George Oppen nació el 24 de abril de 1908 en Nueva York. Formó parte de lo que algunos denominan modernismo tardío o grupo objetivista, junto a Carl Rakosi, Louis Zukofsky, Charles Reznikoff y Lorine Niedecker, entre otros. Era marxista, de ascendencia judía, y después de publicar su primer libro, Series discretas, dejó la poesía durante más de veinte años porque le parecía que ésta era insuficiente para luchar por mejorar el mundo. Algo que también se planteó Walter Benjamin. Durante ese largo silencio, Oppen se dedicó a ayudar a refugiados, hizo trabajo social con gente a la que marginaba el capitalismo salvaje y tuvo que exiliarse en México durante el macartismo. Oppen decía, en sus poemas, que no tenía otra ambición más que buscar la claridad: “Claridad en el sentido de transparencia. No creo que se pueda explicar más”.
El poema no era algo que trataba sobre otra cosa sino que era la cosa en sí. El poeta no era un arquitecto que desarrollaba un edificio sino que era “El obrero en la viga/ aprendió a no mirar el suelo y a hacer su trabajo/ y hay palabras que aprendimos/ a no mirar/ A no buscar sustancia/ debajo de ellas. Pero estamos al borde/ del vértigo”.
Paradójicamente, como sus poemas no tenían un argumento explícito sino que eran trozos de vida, conceptos, frases, sustantivos, son muy difíciles de comprender en el sentido más común del término. La claridad es tan alta y potente que nos hace, a veces, cerrar los ojos.
Edgardo Cardozo es un compositor argentino que viene haciendo canciones hermosas hace ya muchos años. Creo que ahora está grabando un nuevo disco. El ultimo que sacó se llama 6 de copas. Hay una canción que se titula Claridad: “Claridad, Claridad/ Forma ligera y profunda/ de la dicha/ En un sueño de dicha/ juegan aquellos niños/ Claridad”. Mientras escuchaba la mezcla de esta canción, Cardozo, que venía de reponerse de un accidente de auto que casi lo mata, lloró. El disco donde está incluida es una celebración de la vida, de la experiencia como algo absolutamente necesario para poder escribir poesía.
Las obras de Cardozo y de Oppen hablan de lo inútil de la vanidad. De la igualdad de las inteligencias y de que cada uno de nosotros somos un canal a través del cual, si estamos atentos, se expresa el espíritu que, como sabemos, sopla donde quiere.