministro de área; 2) que terminará con condena firme por corrupción en la Corte Suprema; 3) que el Frente de Todos corre riesgo moderado de no ingresar al ballottage y alto de perder en el ballottage.

Al exponer las diferencias entre 2019, cuando la estrategia electoral era “de techos” porque las dos coaliciones concentraban casi el 90% de los votos, mientras que 2023 es una estrategia “de pisos” porque ahora el voto se divide en tres tercios, Cristina Kirchner describía su preocupación actual porque no se caiga el piso (un oxímoron arquitectónico porque lo que se puede caer siempre es el techo), síntoma de la decadencia de su espacio.

Ese foco en el piso donde reside el núcleo duro de sus seguidores permite imaginar una posible estrategia defensiva que en lugar de abrirse hacia el centro regrese a las fuentes de la propia vicepresidenta con candidaturas que representen puramente la identidad de su espacio. Su mención a que es el turno de los hijos de la generación diezmada llevó el pensamiento de todos hacia Wado De Pedro. Sergio Massa y Axel Kicillof son de la misma generación y sus progenitores no sufrieron la persecución de la dictadura como los de Wado De Pedro. Pero son esos tres nombres los más repetidamente mencionados como preferidos por la vicepresidenta y se espera que en el acto del 25 de mayo termine anunciando a quien proponga y apoye.

Otro indicio de una estrategia electoral no orientada hacia la pluralidad como en 2019, sino a consolidar el voto propio, surge de la renovada crítica al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, primero con un video donde la vicepresidenta dice: “Lo que vas a ver no es la opinión de un partido político ni de un dirigente opositor, es el resultado del informe aprobado por la Auditoría General de la Nación que detalla la enorme cantidad de violaciones a la ley cometidas en el otorgamiento y posterior ejecución del préstamo del Fondo Monetario Internacional”, aprovechando el dictamen crítico de la AGN esta semana. Utilizándolo luego en su reportaje en C5N como el argumento económico central.

Si la estrategia fuera del repudio al acuerdo con el FMI y un discurso antimercado, no parecería lógico que el candidato no fuera Sergio Massa y en la disyuntiva de cómo girar discursivamente a la izquierda pero sin romper la alianza con el Frente Renovador, el politólogo Andrés Malamud propuso en broma una fórmula Wado De Pedro-Malena Galmarini para que Massa estuviera representado a través de su esposa. También medio en broma y medio en serio, en un reportaje coloquial, Wado De Pedro dijo que aceptaría ser candidato a presidente, a vicepresidente de Massa, a gobernador bonaerense y a legislador, si Cristina se lo indicara. Todo parece señalar que Wado De Pedro será candidato a alguna de las tres primeras alternativas, Kicillof sería el otro en la nación o la provincia de Buenos Aires y restaría saber cuál sería el rol del propio Sergio Massa, y si él no fuera el candidato a presidente, cuál sería el espacio para el Frente Renovador que conformara a Massa.

Si como prescribe sabiamente el Evangelio “para salvarse hay que tener fe” –otra forma de letanía–, quizás el Frente de Todos (¿cambiará de nombre la coalición?), buscando no quedar tercero en primera vuelta, pueda terminar siendo competitivo en un ballottage en función de los errores que pudiera seguir cometiendo Juntos por el Cambio. No como creen por las peleas internas, sino porque en el endurecimiento de su discurso en la competencia con Milei terminen asustando a los votantes con sus promesas de “sangre, sudor y lágrimas”. Los experimentos del psiquiatra premio Nobel de Economía Daniel Kahneman demostraron que los seres humanos no están dispuestos a ceder conquistas aun en beneficio del grupo o propio en el futuro. Y como dice Jaime Duran Barba, nadie gana una elección prometiendo ajuste.