La campaña política prometía cambiar de ritmo a partir del lunes iniciando una primavera electoral. Los actos de Daniel Scioli y Sergio Massa, realizados en dos teatros porteños a metros de distancia el 21 de septiembre apuntaban a poner algo de sensatez luego de las tormentas políticas que ocurrieron después de las primarias. La “normalidad” duró poco con la decisión de Daniel Scioli de no concurrir al debate programado para el día 4 de octubre.
Recapitulando: finalizadas las PASO del 10 de agosto la mayoría de los analistas políticos habían apostado al desarme de Massa, y a una polarización entre el Frente para la Victoria y Cambiemos. Esto no ocurrió. Las encuestas mostraron mínimos cambios desde las elecciones primarias del 9 de agosto, con un leve corrimiento de votantes de Massa hacia Mauricio Macri.
Las semanas posteriores a las PASO fueron el manual de la campaña negativa. Las acusaciones políticas tras las inundaciones en Buenos Aires, que cortaron los festejos sciolistas, y la “viralización” del viaje de Daniel Scioli a Italia llevaron a la ruptura de un pacto implícito de no agresión entre éste y Macri. El contraataque no se hizo esperar. Las acusaciones sobre la abultada facturación de la consultora de Niembro hicieron volar por los aires la campaña de Cambiemos, que finalizó con la renuncia del comentarista deportivo. A esto le continuó una serie de cadenas nacionales por parte de la presidenta Cristina Kirchner, que corrieron de la escena a Daniel Scioli.
El resultado del Niembrogate le devolvió a Sergio Massa la sonrisa por el retorno de los votantes que empezaban a ver en Macri un contrincante más fuerte. La estrategia del tigrense se enfocaría ahora en disputarle a Macri el segundo lugar. La respuesta de un macrismo muy aturdido fue denunciar un pacto entre Scioli y Massa para debilitar a Macri. El protagonista de esta movida propia del TEG sería el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, a quien lejos de desmentir la especie se lo vio feliz retornando a los primeros planos. El pacto sería un tanto extraño: fortalece en mayor medida al candidato del FpV, que arañando el 40% de los votos quedaría automáticamente consagrado como presidente si Macri no llega al 30%. No queda claro qué ganaría Massa.
Explosivo. Sin embargo, Scioli sabe que conduce su carro presidencial en un campo minado. A la competencia con Cristina Kirchner por el protagonismo en las pantallas televisivas le siguió la definición de Estela de Carlotto como un presidente de “transición”, categoría temida por la sociedad argentina. Además tiene que hacer los malabares de un surfista profesional para establecer sus propuestas, con la finalidad de evitar la pregunta de rigor: ¿por qué no lo hace Cristina ahora? Eso pasó, por ejemplo, con su idea de traer a la Argentina 30 mil millones de dólares por año. Es claro que deberían cambiar las condiciones actuales de la economía para tal logro, por ejemplo levantar los controles de capitales y liberalizar el mercado de cambio.
La otra cuestión que se discute es su anunciada ausencia en el debate del 4 de octubre. Desde el punto de vista ciudadano sería deseable contar con un debate con los candidatos presidenciales. Desde el punto de vista más estricto de la conveniencia política, peor que no participar de un debate es perderlo. Scioli, en el debate, tendría que no sólo sostener su gestión y sus propuestas, sino defender la gestión de Cristina y un conjunto de decisiones que él no tomó. El gobernador encabeza todas las encuestas (ninguna lo da segundo), tiene un voto consolidado que condensa a los sectores más pobres de la sociedad, pero tampoco posee un cómodo margen. No puede darse el lujo de perder ni un centenar de votantes. Una hipotética ausencia en el debate tendría poco efecto en sus apoyos. Difícil es predecir en cambio qué pasaría si el debate naufragara en un conjunto de explicaciones no muy convincentes sobre las acciones del Gobierno, frente al ataque del resto de los contrincantes.
En un desarrollo hipotético del debate, la estrategia de Macri será restarle a Scioli los puntos que lo colocan en el 40% que evitan el ballottage. Massa tiene una tarea específica que es conquistar los votos que necesita para pasar a Macri, alrededor de diez puntos, que no parece una tarea fácil. Buscará machacar los escándalos recientes del macrismo, ofreciendo sus propuestas de mano dura contra el narcotráfico y la inseguridad, y mostrando racionalidad económica de la mano de Roberto Lavagna, cosa que Macri no termina de transmitir. Rodríguez Saá, Stolbizer y Del Caño no tienen nada que perder y sus cañones apuntarán a “desenmascarar” al kirchnerismo y mostrar que Scioli es la continuidad.
Simbolismo. Las dos terceras partes de los votantes piensan que Scioli es quien tiene mayores posibilidades de ser el ganador de las elecciones. Esa es una ventaja del orden simbólico que no se puede obviar. Sin embargo, cuando la pregunta es por qué ocurre esto, la respuesta no es tan sencilla. En la Argentina actual, para ganarle al oficialismo hay que hacer algo más que señalarle sus errores. Ese “algo” no ha sido descifrado por los líderes de la oposición. En su momento Alfonsín, Menem y Néstor Kirchner supieron interpretar las claves de las demandas ciudadanas y lograron construir ejes discursivos movilizadores rompiendo las inercias políticas.
¿Puede Macri acceder a la segunda vuelta gracias a Vidal, en la provincia de Buenos Aires? Vista la poca pregnancia que Macri tiene en el norte del país, sus cartas se concentran en las grandes ciudades, Córdoba, Santa Fe, Rosario, Mendoza y, por supuesto, la Ciudad de Buenos Aires. Pero no alcanza. La provincia de Buenos Aires reúne el 38% del electorado, y un 30% de Vidal implica una ponderación de aproximadamente el 13%, lo cual no es poco. Va a ser una elección reñida, pero Vidal difícilmente pueda ganar si la carta de Macri no es triunfadora. La historia reciente muestra que la que tracciona es la fórmula presidencial. En la hipótesis de una Vidal ganadora en la provincia, habrá ballottage el día 3 de noviembre.
Queda sólo un mes para saber si hay nuevo presidente, o esperar a la definición por penales el 22 de noviembre.
*Sociólogo, analista político. @cfdeangelis