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Lugares adecuados

Dicen que el arte de triunfar en la vida consiste en estar en el momento oportuno en el lugar adecuado. Las niñas esplendorosas que sueñan con llegar a modelos top y de ahí a conductoras de TV, esperan encontrar en el lugar en el que trabajan (bar, escuela, mercería, lo que fuere) a un señor que es productor, director o lo que sea de escuela de modelos y que, embelesado ante tanta belleza, ingenio y elegancia, las lleve de la mano hacia el triunfo.

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Dicen que el arte de triunfar en la vida consiste en estar en el momento oportuno en el lugar adecuado. Las niñas esplendorosas que sueñan con llegar a modelos top y de ahí a conductoras de TV, esperan encontrar en el lugar en el que trabajan (bar, escuela, mercería, lo que fuere) a un señor que es productor, director o lo que sea de escuela de modelos y que, embelesado ante tanta belleza, ingenio y elegancia, las lleve de la mano hacia el triunfo.
Te voy a decir, Etelvina, que no es fácil. O una tiene que ser adivina o la suerte le tiene que sonreír con toda la dentadura y hacerle una caída de ojos. No a todas les pasa, ni a las barmaids, ni a las maestras, ni a las vendedoras de cintas y botones. Y ni siquiera a las presidentas de la república. Claro que las presidentas de la república no aspiran a ser top models por mucho que cambien de ropa espectacular cada tres horas, se peinen las extensiones y etcétera. Sólo aspiran a que una y el resto de la población les crea para poder seguir construyendo palacios de cristal y mármol y hoteles boutique en los campos del lejano sur. Si no, qué gracia tiene.
Nuestra Presidenta, lamento decirlo, Etelvina, estuvo en el lugar inadecuado en el momento menos oportuno. Tendría que haber salido a dar la cara apenas se instaló este asunto de las retenciones al campo. Pero no: esperó a que pasaran dos, tres cuatro, cuántos días, y a que una y con una todos los habitantes de esta bendita tierra se preguntara “Pero ¿por qué no dice nada? ¿Se cree que no pasa nada?”. Y lo que pasaba, Etelvina, y lo que sigue pasando, es grave. Mientras ella no aparecía en el lugar oportuno en el momento en el que debía, la gente se alimentaba de rumores, el conflicto crecía y todas y todos nos mirábamos alarmados, alelados y alterados. Desgraciadamente la señora eligió un mal momento, por lo tardío. Y un mal discurso, por lo alejado de la realidad.
¿Qué vamos a hacer, Etelvina? ¿Seguir esperando mientras se nos viene encima un choque de proporciones del que van a quedar los cadáveres de nuestra esperanza, de nuestra credibilidad, de nuestra confianza, de nuestras ganas de que todo se arregle?
Y ya que estamos, Etelvina: la oposición, ¿qué espera para estar en el lugar adecuado en el momento oportuno?