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magia de harry potter y pbi

Los "horrocruxes" del kirchnerismo

El alma del modelo K se esconde en bloques separados que salvaguardan su prevalencia. La falta de infraestructura y el sistema de subsidios son ejemplos de los paquetes que habrá que reconstruir.

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A principios de la década del 60, un señor llamado Kleinrock formulaba las bases teóricas de la transmisión de datos vía “paquetes”, que derivó en lo que hoy conocemos, de manera genérica, como Internet.

Por este sistema, cada vez que un conjunto de datos se transmite entre una computadora y otra se divide en pequeños paquetes que transitan por caminos alternativos. Esos bloquecitos se vuelven a unir en la computadora de destino. Si algún paquetito se “pierde”, el sistema pide que se vuelva a transmitir, hasta que todos los bloques están completos.

En la saga de Harry Potter, el malvado Lord Vordemort, en busca de la inmortalidad, divide su alma en seis “horrocruxes” (personas u objetos en dónde se esconde el alma de un tercero, a través de un maleficio). Al igual que en Internet, el “paquete” del alma de Lord Vordemort se divide en pequeños bloques, con el objeto de no poder ser destruido totalmente a menos que cada uno de los depositarios de esos bloquecitos sea identificado y destruido.

En la coyuntura mundial y local, Internet, en su aplicación “correos electrónicos”, domina la primera plana informativa. En la mundial, la filtración de la información almacenada en el sistema diplomático estadounidense puso de manifiesto, más que la información más o menos conocida y obvia que intercambian las embajadas y el departamento de Estado de los EE.UU., la debilidad de la seguridad de dicho sistema en la primera potencia mundial.

En la local, los mails intercambiados por asesores y lobbistas del ex secretario de Transporte explicitaron, más que la evidente corrupción de un gobierno, reflejada en los inexplicables cambios patrimoniales y de estilo de vida de sus integrantes, la debilidad de los esquemas de contratos de obras públicas y concesiones vigentes, y la falta total de mecanismos de control serios.

Pero esta degradación del sistema de concesiones y obras de infraestructura es sólo uno de los “bloques” en que se divide el “alma” del modelo K en busca de su inmortalidad.

En distintos aspectos de la vida económico-política del país se esconden los problemas que se heredarán o se consolidarán a partir de 2012, dependiendo del resultado electoral del próximo año y, obviamente, de lo que pase en el mundo.

Proponer un sistema eficiente de asociación público-privada para la construcción, mantenimiento y operación de infraestructura y transporte, y desarmar este “horrocrux” K resulta imprescindible.

La necesidad de nueva infraestructura en todas las áreas, en particular la energética, que se acumuló en estos años, es de tal magnitud que insistir por los mecanismos actuales –aun cuando fuera posible minimizar la corrupción al que el sistema invita– se hará cada vez más difícil para mantener un crecimiento aceptable.

Este es sólo uno de los bloques a reconstruir dentro de aspectos institucionales más amplios, como el de recobrar la interacción republicana de los tres poderes del Estado.

Existen otros “horrocruxes”. En la política fiscal, con un gasto público desbordado y en sus máximos históricos, pero con pobre resultado en calidad y cobertura de los bienes públicos.

Por el lado de los ingresos impositivos, también en récord histórico, distorsiones y costos crecientes para el sector privado.

En el sistema de precios y subsidios, con desincentivos a la producción sustentable y a la inversión, restricciones discrecionales de todo tipo, aliento a derroche del lado de la demanda: en el mercado de trabajo, y no sólo por el tema ART, puesto de nuevo en la discusión por la propia Presidenta; en la política de uso de la inflación como mecanismo para incentivar el consumo de corto plazo, mientras se pierde competitividad y se afecta regresivamente la distribución del ingreso y, otra vez, negativamente la inversión; en la cuestión previsional, que lejos de haber quedado “solucionada” por las sucesivas contrarreformas de estos años, conservó problemas viejos que se acumulan en los tribunales y nuevos que se verán en los próximos años.

La buena noticia, sin embargo, es que, si el mundo no cambia sustancialmente, atacar y solucionar estos problemas no exigirá magos y conjuros, sino liderazgos claros y el diseño de instrumentos cuyo funcionamiento ya ha sido probado en el mundo. ¿O seguiremos prefiriendo la magia?