Nadie en su sano juicio comprende por qué Venezuela (y el presidente Hugo Chávez) son convertidos en centros medulares de la información internacional por una simple reforma constitucional, como si hoy concurrieran en el país el diluvio universal, el asesinato del presidente y el descubrimiento de las claves secretas del Big Bang al mismo tiempo. ¡Todo por una reforma constitucional! Una rutina democrática en la escala mundial (hay que tener en cuenta que desde 1983 se han reformado 19 veces constituciones en América latina, 23 en Europa, 7 en Asia, 7 en Canadá y Estados Unidos). Entonces, ¿por qué es “anormal” y escandaloso que ocurra en el país de Hugo Chávez?
Las razones están debajo de la montaña de propaganda confeccionada para demonizar, aislar y derrotar la Revolución Bolivariana y su gobierno, origen de todos los temores.
Los poderes internacionales del capitalismo no pueden soportar que una mayoría poblacional constituida y organizada en sujeto histórico, se independice del control de Washington.
Ni que libere sus fuerzas creadoras sociales, políticas, subjetivas y culturales, elevando su nivel de vida como nunca en siglo y medio, con las más amplias libertades políticas jamás conocidas desde 1958.
En Venezuela no hay un solo preso político, no se cerró un solo medio por orden presidencial o acción policial, ni se suspedió ninguna garantía constitucional una sola hora en 9 años.
Lo que no pueden soportar es que la Revolución Bolivariana se consolida aceleradamente como la negación del neoliberalismo y alternativa al dominio imperialista y al capitalismo como forma de vida. Eso es lo que muestran dos informes recientes.
Esto los pone muy nerviosos, los sorprende y no lo pueden seguir soportando porque recupera dos conceptos: Revolución y Socialismo.