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Pronósticos económicos 2021 y realidad

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Guzmán. Su Presupuesto 2022 fue rechazado. En el de 2021 había subestimado la suba de precios. El actual ubica la inflación en 33%. La diferencia entre lo que se termine aprobando y la real será usada para licuar costos y contar con recursos discrecionales. | pablo temes

Así como a fin de año los alumnos promedian sus notas para saber cómo les fue, los economistas hacen lo propio para entender qué tan lejos o tan cerca quedaron sus proyecciones de doce meses atrás.

Como todos los diciembres, esta columna intenta dimensionar la distancia entre lo que se pronosticó y la realidad, entendiendo que esas proyecciones también son un reflejo de las expectativas, angustias e intereses de la sociedad.

PBI proyectado y real. Para no personalizar ni en los aciertos ni en los errores, elijo tomar el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, que reúne los pronósticos de 41 participantes (28 consultoras y centros de investigación nacionales, 12 entidades financieras del país y un analista internacional).

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Hace un año, el promedio de ese relevamiento estimaba un crecimiento del PBI del 5,5%, en línea con lo que el ministro Martín Guzmán prometía en el Presupuesto de este año. Una magra recuperación de poco más de la mitad de los casi 10 puntos perdidos en el pandémico 2020.

En diciembre pasado, el Fondo Monetario anticipaba que la economía de este año ni siquiera recuperaría la mitad de lo perdido en 2020: solo se incrementaría un 4,5%.

Las proyecciones económicas intentan llevar certidumbre a la incerteza argentina. Y otra vez fallaron

El LatinFocus Consensus Forecast es una reconocida organización internacional que mes a mes publica proyecciones de casi 200 fuentes especializadas. Entre los clientes que compran sus informes (a 390 euros cada uno), están las principales multinacionales y bancos y entidades públicas como el FMI, el Banco Mundial e, incluso, nuestro BCRA. Hace un año, a esos clientes les informó que la Argentina crecería el 4,7%. 

A nivel local, en enero de 2021, el diario especializado El Cronista realizó una investigación entre consultoras nacionales, que acordaban en que la caída del 9,9% del PBI en 2020 solo sería recuperada tres años después. Recién cuando terminara 2023.

Hoy, en cambio, las estimaciones de la mayoría de las consultoras coinciden con las que ahora también tiene el ministro Guzmán. Creen que el PBI de este año rondará el 10% (el último dato conocido esta semana indica que, en el tercer trimestre del año, el PBI acumula una suba interanual del 10,8%). 

Si así fuera, al término de este año el país recuperaría lo perdido el anterior. En ese caso, el margen de error de aquellos pronósticos económicos estaría en torno al 50%. 

Dólar y déficit. El del dólar es otro de los índices relevantes para la economía argentina. Hace un año, el valor de la divisa mayorista para diciembre de 2021, fue previsto por los expertos consultados por el Central en $ 125,80; y para los de LatinFocus, en $ 126,48.

Hasta el cierre del viernes, el desfasaje entre el pronóstico y la realidad superaba el 20%. Ese día, el dólar mayorista cerró a $ 102, que es el valor que planteaba el Presupuesto 2021 para el último día hábil del año. Pero todavía quedan algunas ruedas por delante.

La mayoría de los consultores consideraba hace un año que el déficit primario sería de entre el 4% y el 4,5%, cercano al 4,2% presupuestado oficialmente. Sin embargo, en Economía hoy sostienen que terminará siendo del 3,5%. De ser así, el desvío de aquellas proyecciones (incluida la oficial) se ubicaría entre el 15% y el 29%.

Para los argentinos, acostumbrados a porcentajes inflacionados de dos dígitos, quizá no parezcan extremos desvíos de dos dígitos en las proyecciones de los especialistas. Pero lo son.

El índice de inflación sí fue pronosticado con acierto por la mayoría de los expertos: alrededor del 50%. Lejos del 29% previsto en el Presupuesto y muy cerca de la realidad. 

