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¿Qué diría?

Qué pensaría de algunos libros que se publicaron después de su muerte; de coyunturas, discusiones, y resultados electorales.

26-10-2020-Logo Perfil
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De las múltiples formas en las que extraño a Horacio González, una es imaginar qué diría. Saber qué pensaría de algunos libros que se publicaron después de su muerte; de coyunturas, discusiones, y resultados electorales que se sucedieron desde entonces. Recuerdo un viejo artículo suyo (no me acuerdo dónde ni cuándo fue publicado) llamado “Confesiones de un opinólogo”, en la que González pensaba críticamente (como de costumbre) acerca de los riesgos de tomar la palabra en medios y en escenas públicas. Porque González no emitía una mera opinión. No se trata de imaginar qué opinaría de diferentes temas, porque lo suyo estaba bien lejos de ser una simple opinión: las intervenciones puntuales de Horacio (como obviamente sus libros) funcionaban como una máquina de historizar, de problematizar, de ampliar el horizonte de debate, de alejarlo de los lugares comunes y los esquemas remanidos. Si extraño tanto esos textos de intervención (porque los otros, sus libros de fondo, los tengo ahí, siempre a mano, siempre volviendo a ellos) es porque permitía acceder a un nudo de reflexión que daba vuelta como una media aquello sobre lo que se venía discutiendo. Hacía pensar en eso que no habíamos pensado, ver aquello que no habíamos visto.

Pienso por ejemplo en qué diría González sobre Juan Carlos Torre. No sobre algunas las declaraciones vertidas en recientes entrevistas, levemente surrealistas, como “No diría que el Partido Radical está en la centroderecha. Hizo un comercio político con un partido de centroderecha [se refiere al PRO] (…) pero fue un acuerdo que no contamina la tradición del partido” o “Hablar de Martín Tetaz como de centroderecha me parece un exceso de malicia” (¡Me parecen chistes buenísimos, los voy a contar en la primera reunión a la que vaya!) sino a Diario de una temporada en el quinto piso. Episodios de política económica en los años de Alfonsín (Edhasa, Buenos Aires, 2021), libro extraordinario en muchos aspectos. Primero, por su rareza en la tradición argentina. Torre, miembro del equipo de Sourrouille durante el gobierno de Alfonsín, llevó un minucioso diario (se grababa por las noches, ahora aparece transcripto como libro, junto con varias cartas escritas durante esos años) en el que describe, con una lucidez asombrosa y un estilo descarnado, el día a día de la gestión económica, primero desde la Secretaría de Planificación, en disputa con el Ministerio de Economía a cargo de Grispun, y luego ya en el Ministerio de Economía en manos de Sourrouille. Las negociaciones con el FMI, los debates internos, la figura de Alfonsín, el rol de la oposición y de los medios de comunicación, todo es descripto con un detalle casi de entomólogo, con una prosa tan elegante como dolorosa. Testimonio excepcional que da cuenta de la impotencia, la impericia y el fracaso de un gobierno que asumió tremendamente condicionado por las restricciones económicas y sociales (deuda externa, etc.) heredadas del gobierno anterior. Segundo, porque leer hoy Diario de una temporada… se vuelve perturbador por las evidentes similitudes con el gobierno de Alberto Fernández.

El otro es La vida breve de Dardo Cabo. Pasión y tragedia del peronismo plebeyo, de Vicente Palermo (Siglo XXI, Buenos Aires, 2021). Libro que dudo que yo lea alguna vez. No creo que pueda leerlo sin antes haber leído qué habría pensado González sobre él.