COLUMNISTAS
UNA REALIDAD QUE NADA DEBERIA SORPRENDER

No se puede tapar el sol con las manos

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Independiente está inmerso en la peor crisis de su historia.
Una prueba palmaria de esto es que el jueves 22, en un diario de alcance nacional y muy buena venta, iba a salir publicado un reportaje a Ricardo Bochini en el que el máximo ídolo del Rojo pedía, entre otras cosas, el adelanto de elecciones para que Julio Comparada ponga su cargo a disposición de la voluntad de los socios. Este es un deseo de muchos en Independiente y de varios miembros de la actual Comisión Directiva, pero dicho por Bochini toma otra fuerza.

Debe ser por eso que cerca de las 23.30 de ese día, cuando la fiebre del cierre del diario ya había bajado y los periodistas de la sección Deportes pensaban en la cena, apareció el jefe de Redacción. “La nota de Bochini no puede salir”, ordenó. Y la nota no salió. En su lugar, se publicó la decisión de Gallego de no asumir como DT, de una manera que dejaba al presidente a salvo de cualquier cosa. Otra vez, Comparada había sido protegido por un medio amigo. Como es de suponer, no hay pruebas de que en el medio de esta decisión repugnante haya habido dinero. Nadie firma recibos por plata mal habida.
Este es sólo un botón de “muestra”. Si el presidente de un club necesita callar una voz como la de Bochini a través de influencias o de dinero, está reconociendo que su gestión de gobierno naufragó. Igual, no hacía falta este episodio para saberlo.

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Basta con haber completado la escuela primaria, haber aprendido a sumar y restar y haber resuelto algunos problemas de regla de tres simple para darse cuenta de que si las ventas de Agüero (la venta más costosa del fútbol argentino al exterior de la historia), Ustari y Denis le dejaron al club casi 50 millones de dólares y la cancha no está terminada; el plantel profesional no es el que debe tener un club de la exigencia histórica de Independiente, es porque hicieron muy mal las cuentas. O porque alguien/algunos se llevó/llevaron para casa algunos dineros que no correspondían. No soy de la AFIP como para salir a recorrer countrys para detectar si algunos dirigentes actuales de Independiente tienen bonitas y amplias casas nuevas.

Creer que el problema de Independiente es sólo el fútbol es minimizar un desastre, cuyos responsables tratan de tapar de cualquier modo, aún a billetazo limpio o con intimidaciones telefónicas. Nada podrá tapar el distanciamiento de los ídolos, ni la sospechosa presencia en el club de jugadores como Pacheco ahora o De­­­­­­­petris antes, ni la desprolija compra de Maxi Velázquez sin que Mareque fuera transferido, ni que el estadio fuera inaugurado sin baños y sin las terminaciones lógicas de cualquier obra, ni que la mitad de los obreros que trabajaban en el estadio quedara cesante un día después del partido inaugural. Podrán callar estas cosas –y otras—en algunos medios. Pero no en todos. El lugar común se impone: no se puede tapar el sol con las manos.

Hay un problema mayor que excede a Comparada y su Comisión Directiva. Es la falta de un líder político claro que sirva de sucesión. Pedro Iso y Jorge Bottaro, por nombrar sólo a dos dirigentes ejemplares de décadas pasadas, no fueron imitados. Independiente interrumpió abruptamente su escuela de dirigentes, aquella que forjó su historia. Desde hace unos años, se hicieron cargo del club personas que son empresarios y no dirigentes de vocación. Eso se paga. El título escuálido y sin brillo del Apertura 02 no dejó nada. Fue un equipo armado con una billetera generosa que permitió alquilar jugadores y engordar el promedio. Jugó bien apenas la mitad de los partidos, tuvo a dos árbitros vetados y logró dar la vuelta olímpica con angustia en la última fecha.

Las salidas de Menotti y Garnero, el último puesto y la discusión sobre si tiene que jugar de tal o cual manera quedó a un costado. Independiente está en serio peligro. Ya está en convocatoria de acreedores y tiene un déficit cercano a los 200 millones de pesos. Le debe a cada santo una vela. A Menotti se le debe dinero de su último paso como DT y no cobró un peso en un amplio tramo de su trabajo de mánager. Algunos jugadores, como Vella, Acevedo y Piatti, prefirieron otros rumbos porque se les hacía cuesta arriba cobrar sus contratos. Gandín y Núñez fueron transferidos en la desesperada búsqueda de billetes y, también, en nombre de un proyecto de juveniles para el que no había infraestructura, plata, juveniles de elite ni paciencia.

“No somos Racing, la puta que lo parió”, cantan los hinchas desaforadamente desde la cabecera de la calle Alsina, tratando de diferenciarse de su vecino y de las peripecias que el club albiceleste pasó durante tantos y tantos años.
Sin embargo, Independiente hoy está recorriendo el mismo peligroso camino que recorrió su sufrido primo y, al igual que Racing en otra época, se hunde todos los días un poco más.
Esto no depende de ningún partido de fútbol. Independiente podrá ganar, perder o empatar. El técnico podrá ser Trossero, Cagna, Mohamed o podrá seguir el Chivo Pavoni. El problema es que sus sólidas estructuras de antaño se pusieron viejas. Nadie las cuidó, las taparon de ineptitud y malas conductas y el resultado es lógico.