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Mensaje de Alberto a Cristina

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Él y ella. En la interna del Gobierno, la contundencia y la cantidad de veces que Alberto Fernández usó en el reportaje para diferenciarse de Cristina Kirchner, fueron interpretadas como una declaración formal de independencia. | Pablo Temes

El reportaje de PERFIL a Alberto Fernández del domingo pasado replicó fuerte en la interna del Gobierno. Durante diez páginas (casi tres horas de entrevista) el Presidente respondió sobre todos los temas. Desde el rechazo al Presupuesto, el FMI y la corrupción durante el kirchnerismo; hasta aspectos más personales como su relación con el poder, su salud y su futura nueva paternidad.

Pero en la intimidad del oficialismo, los pasajes más releídos y comentados fueron los que le dedicó a su Vicepresidenta y al cristinismo en general.

Día difícil. El viernes 17, día concertado para el reportaje, comenzó con una mala noticia para Fernández. Después del duro discurso de Máximo Kirchner en el Congreso, la oposición rechazó el Presupuesto. Las fuentes consultadas indican que la primera reacción presidencial fue de enojo con el jefe de su bancada. Ese mediodía, además almorzó con los diputados Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro, que venían del Congreso y le habrían aportado pruebas a ese malestar.

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Tras el almuerzo llegaría el zoom con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, e inmediatamente después el reportaje con Jorge Fontevecchia.

Al menos un dirigente del oficialismo sugirió que no era el día adecuado para concretar esa entrevista, pero el Presidente respondió que no habría cambios en su agenda. Algunos atribuyen la frontalidad de sus respuestas a ese clima de tensión que precedió a la cita con PERFIL: “Todo lo que dijo es lo que piensa, pero hay cosas que pueden ser políticamente inconveniente decirlas en público… Igual estuvo contenido, teniendo en cuenta lo cargado que venía ese día.”

Alberto nombró 23 veces a Cristina en forma explícita y en otras 10 de modo implícito. A diferencia de lo que decía de ella en público en los primeros dos años de gestión, estas definiciones parecen marcar una nueva relación de poder con su principal socia:

El día después del reportaje con PERFIL, hubo cena en Olivos con los diputados oficialistas...

• “Hubo un esfuerzo por mostrarme sometido a Cristina. No lo estuve, no lo estoy ni lo estaré.”

• “No tengo ninguna jefatura. El último jefe político que conocí fue Néstor Kirchner.”

• “El mundo en el que Cristina gobernó es distinto al que me toca a mí. Sus experiencias me sirven de poco en muchos casos.”

• “Máximo tiene una lógica política más parecida a la de Néstor que a la de Cristina. A mi juicio eso es un valor.”

• “Cristina tiene una suerte de liderazgo carismático muy fuerte. Néstor tenía más un liderazgo racional. Yo intento ejercer un liderazgo más racional. Detesto los personalismos. Son un problema para la democracia.”

• “El día en que Néstor dijo en público que sería candidato a presidente, Cristina se enojó mucho. Dijo que era una ridiculez lo que estábamos diciendo. Sin embargo, lo logramos. Vivimos eso con una comunión de ideas, de afecto y objetivos, que no tuve nunca más con nadie.”

• “Cristina a veces es arbitraria. A veces es antipática (…) A veces parece muy soberbia.”

• “Poco a poco se van dando cuenta de que no somos necesariamente iguales. No lo somos (…) Definitivamente, no pensamos igual en todo.”

• “Es una persona intensa.”

Abrazarse a Néstor. Nunca desde que asumió, el jefe de Estado se había dedicado tanto a recordar sus diferencias con la mujer que lo eligió candidato. Por eso, en la interna del Gobierno sus dichos se interpretan como una declaración formal de independencia.

Cuando Fontevecchia le repreguntó “cómo convive emocionalmente con esa carga” (lo “intenso” de Cristina), la respuesta fue cortante: “No convivo. Eso es algo mucho más denso.” Para después acotar, ya en tono risueño, que no se hubiera casado con ella.

