Hay una revolución en los medios. Grandes y chicos. Hegemónicos y oficialistas. Muy diferentes entre sí hoy, pero con un elemento en común: haber sido muy beneficiados por el Gobierno en algún período de los últimos 12 años y que esa ventaja haya cambiado o esté por cambiar. Se pelean Szpolski con Garfunkel. Olmos con Héctor Ricardo García. Magnetto con David Martínez. Y, como si faltara poco, hasta Cristóbal López con Macri.
C5N. Los medios audiovisuales de Cristóbal López –C5N y Radio 10– causan risa en su vehemente y efusiva defensa de la libertad de prensa que tan poco han practicado. También Editorial Perfil sufrió dos clausuras de una parte de su edificio en 2014 por las mismas causas que en el edificio de C5N, clausuras parciales que también dificultaron el cumplimiento de nuestras tareas, pero nunca se nos ocurrió invocar la Ley 4.565, sancionada en mayo de 2013, en defensa de la libertad de expresión en el territorio de la Ciudad para impedir las clausuras. Ello, a pesar de haber hecho tapas como la de Macri en silla de ruedas en la revista Noticias y haber sido críticos duros del PRO mientras Cristóbal López elogiaba a Macri para continuar recibiendo atenciones con sus dos casinos en la Ciudad, idilio que recién se les rompió recientemente.
En el caso de Editorial Perfil, acatamos la clausura, hicimos las reformas edilicias que solicitaban los inspectores de la Ciudad y se levantó la clausura pocos días después. Y si, como dice el comunicado oficial de C5N, la clausura por 12 horas del galpón de sus móviles fue la respuesta del PRO a las investigaciones sobre el caso Niembro, también deberían haber clausurado nuevamente partes del edificio de Editorial Perfil.
Crónica TV. El Grupo Olmos, que gerencia la obra social de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), compró durante el kirchnerismo los diarios Crónica y BAE, y más recientemente la revista Veintitrés y un tercio de la productora Underground, de Sebastián Ortega. Siempre quiso quedarse con Crónica TV, pero la resiliencia de su fundador, Héctor Ricardo García, que mantiene las acciones del canal aunque delegó parte de su administración, viene impidiendo que concreten completamente ese deseo. Cansada, gente de los Olmos, con un cerrajero, habría ocupado por la fuerza la oficina del gerente de Programación, Rubén Molina, que responde a García, obligando al octogenario y mítico fundador de Crónica a no faltar un solo día para que no le ocuparan su propia oficina.
Hace dos semanas, la Cámara en lo Penal Económico confirmó la condena de un año y nueve meses de prisión al abogado de la UOM porque “en forma sistemática durante años se defraudó a los afiliados de la UOM”. Y el curso de esa investigación salpica al líder de la CGT oficialista, Antonio Caló, y en la triangulación del dinero derivado de los afiliados podría también hacerlo con el Grupo Olmos.
Szpolski-Garfunkel. El 10 de diciembre próximo vencería el acuerdo de socios por el cual Garfunkel concedía a Szpolski las decisiones sobre los contenidos de los medios de ambos. Evidentemente, los dos preveían que el cambio de gobierno les exigiría un mezclar y dar de nuevo. Pero los plazos parecen adelantarse. Ya hace un año hubo un enfrentamiento entre ellos porque Szpolski contrató al piquetero Luis D’Elía en el canal CN23 en contra de la opinión de Garfunkel. Algo que por entonces algunos interpretaron como una pelea armada para posicionar a Garfunkel distinto de Szpolski y poder iniciar renovados un nuevo ciclo el 10 de diciembre.
Pero esta vez la situación no deja lugar a dudas: Garfunkel hizo una denuncia de amenaza de muerte y solicitó protección policial después de que su esposa, Victoria Vannucci, tuviera una fuerte discusión con Szpolski. Que la relación terminara más o menos metafóricamente a los tiros es una señal del cisma que el cambio de ciclo político puede producir en esos medios.
Magnetto-David Martínez. Salvando las siderales distancias con Szpolski y Garfunkel, también hubo señales de enfrentamientos, interpretadas por algunos como una mera puesta en escena, entre el CEO del Grupo Clarín y el de Fintech, quienes comparten el 60% y el 40% de Cablevisión/Fibertel respectivamente, cuando entre 2013 y 2014 el Grupo Clarín tuvo que presentar su plan de desinversión y adecuación a la Ley de Medios y David Martínez presentó uno por separado aceptando la fecha más temprana que promovía el Gobierno y condiciones que todavía Clarín discutía en la Justicia.
También en 2013 Martínez firmó un acuerdo con Telecom Italia por la compra del control de su empresa telefónica en Argentina, sobre la que ya pagó parte, y sigue a la espera de la autorización final del ente regulador del Gobierno, algo que se viene descartando pero aún no ha sucedido.
Y esta semana Clarín anunció la compra de la filial argentina de Nextel: primero el 49%, para no incumplir la ley, y cuando el ente regulador lo apruebe, tiene el derecho de formalizar el 51% restante. El kirchnerismo anunció su rechazo a la compra, pero en el mercado se supone que debería haber un acuerdo con Scioli para que autorice la operación tras el 10 de diciembre. Y no sólo para que Clarín se quede con el cuarto y muy pequeño proporcionalmente operador de telefonía (simplificadamente, Telefónica, Telecom y Claro tienen alrededor de 20 millones de teléfonos móviles cada uno y Nextel, menos de 2 millones), sino que la promesa de Scioli incluiría volver a licitar las frecuencias de telefonía móvil en 3G y 4G que quedaron vacantes al no poder los dueños de América TV, Vila y Manzano, pagar los 500 millones que habían ofrecido por ellas.
Los expertos en telecomunicaciones opinan que el triple play –telefonía, internet y televisión– ya es imparable. Que un abonado de TV por cable sin internet vale hoy en la Argentina sólo 300 dólares, y que si al mismo abonado se le vende también internet (doble play) pasa a valer 500 dólares, pero que si se lo completa con telefonía (triple play), y en una Argentina con su economía en orden, pasaría a valer más de 1.000 dólares el abonado.
Cablevisión ya tiene más de 3 millones de abonados, con los menos de 2 millones de Nextel podría alcanzar los 5 millones, y si consiguiera la licencia de 4G podría alcanzar, en algunos años, 7 millones. No es fácil, porque Nextel precisa una actualización tecnológica muy costosa, pero el genio de Magnetto siempre redobla la apuesta.
Muerto Néstor Kirchner y con Cristina fuera de la presidencia, probablemente su próxima lucha no sea contra el Gobierno sino contra las telefónicas y entre ellas, con su todavía socio David Martínez. Como decía Perón, el aliado táctico será un futuro enemigo estratégico.