Cuando promediaba el sexto grado de la primaria, se me ocurrió que podía hacer un programa de radio en la FM de mi pueblo. El boom de las frecuencia modulada había estallado en todo el país. En 1992, en La Dulce, una localidad de tan solo 3000 habitantes en el partido de Necochea, nacía FM Babilonia. Dos años más tarde, junto a un grupo de compañeros de la escuela, me embarqué en un ciclo radial vespertino, tres veces por semana, en el que hablábamos básicamente de temas de interés general, con poca profesionalización y mucho desparpajo. Fue muy divertido.
Ese fue mi primer vínculo con los medios y fue toda una formación. De ahí en más, continué durante 7 años en esa FM, hasta que vine a estudiar periodismo en Buenos Aires. Esa etapa fue para mí toda una experiencia. Era tal mi fanatismo por la radio que cuando cursaba el segundo año de la secundaria, Babilonia estuvo a punto de cerrar: a falta de presupuesto, nadie quería continuar con el proyecto. Ya por ese entonces era muy difícil hacer sustentable un medio de comunicación.
Mi viejo fue a hablar con el fundador, José Viviani, y le pidió si yo podía seguir: "Germán se muere si se cierra", le habría dicho. Y así continué tres años más: cursaba la secundaria por la mañana; y por la tarde, operaba y conducía para un público local.
Esta semana, Patricio Caruso reveló en Perfil.com el plan de Martín Sabbatella para formar "locutores militantes". La nota me hizo recordar esta etapa de mi historia personal. Junto con algunas personas que confiaron en que el proyecto debía continuar (recuerdo siempre con mucho afecto a Marta Duhalde y a Vilma Capandegui, siempre bancando todo), seguí hasta el momento en que me vine a Buenos Aires.
Recordé también que en los principios de los 90's, se dio un fuerte debate sobre el rol de los locutores en la televisión, que las marcas en los anuncios publicitarios en los programas en vivo tenían que ser locutados sí o sí por profesionales, que hasta Mirtha Legrand hacía alarde de su título, y que por entonces los locutores le impedían a los famosos mencionar marcas en los “chivos”. Encontré en el archivo de Perfil esta nota de Noticias: "Guerra de Chiveros: sólo con carnet".
Hoy el debate pasa por los carnets que AFSCA emite para "locutores locales". "Hay localidades donde en total hay mil personas y se habilitan 40 locutores, casi la misma cantidad que hoy tiene Radio Nacional", señaló Fernando Costa, secretario de comunicación de la Sociedad Argentina de Locutores (SAL), en una entrevista con Nelson Castro tras la repercusión que generó el informe de Perfil.com. En un curso exprés, de una o dos jornadas, el AFSCA otorga este título.
No está mal que se reconozca el trabajo de un "locutor local" y hasta se puede debatir la igualdad de acceso a la educación en el interior. Lo escandaloso es que en esos cursos 1) pidan adherir al Gobierno, "abrazar la causa"; 2) que lo hagan desde la AFSCA, que debería tener total independencia del Gobierno nacional; y 3) que desde estos cursos -en definitiva, desde el Gobierno- se aliente a generar un nuevo sindicato para enfrentarse al ya existente. Si hasta el propio Martín Sabbatella es candidato a vicegobernador por el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, ya nos damos cuenta lo desvirtuado que está el AFSCA.
Recuerdo que cuando estaba en Babilonia, en plena campaña electoral en la que "De la Rúa - Chacho" se disputaban la presidencia con la fórmula "Duhalde - Palito", vino más de un político a ofrecernos más tecnología a cambio de adherir a la campaña. Nos ofrecían computadores, consolas y micrófonos. No pedían publicidad -que podría ser una negociación de canje publicitario-: pedían no difundir internas, o hacer comentarios en favor de uno u otro candidato. Nunca hicimos eso. Sí pautaron, pero el contenido editorial estaba bien diferenciado del propagandístico. La radio además era un medio bastante despolitizado.
Esto pasa mucho en los medios del interior. Los políticos se aprovechan de la falta de recursos y presupuesto de los medios más chicos. Siempre existió. Ahora que AFSCA premia la militancia con un título exprés, logró “comprar” la palabra. La cooptación es más delicada y al mismo tiempo más peligrosa.
(*) Editor General de Perfil.com. En Twitter: @germanangeli