COLUMNISTAS

Liga alumbrado, barrido y limpieza

MASSA. En su primer reportaje como candidato lució más como el jefe de una coalición vecinalista que como presidenciable.
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La gran protagonista de estas próximas elecciones es la edad. El principal atributo de Sergio Massa es la juventud que exhibe para la experiencia que acumula. Si en 2015 llegara a la presidencia, con 43 años, tendría veinte años menos que la Presidenta a quien reemplazaría.

Desde el Frente para la Victoria también la juventud es un rasgo distintivo: la diferencia entre quienes aprueban y desaprueban la gestión de Cristina Kirchner sólo es mayor en los de menos de 25 años que en el resto de la población (la Presidenta es aprobada por casi el doble de quienes la desaprueban entre los más jóvenes: 22% contra 12%). Y el voto de 16 a 18 años es otro ejemplo: fue impulsado por el kirchnerismo porque supone que la mayoría de ese 2% de votantes que se agregan al padrón irá para el oficialismo.
La paradoja es que, a pesar de las dos décadas que los separan, Massa, por su paso por la Anses, tiene políticamente asociada su imagen a la gente de la tercera edad, mientras que Cristina Kirchner, por La Cámpora, a la juventud.

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Hacer un análisis del discurso de Massa en su primera entrevista como candidato puede mostrar algunas puntas sobre el tema. La sola elección del programa de América Animales sueltos, conducido por Alejandro Fantino, además de encerrar otros significados, es en sí misma una señal de desacartonamiento. El lenguaje que intercambiaron Massa y el conductor fue revelador.

El candidato se refería al entrevistador como “Ale”. Fantino le dijo a Massa: “Sos un guacho, me leíste la mente de lo que te iba a preguntar”, “no, boludo”, “sos un pendejo, me tenés que decir la verdad”, y “¿vos te vas a fumar años de diputado?”. En un momento, Massa, justificando su oposición a la reelección permanente, pregunta: “¿Ale, vos te imaginás haciendo el mismo programa dentro de diez años?”, y el conductor contesta: “Ni en pedo”.

Las metáforas eran todas deportivas: la diversidad en armonía con el espíritu papal que Massa dice que lo guió para construir la lista de sus candidatos era comparada con los equipos de fútbol europeos, que tienen jugadores de distintos países. O la idea de Massa, si en el futuro no alcanzara a ser electo para gobernar territorios mayores, de volver a la intendencia de Tigre luego de ser diputado, fue refutada por Fantino: “¿Cómo después de jugar Roland Garros vas a volver al torneo local?”. En algún momento fue explícito: “Yo no entiendo nada de política, entiendo de deporte”. Igual, hizo mucho mejor papel Fantino que Massa, quien apeló todo el tiempo a obviedades y respuestas de mero sentido común vecinalista. Fantino mostró su foco en audiencias masivas cuando Massa habló de la descentralización de la Justicia por regiones (nada complicado) y el conductor lo cortó: “No lo hagamos tan técnico... por la gente”.

Massa repitió muchas veces “la gente” más el tic de anteponer “como que” a lo que iba a decir, y apelar al “nada” para concluir lo que decía. Pero el giro más revelador de la función emotiva de su discurso fue llamar repetidamente “muni” a la Municipalidad de Tigre. La función poética estuvo ausente del discurso de Massa, quien repetidamente no terminó sus frases y se le notaba una risa nerviosa.
Otra recurrencia de Massa en el reportaje (que Fantino llamaba “charla”) fue marcar diferencias entre los que sólo hablan y los que hacen, colocándose él mismo entre los segundos, donde se siente más seguro (hablar no es lo suyo).
Massa lució como el jefe de la liga alumbrado, barrido y limpieza. Pero quizás ésa sea la clave del éxito. En un país con extensísimo territorio como la Argentina, en el pasado había que ser gobernador para llegar a presidente. En países con superficies más pequeñas, ser el intendente de Cali o de Medellín es una plataforma para la presidencia, pero en la mayoría de los países federales son los gobernadores quienes tienen el control territorial. Así era en la Argentina, pero quizás el fenómeno demográfico que se fue construyendo en el Conurbano, donde la mayoría de los partidos tienen ya poblaciones comparables a muchas provincias y en algunos casos hasta mayores, alcanzó un grado de madurez que ya hace a los intendentes del Gran Buenos Aires mejores aspirantes a la presidencia que los gobernadores o el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, porque la provincia cuadriplica en electores a la capital nacional.

Quizá se esté produciendo en la política un trasvasamiento equivalente al de la Generación Y en el ámbito laboral y en el de las relaciones de pareja. De ser así, sería lógico que Fantino resultara mejor intérprete que los clásicos periodistas de política. Los antiguos deberán “poner las barbas en remojo”.