Ante el interrogante de si entre él y el ala dura del kirchnerismo hay desconfianza, fue claro: “Sí. En el espacio tenemos extremos. Y sí hay desconfianza. No tengo la solución. Son los que me criticaban haber estado en la cumbre de líderes democráticos que organizó Joe Biden al mismo tiempo que Evo Morales y Luis Arce, presidente de Bolivia, publicaban tuits agradeciéndome por lo que había dicho”.

A ese sector también se dirigió cada vez que respondió sobre economía. Al recordársele que él antes criticaba a Cristina por enfrentar la inflación mandando militares a controlar los precios, respondió que hoy diría lo mismo. Fue otro de los momentos del reportaje en los que se abrazó a Néstor Kirchner para separarse de sus descendientes: “Néstor era un obsesivo del equilibrio fiscal y del superávit fiscal” y, usando palabras de Kirchner, completó: “Muchachos, no joroben más: el superávit no es un problema de izquierda o derecha, es de sentido común”.

Avisó que fue él quien decidió la salida de Debora Giorgi (enfrentada con el ministro Matías Kulfas) de la Secretaría de Comercio y avaló el reto público de Kulfas a Roberto Feletti. Kulfas es uno de los funcionarios que, según la Vicepresidenta, ya no debería estar en el Gobierno.

...Nadie evitó hablar de las definiciones presidenciales sobre su Vice. Máximo recomendó su lectura

Uno de los temas más delicados de la entrevista, por lo que representa para Cristina y su familia, fue el de la corrupción. El Presidente los defendió, pero volvió a hablar de “reproche ético” y de “desliz ético” por el alquiler de hoteles de los Kirchner a un contratista del Estado como era Lázaro Báez. Y cuando se le preguntó sobre la causa de los cuadernos en la que se mencionan bolsos de dinero entrando a la casa de Cristina, la defendió con un argumento técnico: “Hasta acá no está probado.” Aunque después aclaró: “Ladrona no es”.

Insistió en que ya no será su Vice la única electora para 2023 y anticipó que podría presentase a la reelección. Cuando se lo consultó sobre cuánto sumaría ella, dijo: “No sé cuánto suma.”

Para que no quedaran dudas sobre sus dudas, ante la repregunta de si la trascendencia política de ella podría ser decreciente, aceptó: “Puede ser.” Y al interrogante de si líderes del cristinismo podrían superar la imagen negativa que tienen en un sector de la sociedad, contestó: “No es fácil.”

También se distanció del discurso agrietado de parte del oficialismo, al que atribuyó la derrota electoral (“Nos extremamos y perdimos el voto del centro”) y explicó que “la Argentina está llena de dogmáticos que viven en un lado y otro de la grieta”. Sobre la posibilidad de un regreso del programa ultracristinista “6,7,8”, fue contundente: “Esas cosas no sirven”.

La respuesta de Máximo. A las 20:30 del lunes pasado, un día después de la publicación del reportaje, comenzó una cena en Olivos con todos los diputados del FdT, encabezados por Máximo Kirchner. Las respuestas del día anterior todavía estaban frescas. Máximo sorprendió recomendando su lectura (“Está muy bueno”) y atenuando algunos textuales que sus colegas le recordaban con cierta malicia: “Y…ese es Alberto…dijo lo que piensa”.

Optó por elogiar el “empoderamiento” que transmitió en la nota (“Si no tenemos un Presidente con actitud electoralista, el Gobierno no tendría futuro.”) y negó que su madre estuviera enojada, aduciendo que de lo contrario ya se habrían enterado: “Ella en eso no es muy sutil”, ironizó.

El propio Alberto Fernández se refirió al reportaje. Fue para afirmar que no estaba molesto ni con Máximo ni con sus diputados por el rechazo del Presupuesto, sino con la oposición. Explicó que eso fue lo que le dijo a Fontevecchia y lo que salió publicado el domingo. Aunque dijo haberse sorprendido con la tapa de PERFIL del día anterior, el sábado 18, que indicaba que tal enojo sí había existido.

Que un Presidente se sienta empoderado no debería llamar la atención, teniendo en cuenta que los presidentes son elegidos para ejercer el poder.

Pero en la Argentina es una noticia. Y en la interna del oficialismo es una noticia que digieren día a día. La de un hombre que, a dos años de haber asumido, hoy parece aceptar que su futuro político sólo depende de él.