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Muchachos punks

Para muchos de los que nacimos en la década del 70 el punk es o fue la banda de sonido de nuestras vidas. Yo nací en noviembre de 1975 y mi casa quedaba a la vuelta de la sala donde ensayaban Los Violadores, el primer grupo punk argentino.

Tomas150
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Para muchos de los que nacimos en la década del 70 el punk es o fue la banda de sonido de nuestras vidas. Yo nací en noviembre de 1975 y mi casa quedaba a la vuelta de la sala donde ensayaban Los Violadores, el primer grupo punk argentino: un día, con seis o siete años, me quedé congelado cuando me crucé a uno de ellos por la calle, con sus ropas extrañas, borceguíes y el pelo en cresta. También recuerdo que en la esquina de Cabildo y Juramento, en Belgrano, estaba la Galería Churba, con sus pisos descendentes y concéntricos, sus negocios de discos y remeras de rock: era la esquina punk de la ciudad por excelencia allá por los primeros 80. Para principios de los 90, cuando Los Ramones vinieron por primera vez a la Argentina (en realidad pasaron por aquí en 1987, pero sólo unos pocos afortunados estuvieron entonces en Obras Sanitarias), sus casetes piratas se conseguían únicamente en el Parque Rivadavia y algunas tiendas del Microcentro. En abril de 1991, cuando los vi en vivo, seguían siendo una bola de sonido imparable, y sólo supe que lo que estaba viviendo era real cuando me encontré saltando como un poseso abrazado a un chico que lloraba, y me di cuenta de que ese tipo era Mariano Martínez, el guitarrista de una banda que también solía ir a ver, Attaque 77. Más de treinta años después del año en que el género explotó hacia el mundo, muchos creen que el punk está muerto (el punk como marca estaba muerto ya a principios de los 80), pero todos saben que su vigencia se actualiza cada vez que cuatro amigos que no saben nada de música deciden formar una nueva banda y creen que realmente pueden hacerlo.

Pasada una generación, existen al menos dos libros que recrean a la perfección el espíritu de ese momento en que un grupo de personas se propuso cambiar la música para siempre: La historia del punk, de Phil Strongman, y Por favor mátame, de Legs McNeil y Gillian McCain. El primero es una suerte de historia abreviada, que tiene como centro a la corriente inglesa del género, a través de la figura de Malcolm McLaren y el perfecto producto de su mente febril: los Sex Pistols. El segundo, un clásico de más de 500 páginas que acaba de ser reeditado, está escrito por uno de los fundadores del fanzine Punk (término que significaba basura, vagabundo, estúpido o prostituto), del que se desprendió el nombre de la corriente musical. Por favor mátame sigue la escena de las bandas estadounidenses, desde la Velvet Underground y los New York Dolls hasta Los Ramones, con la particularidad de que es una historia oral en la que los únicos que hablan son los protagonistas: Lou Reed, Patti Smith, Iggy Pop, Johnny Thunders, Richard Hell.

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A través de estas páginas se puede trazar una genealogía del género, que actuaba por contagio: Dee Dee Ramone vio actuar a Iggy Pop y quiso convertirse en músico; lo mismo le pasó a Joey Ramone después de verla a Patti Smith, a los Sex Pistols después de asistir a un concierto de Los Ramones, y a los futuros Joy Division luego de un recital de los Sex Pistols. Todo convergía en un momento único: la muerte de los ideales de los 60, el desempleo, la popularización del consumo de drogas duras. Alguien debería importar estos libros a la Argentina, una sociedad con una cultura rock como pocas. Tendrían un destino de best seller asegurado.


*Desde Barcelona.