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Martínez, una válvula de oxígeno

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Si algo le faltaba a este mes ajetreado sin la presencia de la Presidenta, se agregó la convulsión por la compra de Telecom, a cargo de Fintech, el fondo del casi misterioso mexicano David Martínez, al menos hasta hace poco. Adquirir una de las empresas más importantes del país por un precio monumental para colegas del país e ingresar abiertamente al mundo de las comunicaciones lo obligará a una imprescindible exhibición personal. Martínez es un verdadero experto en mercados regulados, tiene la experiencia obvia del PRI en su país y varios “masters” en la materia por incursionar en distintas naciones con problemas de deuda. Martínez tiene tres roles, sin surgir claramente el costado político de su actuación en la pugna entre Clarín y la administración cristinista:

1) Ha comprado por menos de US$ 1.000 millones una empresa con la que soñó Clarín o su mandante Magnetto, al igual que lo intentaron los propios Kirchner con empresarios amigos que, entre otras aventuras, hasta culminaron en una burda operacion en Roma, que finalizó con el retiro de los pasaportes de los oferentes y la partida inmediata de la ciudad. Requiere Martínez para su propósito la aprobación del Gobierno, así como necesitará autorizaciones para los fondos que los italianos no pudieron enviar al exterior. No es lo único, claro. Se habrá ganado la simpatía de Cristina por vía de Carlos Zannini.

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2) Presentó, como se sabe, un plan de adecuación para el 40% que posee en Cablevisión, en sociedad con el mayoritario Clarín. Lo hizo sin el acompañamiento del Grupo, pero esa iniciativa contó con el conocimiento de Magnetto y, quizás hasta con su aprobación. Debe recordarse que el titular de la Afsca, Martín Sabbatella, mostraba como ejemplo de buena voluntad la adecuación de Martínez y ahora muchos reconocen que la presentación de Clarín está en concordancia con la de Fintech. Si el Gobierno aprueba la transferencia de Telecom, Martínez deberá vender su parte en Cablevisión, se desconoce quién se hará cargo de ese porcentaje. Se trata de la caja principal del Grupo, concedida en su momento por Néstor Kirchner.

3) Martínez posee deuda argentina, como los fondos buitre. E intenta cobrar su acreencia. Y como ésta, hasta hace poco, tenía el veto de Cristina –“nunca le vamos a pagar a esta gente”–, ensayó negociaciones para evitar el default y la continuidad de los juicios, con la compra de esas demandas en estrados norteamericanos principalmente o por medio de un mecanismo selectivo para integrar las demandas. Si bien los holdouts o buitres podrían disminuir sus exigencias a favor de una expedición más rápida de los pagos, no menos cierto es que el Gobierno debería conceder cuotas adicionales a las que ya pagó a los bonistas que se allanaron a la quita de 2005 y 2010. En este complejo damero de intereses, en el que la guerra Clarín-Gobierno o Gobierno-Clarín no parece tan abierta, Martínez se descubre de repente ante la sociedad, no agrega certezas a la economía, seguramente saca alguna ventaja, pero tal vez le aporte más de una válvula de oxígeno al Gobierno. A Clarín o Magnetto no se lo ha escuchado vociferar en contra de esta situación.