Cuando Luis Suárez cabeceó con los ojos abiertos hacia el primer gol de Uruguay contra Inglaterra, se vio su sonrisa en slow motion armándose antes de que la pelota entrara al arco. En eso las pantallas de la televisión no mienten y hasta son capaces de entregarnos la verdad concreta de un hecho más la emoción del hecho.
Suárez fue el jugador más valioso de ese partido pero no el más sufrido. El drama de la selección uruguaya se vio en el rostro de todos sus jugadores, dotados como pocos para los partidos de supervivencia. Vivieron cada minuto del partido como un asunto de vergüenza personal, y eso en sí mismo (aun si se pierde) tiene el valor de un triunfo.
Lo mismo ocurrió con Chile ante España, concentrado como un grupo de yudocas, cada cual defendiendo la soberanía de su tatami. Los rostros de sus jugadores se veían en estado de alerta, al mismo tiempo presas y predadores. Como en el primer gol de Súarez, las cámaras también fueron testigos del factor sensible cuando mostraron a Alexis Sánchez echándole un vistazo de 360° a la cancha y tomando la decisión “colectiva” de hacerse pegar por Iniesta para evitar un contragolpe.
Si en el campo se ve el rendimiento de los futbolistas, aquello que sienten sólo se ve en las pantallas. Como ocurre en la pornografía, donde se puede advertir sin mucha ciencia cuáles son las estrellas que sienten y cuáles las que actúan, en el fútbol puede verse si adentro de cada jugador profesional hay un jugador amateur. O lo que es lo mismo, si hay vergüenza en el interior del talento.
Por ejemplo, el gol de Messi contra Bosnia fue el gol amateur de un gran profesional. La vergüenza que lo impulsó fue mil veces más evidente que la obra de arte en la que se terminó convirtiendo. Por supuesto, también lo supimos por las cámaras que lo mostraron sacándose de encima el fastidio que lo estaba enrojeciendo como un ají.
Si hay una confianza que depositar en la selección de Sabella, no ha de ser tanto por las variadas posibilidades de su máster plan (que tanto puede ser el 1-1-8 como el 9-1-0) que por la tasa de amateurismo y vergüenza de sus jugadores. A partir de hoy, tomemos nota de cada escena reproducida en slow motion para ver cómo estamos.
*Escritor.