El polo norte magnético, que en las últimas décadas siguió una trayectoria bastante regular, en los últimos años sufrió una fuerte aceleración, al punto que a fines de 2004 abandonó el territorio canadiense, donde está actualmente, para dirigirse resueltamente a Rusia. Se calcula que a fines de 2040, después de haber atravesado el Mar Glaciar Artico, el polo norte terminará tocando suelo siberiano.
Sabemos que el polo norte magnético no coincide con el Polo Norte geográfico, que es el punto fijo a través del cual pasa el eje de rotación terrestre. El polo norte magnético es el otro, el fiel compañero de los navegantes, el punto hacia el cual apuntan todas las brújulas del planeta, no importa cuántas, cuán sofisticadas o rudimentarias sean, cuán caras o cuán baratas, desde la brújula militar hasta el mero corcho flotando en un inofensivo plato de aceite.
¿Pero qué es lo que hace que el polo norte sea tan bailarín? Su existencia está ligada a una serie limitada de acontecimientos que tienen lugar en el centro de la Tierra, más precisamente en lo que podríamos llamar la capa “externa” del núcleo terrestre, a 3.000 km de profundidad. Este núcleo está constituido por hierro líquido, cuyo movimiento produce corrientes eléctricas que a su vez dan origen al campo magnético terrestre, que se puede imaginar como un imán de dos polos. A este paso, dentro de unos cien mil años, el polo norte y el polo sur podrían invertirse. Pero aunque estemos seguros de que ese fenómeno tendrá lugar, no lo estamos tanto en lo relativo a cómo ocurrirá, y sobre todo en lo relativo a qué harán los polos cuando, si deciden trasladarse por el mismo camino, se encuentren.
Una hipótesis dice que los polos migrarán lentamente de un extremo a otro del planeta, emprendiendo el camino por caminos opuestos. Otra, en cambio, estima que los polos bailarines no perderían una oportunidad así para conocerse y que lo harán por el mismo lado. Hay una tercera hipótesis que dice que dicha inversión se realizará de golpe, que no habrá trayecto ni camino ni encuentro ni oportunidad. Dado que en el último siglo la intensidad del campo magnético terrestre disminuyó y en los últimos años se incrementó la velocidad del movimiento del polo norte, hay quien sostiene que estamos próximos a una nueva inversión magnética, que puede ocurrir en cualquier momento, instantáneamente, pero que de todos modos no repercutirá de ningún modo en la vida del hombre. En todo caso, si ello ocurre con algún que otro resultado catastrófico, repercutirá mucho menos que si los polos se detuvieran durante un par de siglos a conversar acerca de vaya uno a saber qué cosas a las que seguramente son tan adeptos los polos.