Inflación 2022. A fines de 2020, cuando otros colegas del gabinete le preguntaban en privado a Guzmán si su flamante Presupuesto era cumplible, les respondía que sí y que creía que el único desvío podía venir por un rebote mayor al 5,5% del PBI. Y cuando se le preguntaba por la inflación del 29%, insistía en que se iba a cumplir.

En el Presupuesto 2022, que esta semana fue rechazado por el Congreso, la inflación se proyectó en 33%. Un tercio menos que la de 2021, cuando se supone que tanto el valor de los servicios públicos como el del dólar deberían recuperar una parte de lo perdido este año con respecto a la inflación.

Contrariamente a eso, el valor de la divisa también está previsto que vuelva a crecer menos que el índice de precios: $ 131 a diciembre de 2022. Mientras que el PBI está calculado en + 4% y el déficit primario en 3,3%.

Igual que hace un año, Guzmán hoy les asegura a sus colegas de gabinete que el Presupuesto es absolutamente cumplible. Uno de ellos, que lo quiere y le quiere creer, coincide con su visión. Salvo cuando se le pregunta sobre la inflación. ¿Guzmán vuelve a subestimar la suba de precios para licuar costos, acelerar la baja del déficit y usar discrecionalmente la recaudación adicional que generaría mayor inflación de la estimada? No hay respuesta verbal, pero la respuesta gestual es sí. El macrismo hizo lo mismo en su carrera por el déficit cero.

Como cada diciembre, ya comenzó la lotería de las proyecciones para el próximo año. Los “policy entrepreneurs” de los que hablaba Paul Krugman no solo son personas que aprendieron a ganarse la vida vendiendo pronósticos estadísticos con decimales exactos a quienes, como los empresarios y los políticos, están urgidos por las dudas. En países como el nuestro, son producto de la histórica y dolorosa incertidumbre nacional: la falta de mínimas certezas genera gurúes que, al menos por un tiempo, nos hacen creer que el futuro es predecible

Los periodistas somos parte de esa ansiedad informativa por llenar de precisiones los vacíos existenciales de la economía argentina. 

Premios Fortuna. El martes pasado, los pasillos de la entrega de los tradicionales Premios Fortuna en la Bolsa de Comercio fueron la escenificación de esa necesidad colectiva por intentar entender y cuantificar lo que viene. 

El error más notorio fue la suba del PBI. Fallaron además en el dólar y el déficit. Acertaron en la inflación

Como siempre, se hicieron presentes muchos de los empresarios más importantes del país, además de dirigentes del oficialismo y la oposición, economistas y periodistas. En las charlas informales pre y post premiación, la idea predominante era que 2022 será un año de crecimiento (2,5% a 3%, la mayoría; entre 4% y 5%, los menos), que para una Argentina que viene del estancamiento de una década, es bajo o moderado. Y otro crecimiento, algo menor, para 2023. 

A la hora de apostar por un resultado final del PBI para la gestión de Alberto Fernández, y con lo poco riguroso de esta estadística responsabilidad de quien escribe, se podría decir que el consenso general marcaba una suba de entre 4% y 6% en estos cuatro años.

Sin embargo, lo que no parecería tan malo en medio de una pandemia (durante los cuatro años de Macri el PBI bajó 4%), no termina de ser una buena noticia.

Hace una década que el país está estancado. En ese lapso, el PBI per cápita argentino pasó del primer lugar en América Latina al séptimo. Hubo gobiernos de distinta orientación y modelos económicos más o menos intervencionistas, pero ninguno logró construir una alianza social ampliamente mayoritaria que destrabara el empate hegemónico y transmitiera la confianza de políticas acordadas y de largo plazo.

Este estado de escepticismo no se puede medir en un Excel, pero sin duda repercute en el PBI. La desconfianza hacia un país en el que todo puede cambiar cada cuatro años, o antes, es un fuerte inhibidor de cualquier inversión. Tanto para el gran empresario como para el pequeño. 

Entre tantos pronósticos, me animo a hacer uno: no habrá un modelo exitoso, cualquiera sea su orientación, si no es acordado y sostenido por la representación política de una amplia mayoría. No significa que eso sea suficiente ni que sea sencillo. 

Solo significa que, sin ese primer paso, no habrá confianza. Y sin confianza es imposible el desarrollo.