Malas noticias para Cristina: Lanata tiene razón. La Fundación María de los Angeles, que preside Susana Trimarco, está transitando el mismo pantano que la Fundación Sueños Compartidos, de Hebe Bonafini. La militancia rentada o amateur se desespera desde el aparato de propaganda para proteger a la madre de Marita Verón. Se indignan porque Jorge Lanata “ensució” con sus críticas a quien tanto luchó contra la trata y por la aparición con vida de su hija. Lo mismo pasó cuando estalló el escándalo que involucró a los hermanos Schoklender. “No manchen los pañuelos blancos”, amenazaban los paraperiodistas sin comprender que la mugre, envasada en billetes, había sido proporcionada por el Gobierno nacional. Son los Kirchner los responsables de haber alimentado con fortunas a Hebe y a Sergio para que hicieran viviendas, una responsabilidad del Estado y no de una ONG. Podrían haber intentado cooptar a una figura vinculada a los derechos humanos desde el campo de las ideas o aprobando leyes que facilitaran su tarea. ¿Qué necesidad había de profanar un símbolo universal de la lucha contra la dictadura como las Madres? ¿Por qué meter millones en esa relación? ¿Los Kirchner no conocen otra forma de relacionarse que no sean los subsidios y la chequera? Utilizan a los luchadores y a los artistas populares como escudos para proteger su enriquecimiento ilícito, voraz y veloz. ¿O la broma que hace Néstor abrazando con amor una caja fuerte en la Intendencia de Las Heras tiene que ver, Freud mediante, con el chiste y su relación con el inconsciente?
Quien se meta a fondo a investigar la cuenta del Banco Nación, casa central, de la fundación de Susana Trimarco se encontrará con sorpresas dolorosas. No sólo por los montos de dinero que le giraron desde el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, hasta el gobernador tucumano, José Alperovich, pasando por su colega riojano, Luis Beder Herrera, pero como vehículo del Tesoro Nacional. Esas cifras figuran en su mayoría en los boletines oficiales correspondientes. Lo más grave aparecerá si se sigue la ruta de ese dinero. ¿A dónde fue a parar? ¿A qué profesionales se contrató? ¿Qué locales se alquilaron? ¿Están las facturas de esos gastos o se esfumaron como los fondos de Santa Cruz? ¿Cierran los números? ¿Qué rol juega su abogado, Carlos Garmendia?
Nada de esto borra la lucha heroica que tanto Hebe como Susana libraron. Una enfrentó a la dictadura y la otra, a la mafia de la prostitución cuando ni Néstor ni Cristina lo habían hecho. A propósito, la muerte del genocida Videla reactualiza un desafío: encontrar una sola declaración en radio o en televisión del matrimonio Kirchner durante la dictadura o en los primeros cinco años de la democracia calificando a Videla como “terrorista de Estado o criminal de lesa humanidad”. O una sola invitación a dar una charla, aunque sea, a las Madres o Abuelas de Plaza de Mayo. Es difícil ubicar lo que no existe.
Susana Trimarco, a través de Télam y 6, 7, 8, acusó a Lanata de “golpista al servicio de Clarín”, pero no puede explicar por qué fue tan crítica de Alperovich y ahora, mágicamente, manifiesta apoyo al señor feudal, candidato testimonial en las elecciones parlamentarias. Susana Trimarco está cuarta en intención de voto, por encima de la kirchnerista de la primera hora Stella Maris Córdoba, quien duda en presentarse si la lista la encabeza José Alperovich.
Pero Lanata no tiene razón sólo en este caso. También en la mayoría de las denuncias sobre la empresa “Néstor Kirchner & Lázaro Báez” y su CEO, Daniel Pérez Gadín. Se confirmó que este monotributista compró la estancia uruguaya en 14 millones de dólares. Andrés Vivanco, el ex fiscal de Santa Cruz, dijo que “lo de Lázaro es de Néstor” y aseguró que en la intimidad el ex presidente muerto confesó que “sin corrupción no podemos gobernar”.
Las desmesuras y obsesiones han crecido en forma proporcional al aumento de las dificultades económicas. Hay cuestiones irracionales, misiles para matar mosquitos. Cristina desmintió por Twitter una información publicada por el diario La Prensa, (“no tengo ni tuve secretaria”) y sólo logró comunicar la existencia de ese matutino. Que River o Boca jueguen los domingos a las 21.30 por la tele sólo para evitar la goleada de Lanata habla de lo mismo. Se condena a los hinchas a que en invierno lleguen a sus casas después de la medianoche, en pleno auge de la inseguridad, sin advertir que si Canal 13 quiere, puede cambiar el horario de su programa más exitoso a las 20 y, seguramente, aumentará su rating.
El manual de instrucciones del soldado de Cristina indica que todo lo que no se puede dominar debe ser apropiado por las buenas o por las malas o, en su defecto, fundido, quebrado o fracturado. Eso explica muchas siglas como CGT, YPF, AMIA, UIA, Agea SA y hasta Ciccone, o las amenazas a Julio Blanck, la ministra Nora de Lucía o el fiscal Guillermo Marijuán. Es lo que pasa con LAN y la persecución de los camporistas de Aerolíneas Argentinas, que descubrieron que es más fácil destruir a la competencia (pese a dos fallos judiciales) que construir una buena gestión. O la orden a los supermercados para que no avisen en los diarios enemigos, cosa a la que Carrefour acaba de rebelarse. O el apriete autoritario de Guillermo Moreno para que la Asociación de Cooperativas Argentinas abandone Coninagro, la Mesa de Enlace, y destituya a Carlos Garetto, en un solo acto.
Ahora que Alfredo Palacios ya tiene monumento, vale la pena recordar su luz. Era abogado, como Néstor y Cristina, pero diferente. Murió en la pobreza y en la placa en la puerta de su estudio decía: “Atiende gratis a los pobres”. Su tesis primera doctoral, que fue rechazada “por atentar contra las instituciones”, se tituló: “La miseria de la República”, y en un párrafo dice así: “Encastillados (por vivir en castillos) en su asqueroso egoísmo, ellos son los responsables de la ruina del país; ellos, que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe y que tienen las arcas repletas y desparraman a manos llenas en el Viejo Continente el oro que malversaron”. Malas noticias para Cristina. Y eso que el primer diputado socialista de América jamás vio a Lanata.