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Libre albedrío

Alberto Fernández, presidente de la Nación.
Alberto Fernández, presidente de la Nación. | cedoc

La cuestión de los puntos de vista no es un asunto menor, ya que se encuentran implicados de forma necesaria en la reproducción social. Se recurre todavía a las esperanzas de objetividad o imparcialidad en el tratamiento de temas o incluso en la búsqueda utilizada de la ciencia como disciplina que podría observar las cosas del mundo tal como son, de modo que ese mundo como objeto podría ser accesible para los humanos como realidad.

Sin embargo, es interesante encontrar que las cosas del universo son algo cuando están solas y otras cuando son atrapadas para jugar a la aventura de la búsqueda de la objetividad. En esta semana, la batalla por el uso de los acontecimientos ha sido intensa y el tratamiento de temas específicos ha servido para aumentar diferencias y no para lograr puntos en común, objetivos e indudables.

Las imágenes del lanzamiento del satélite argentino Seacom 1B iban acompañados en las redes sociales de recuerdos a Macri. La tecnología necesaria para el despegue de un cohete contiene suficiente complejidad como para dedicarle al asunto un tiempo considerable en el festejo por un logro tan trascendente para la ciencia argentina.

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Pero para parte importante de la militancia del Frente de Todos, el combustible para la creación de ideas de confrontación política fluía con mayor intensidad que la requerida para la propulsión de ese cohete, al que se utilizaba como excusa para atacar al gobierno anterior. Así, el evento científico era desplazado para ser utilizado como medio para la construcción de una identidad contrapuesta y confirmando que los objetos del mundo sirven para constituir diversidades, ya que siempre están disponibles para espacios de comunicación en donde cobrarán sentido propio.

La reforma judicial ofrece un caso similar para el otro lado de la forma del sistema político. El diseño del proyecto de ley requiere para sus redactores de un conocimiento en los términos y problemáticas del derecho; y otros expertos podrán usar también sus conocimientos para analizar el proyecto y tratarlo en sus especificidades para oponerse.

Para la expansión masiva de la discusión y las suspicacias, el conocimiento académico o profesional no juega ningún rol. Los procesos se sensibilización masiva colocan los cuerpos en la calle por mecanismos que Emilio Durkheim denominaba de solidaridad mecánica: la activación de procesos de indignación inmediatos que no tienen relación necesaria con mecanismos racionales o de evaluación de evidencias.

Las marchas contra la reforma judicial solo requieren procesos de ignorancia (igual que los conocimientos sobre la física en relación a la celebración del cohete) que motiven la movilización sobre la idea, que se vivencia como certeza, de que se trataría de una trampa kirchnerista. El proyecto apenas cumple la función de ser catalizador de los ánimos.

La política comprende en su vida cotidiana qué elementos de todo lo que ocurre en simultáneo en la sociedad puede ser o no politizable (algo que pueden confirmar los infectólogos), aquello que puede ser tomado para ser tratado bajo sus reglas. Ningún elemento dentro del sistema político tiene sentido por sí mismo si no es en relación a los procesos en que ese sistema se encuentra inmerso, y por eso las cuestiones relativas a la objetividad o a procesos de acuerdo no pueden nunca vehiculizarse de manera armónica, ya que su misma reproducción está basada en la batalla recurrente con su opuesto, lo que no es menor.

Una vez asumido el tratamiento, la política, desde el lado del Gobierno, se fuerza a un proceso obligado cuya evitación trae otros problemas. Para cada tema que asume como propio deberá ofrecer una decisión, y sobre esto es lo que la gestión de Alberto Fernández se expone con mayores niveles de incógnita. En el caso de la provincia de Buenos Aires ya no hay dudas.

Hay un cúmulo de incomodidades que se replican en la interna y sobre el que el Presidente parece prescindir en arbitrar límites

Los registros televisivos del Presidente en entrevistas son una de las maneras de acercarse a parte de esas respuestas. En la mayoría de los casos se expone con una capacidad e intención explicativa de las reglas de la administración pública con una solidez y soltura imposibles de encontrar en su predecesor.

Su capacidad para explicar qué se puede o no hacer con los temas de regulación de medios, el cepo al dólar, la reestructuración de la deuda, legalización del aborto o la evolución de la pandemia, se expone claramente a un caso de experto en burocracia, pero sobre el que cuesta encontrar, en simultáneo, autoridad en procesos de decisión propia. Explica mucho mejor que lo que decide, lo que además de ser una característica, puede ser un problema.

La política se encuentra sobrecargada de tensiones y si bien eso se encuentra dentro de las expectativas, hay un cúmulo de incomodidades que se replican en el frente interno y sobre el que el Presidente parece por ahora prescindir en arbitrar límites. Mientras Cristina Fernández ejercía como presidenta un control total basado en el pánico, desde ministros a gobernadores, Alberto Fernández parece en este tiempo ofrecer una política de libre albedrío, dejando en paz y feliz a cada uno, pero al mismo tiempo cediendo en aumento las tensiones propias que ofrece la ausencia de un centro regulador. Este momento refleja en parte lo que alguna vez ocurrió entre Roca y Juárez Celman, que la historiadora Paula Alonso describió con maestría en esos mismos términos.

Puede existir en su no intervención el deseo oculto de que el caos reinante bloquee finalmente a Cristina, sumergiéndola entre tantos enfrentamientos a la dilución entre facciones, aunque eso mismo lo coloque a él en zona de riesgo. Así se consolida como espectador, lo cual también es un punto de vista aunque no el mejor para sobrevivir en política, pero interesante para generarles problemas a los amigos. Sobre todo a los que les cuesta comprender los nuevos tiempos.

 

*Sociólogo.