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Nueva forma de ejercer el poder

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En general, los gobiernos transitan sus primeros cien días tratando de consolidar sus bases de apoyo. Después deben aceitar el complicado engranaje que conecta a su gestión con la realidad. Generalmente, el primer impacto inmediato después de la asunción de un nuevo gobierno es de un gran apoyo en la opinión pública –sustentado en expectativas mucho más que en hechos–, y enseguida sobreviene una “corrección en busca de un equilibrio estable”. A partir de ese punto la realidad comienza a pesar más.
Algunos gobiernos hacen uso de sus primeros cien días para dejar instalada en la sociedad su visión del país; otros hicieron eso antes, durante la campaña electoral. Alfonsín fue un ejemplo de esto último; su proyecto de país se sintetizó en su consigna de campaña “derrotar al pacto corporativo sindicalista-militar”; tan pronto asumió enunció su propósito de enjuiciar a los miembros de la juntas militares y en paralelo se dispuso a negociar para resolver litigios limítrofes con Chile. Después, las complejidades de la realidad lo superaron.
Menem fue un típico caso del uso de los primeros cien días: presentó un equipo de gobierno que prácticamente lo decía todo, inclusive todo lo que no había dicho en la campaña. La amalgama con sus bases de apoyo fue impecable: inesperadamente su popularidad trepó del 50% de votos al 75 % de respaldo. Sostuvo ese respaldo por largo tiempo, habiendo cambiado el equipo de gobierno inicial por el de Domingo Cavallo.
El caso de Néstor Kirchner es menos claro. Había asumido con pocos votos y una notoria debilidad en su propio bloque; sus primeros cien días se concentraron en fortalecerse e ir tejiendo las alianzas imprescindibles para gobernar, proceso estrechamente vinculado a la crucial elección legislativa que tuvo lugar hasta septiembre de 2003. El kirchnerismo fue definiendo su programa de gobierno durante su gestión, que se prolongó en los dos gobiernos de Cristina. Sus primeros cien días fueron dedicados a palpar la realidad: el país salía de la crisis, la recuperación cobraba impulso bajo la gestión del ministro Lavagna, la interna justicialista era compleja. El gobierno de Kirchner necesitó más de cien días para definir su identidad; pero supo aprovecharlos para consolidar un alto respaldo en la sociedad, el cual más que compensó su debilidad electoral inicial. Aun así, sufrió el efecto de la “corrección hacia el equilibrio estable”: al cabo de los primeros cien días su tasa de apoyo había bajado unos 15 puntos. Aunque el gobierno se había hecho legislativamente más fuerte.
Cristina comenzó mal sus dos gobiernos, y le tomó tiempo recuperarse en ambos casos, más claramente en la primera gestión que en la segunda. La crisis del campo, el escándalo de Antonini Wilson y la valija, y un clima de alta tensión intrasindicatos, contribuyeron al mal comienzo. El problema de la Resolución 125 se prolongó varios meses; de hecho, el gobierno no pudo superarlo nunca. En su segunda presidencia, debutó con los controles al dólar, que le dio más dolores de cabeza que soluciones. Ese tema hoy ha dado a Macri la oportunidad de una decisión bien valorada por la población.
Macri se está beneficiando con el efecto inicial. Durante sus primeros cien días ha sufrido una moderada “corrección”, de un orden de magnitud de un 10%. Y la valoración de la situación económica que se recoge en la población es mala, aun cuando las expectativas acompañan al Gobierno.
En estos cien días el nuevo gobierno ha mostrado con amplitud su estilo poco confrontativo y de un verticalismo hiperatenuado, su disposición a admitir errores y a negociar, su preferencia por no enunciar planes en detalle.
Ese estilo es acreedor a la buena votación que obtuvo el Ejecutivo esta semana en la Cámara de Diputados. Es un estilo prácticamente opuesto al de los gobiernos anteriores, y se está constatando que a la sociedad argentina le cae bien. Como si se hubiera cansado del estilo del kirchnerismo y estuviera dispuesta a darle una oportunidad a esta nueva forma de ejercer el poder. Cien días no es suficiente para juzgar cuánto durará ese crédito de confianza, pero parece claro que no se puede abusar de él.

*Sociólogo.