¡Sorpresa! El jueves 5 a la noche, Canal 7 no transmitió en directo el discurso de cierre de campaña de Néstor Kirchner en Catamarca. Fue sólo un flash, molesto pero cortito. Se supone que, allá arriba, alguien con algo de tino habrá decidido ahorrar pólvora en chimangos.
Esperando por más (ya que, el miércoles 4, “la televisión pública” había pasado íntegra la visita del Pingüino Mayor a la bonaerense Chivilcoy) me fui enganchando con Good bye, Lenin!, aquel tragicómico películón de Wolfgang Becker sobre una destacada militante comunista que, gracias a haber estado ocho meses en coma, se salva de conocer una noticia que desde su personalidad dogmática jamás hubiera podido soportar: la caída del Muro de Berlín y del socialismo alemán oriental, al que ella había dedicado lo mejor de su vida.
Parece que yo andaba demasiado predispuesto a ver escenas de kirchnerismo explícito y no cine de culto. Alex, el hijo de la camarada, dispuesto a todo para sobreactuarle la vigencia de una realidad inexistente, se me figuró un cuadrazo de la Secretaría de Medios de Comunicación, aunque tierno, fabricándole noticieros de tele llenos de loas a la potencia del régimen, entre otros ardides.
En esas pantomimas mediáticas creí percibir, trasnochado, metafóricos destellos de la Ley de Radiodifusión que acaba de prometer Cristina por enésima vez. Y adiviné rasgos de ella misma, tan frágil y protegida por el muchachito de la historia en base a una cadena de mentiras. Good bye, Lenin! es, también, una oda a un falso matriarcado sostenido por varones.
La Señora (quiero decir, nuestra Presidenta y no el personaje del film) venía de protagonizar un episodio curioso y muy televisivo. Después de no dedicarle ni una sola mención al problema de la inseguridad al abrir las sesiones ordinarias del Congreso, se había manifestado ante los micrófonos de Olivos “preocupada como todos” por ese flagelo, sólo porque hubo dos crímenes en 48 horas y Susana Giménez sumó demasiado rating al reinstalar sin sustancia alguna el debate sobre la pena de muerte.
Una diva que propone medidas de gobernante dura. Una gobernante que reacciona como diva. Como quien dice ¡qué barbaridad! ¿No es de película?
Cristina llamó a mantener la calma y a tener paciencia, porque “ese problema que nos preocupa a todos” está atado a “la actividad económica y al empleo”. La actividad económica está en caída libre. El empleo, por suerte, aún no se desbarranca pero cada día cuesta más conseguir uno. Y todo indica que 2009 no será un año de salariazos, precisamente. ¿Motivos para mantener la calma? ¿Habrá que verlos en el próximo noticiero de Good bye, Lenin!?
El asunto no terminó ahí. Como para recuperar la sensación de ofensiva, y ya que acababa de hacer algo así como las paces con el campo, CFK culpó a la Justicia por las demoras en los juicios por violaciones a los derechos humanos y otros despropósitos.
La jueza de la Corte Suprema Carmen Argibay saltó como leche hervida y le dijo que si quiere celeridad judicial, destine recursos, nombre jueces en los Tribunales vacantes y no cajonee leyes en el Parlamento.
Una jueza que propone medidas de gobernante garantista. Una gobernante que reacciona como policía. Como quien grita ¡alto en nombre de la ley! ¿No es de película?
La renovación de la Corte sigue siendo, acaso, la jugada política más aplaudida del kirchnerismo en el poder. Se completó hace cuatro años exactos, en febrero de 2005, precisamente cuando juró Argibay. La misma Argibay que ahora parece heber sido elegida como la rival del momento, a propósito del “efecto Susana” y a tono con un estilo inaugurado (y tutelado) por el marido de la Presidenta.
Tal vez el principal problema de este matriarcado a lo macho sea que los Kirchner, ella y él, están demasiado pendientes de lo que sucede en la TV, las radios y los diarios. Para ellos y sus escribas, el problema de la inseguridad está demasiado atado a la exageración periodística y en manos de jueces ímprobos e ineficientes. No es su problema, en síntesis. Y habrá que prepararse para cosas aún peores si la crisis económica se profundiza.
Hoy es el Día de la Mujer. Aprovechemos para decir que, matriarcal o no, es la política la que sigue en déficit.