COLUMNISTAS
Violencia contra las Mujeres

No más un hecho silenciado

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La semana pasada conmemoramos el Día de la Mujer. Pero mi jefe, el secretario general de la ONU, no encontró un motivo para celebrar. “Las mujeres y las niñas siguen sufriendo una discriminación y violencia inaceptables, a menudo a manos de sus parejas o familiares”, dijo Ban Ki-moon en un mensaje a todos. “Ser mujer significa a menudo ser vulnerable”, agregó. La violencia contra las mujeres es un hecho de vieja data. Desde mi juventud, como periodista en España e Italia, recuerdo crímenes “pasionales”: una mujer violentamente abusada e incluso asesinada luego de una disputa doméstica. También los llamados “crímenes de honor”. Recuerdo haber informado que una corte en Sicilia permitió que el asesino, luego de haber admitido su crimen, fuera liberado después de haber probado que su mujer le había sido infiel.
En mis tiempos en Medio Oriente la violencia contra las mujeres tomó otra dimensión, tan horrenda como brutal. En casos extremos, una mujer apedreada hasta la muerte por orden de una corte. Mutilación genital femenina como un hecho rutinario, en muchos casos con heridas terribles como secuela, sin descontar el impacto psicológico en la siguiente generación de niñas.
Y luego África. En años recientes visité el Congo en misiones para las Naciones Unidas, y la escala de la crisis, aún hoy, resulta inimaginable. Más de 1.000 violaciones denunciadas cada mes, con un promedio de 36 mujeres y niñas cada día. Cientos de miles de violaciones desde que estalló el conflicto armado hace más de una década, marcando el camino de la ONU a clasificar la violación como un crimen de guerra. El tema no atañe a regiones, culturas o grupos determinados de mujeres. La ONU ha llegado a la conclusión de que una mayoría de mujeres es víctima de la violencia a lo largo de su vida, siendo la violencia física infligida por sus parejas la forma más común.
La ONU lanzó una campaña global que se basa en que el tema ha sido mantenido en silencio demasiado tiempo. Propone que los estados miembros aprueben y hagan cumplir leyes que castiguen ese tipo de violencia, que produzcan planes de acción que incluyan el trabajo conjunto de las agencias gubernamentales para impedirla, que produzcan informes más detallados y refuercen la recopilación de datos.
Las oficinas de la ONU en Argentina reunieron a periodistas de varias provincias en un taller para brindar herramientas que conviertan el tema en una cuestión de derechos humanos.
Los periodistas coincidieron en que a menudo los casos de violencia contra la mujer son presentados como hechos aislados, como un tema de seguridad o policial, no de derechos humanos.
En las semanas siguientes al taller, los medios publicaron una serie de historias sobre violencia contra las mujeres en Argentina. El ataque a Wanda Taddei, que murió de manera terrible, quemada en febrero de 2010, disparó datos que clamaban por acción. Desde su muerte, 26 mujeres en Argentina fueron prendidas fuego por sus parejas; 13 de ellas murieron.
En enero de este año, siete mujeres fueron quemadas por sus parejas o familiares, cuatro en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, tres en Corrientes. Cuatro de ellas han fallecido.
Casos extremos, quizás, aunque las estadísticas nacionales confirman la historia. En 2010, 207 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en Argentina. En los dos primeros años de funcionamiento en la Ciudad de Buenos Aires, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de la Nación atendió a más de 12 mil casos, 80 por ciento de los cuales cuentan con víctimas femeninas. La ONU apoyó la creación de esta oficina, al igual que la apertura de otras similares en las provincias.
Ante los periodistas del taller relaté mis experiencias para reforzar la universalidad del mensaje: “Si pensamos que está pasando en el Congo pero no en Córdoba, en Sicilia pero no en Santa Fe, que sólo se trata de los demás, estaremos callando este tema una vez más”.
Viendo a las nuevas generaciones de periodistas argentinos asentir al respecto, me di cuenta de que el muro de silencio está siendo derribado. Ojalá que sea de una vez y para siempre.

*Director del Centro de Información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay.

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