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Nostalgias feriales

El libro de Vanina Colagiovanni es bello y adulto, e incluye poemas sobre la relación erótica entre dos mujeres.

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| Cedoc

Uno de los lugares en los que vi más gente amontonada, hasta diría que más amontonada que en los subterráneos y en los estadios, fue en la Feria de Editores, cuyas últimas ediciones se celebraron en la Ciudad Konex, alrededor de esta época del año. Naturalmente, este año se suspendió el evento o, mejor dicho, se llevó a cabo bajo una modalidad virtual, que puede haber sido útil para las conferencias y presentaciones, pero no para visitar los stands, tocar los libros y conversar con los editores y escritores reunidos en un mismo espacio: nadie parecía faltar en la FED y por eso había tanta gente amontonada. Me cuesta pensar que un fenómeno como ese vaya a repetirse, dado que la cultura del barbijo y la distancia han llegado para quedarse, acaso para siempre. 

De todos modos, al menos por ahora y tal vez porque hay más tiempo para leer (aunque menos formas de ganar dinero), se siguen publicando libros y las editoriales independientes –las que se agrupaban en la FED– continúan su admirable trabajo. En estos días conocí editoriales de las que nunca había tenido noticia. Algunas posiblemente tan chicas que hasta la FED les quedaba grande, aunque puede que hayan estado sin que las viera. Por ejemplo, Palabras Amarillas, en la que Emilio Jurado Naón acaba de publicar la punzante novela patria Tópico de los dos viajeros. El escritor me envió el libro y por la solapa descubrí que la colección de narrativa ya iba por el número quince. Le escribí al editor, Javier Fernández Paupy, quien generosamente me hizo llegar diez libros del sello. Son libros chicos, pero diez es un número abrumador. Leí el número uno, Informe sobre Moscú, de José Sbarra, escritor que parece haber vivido a caballo entre el under y el periodismo oficial y murió de sida en 1996. El libro póstumo es pequeño y consta de dos relatos más pequeños y, a su modo, fascinantes. Uno es el diario de un viaje a la URSS cuando caía el régimen, que es también una novela epistolar dirigida a un amante que quedó en Buenos Aires. El otro, Los perodáctilos, es un hermoso poema en prosa acerca del amor indisoluble de una pareja de esos bichos.

Y hablando de poemas, cuando todavía estaba en San Clemente, Vanina Colagiovanni y Mario Varela me enviaron sus últimos libros, publicados respectivamente por las editoriales Caleta Olivia y Tren Instantáneo. Lo curioso es que conocí a la simpática pareja en la Feria del Libro (la grande) y solo los vi durante un par de temporadas allí o en la FED. De Vanina, editora de Gog y Magog, me queda una novela sin leer. De Mario conocía una película, La vida que te agenciaste, un documental sobre los poetas de los 90 de la que sus viejos camaradas no salen del todo bien parados. Los libros se llaman Una no elige cuando caerse y En un planeta fabuloso. Este forma parte de una colección de “poesía para niños y niñas” e inventa ingeniosas formas en las que gatos y tortugas pueden intercambiar sus papeles y ser devorados por canes perversos. El de Vanina es bello y adulto, e incluye poemas sobre la relación erótica entre dos mujeres. Gracias a sus libros conocí intimidades de Vanina y Mario que ignoraba a partir de nuestro contacto en las ferias. Pero igual preferiría encontrarlos en persona. Me caen bien y quién sabe cuándo volveré a verlos. Maldita cuarentena.

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