Algo ya dijimos la semana pasada, pero, teniendo en cuenta que el público se renueva, podemos volver a señalar que Diario de una temporada en el quinto piso. Episodios de política económica en los años de Alfonsín, de Juan Carlos Torre, es un libro mayor, un testimonio de las discusiones internas de un gobierno como seguramente nunca antes en la historia política argentina.
Torre, sociólogo de profesión, ingresó al gobierno de Alfonsín en el equipo de Sourrouille –primero en la Secretaría de Planificación y luego ya en el Ministerio de Economía– y llevó un diario del día a día de la gestión, de sus debates, sus encrucijadas, la negociación con el FMI, el rol de Alfonsín, de la UCR, la oposición, los sindicatos, los medios, el empresariado, hasta desembocar en Diario de una temporada… libro cuyas efectos de lectura son perturbadores, dada la similitud entre el contexto de entonces y el de hoy.
Para comentar un libro de esa envergadura hay que estar a la altura de las circunstancias. No es mi caso. Por razones de falta de talento y de espacio, prefiero este domingo primaveral reparar en algunos momentos casi anecdóticos del libro, como si hubiera un índice onomástico y de él extrajera algunos nombres casi al azar. En la página 223 leemos que Alfonsín comentaba (y Torre tomaba nota) lo sucedido con un discurso pronunciado desde el balcón de la Casa Rosada: “Fue un momento muy desagradable (…) Un grupo de la Juventud Peronista, dirigido por Patricia Bullrich, logró abrirse camino en medio de la multitud para situarse con un camión y un megáfono a muy corta distancia de donde yo estaba. No me dejaron hablar en paz. Me gritaron consignas en forma permanente (…) Esos gritos amplificados de la JP me obligaron a gritar todo el discurso”. ¡Patricia Bullrich, una vida entera dedicada a desestabilizar, fascistizar la vida pública, violentar la democracia!
En la página 101, leemos: “Recordaba a Ricardo López Murphy, entonces en el Banco Central, diciendo ‘es preciso aprovechar los primeros días del gobierno para hacer un shock (…) ustedes están equivocados porque si aumentan los salarios también vendrán las huelgas”. ¡López Murphy, una vida entera dedicada a ajustar, a impedir el aumento de salarios, a bajarlos todo lo sea posible, a llevar a cabo políticas de shock!
En la página 272, dice: “Uno de los que marcó la diferencia fue Luis María Blaquier, sosteniendo que los ingenios de azúcar no están en condiciones de comprometerse a ajustar salarios sin trasladarlos a los precios. Lo curioso es que el que habla aquí en nombre de los ingenios es Blaquier, que está al frente del Ingenio Ledesma, el más rentable y productivo de la industria argentina”. ¡Blaquier y gran parte del empresariado argentino, una vida entera dedicada a las ganancias extraordinarias, a trasladar todo a precios de manera exagerada, a boicotear gobiernos populares, a ser monopólicos o casi!
En la página 476, leemos: “Hoy me aceptaron la renuncia. Soy la primera baja del equipo (…). Marcelo Bonelli, desde Clarín, me despidió con foto y nota: ‘Torre se hizo famoso por dos cosas en su carrera de funcionario: deambuló taciturno por los despachos e ideó propuestas extravagantes para mejorar la presencia pública de Sourrouille’”. ¡Bonelli y Clarín, una vida entera dedicada a…! Bueno, como decía Karina Jelinek, lo dejo a su criterio.