PERSONAJES:
FELISA: tiene unos cincuenta años, pero representa más. Está abatida. Su corte de
pelo recuerda vagamente a Anjelica Huston, y así la bautizó Página/12 apenas asumió en su
ministerio. Intuye que a su alrededor todos conspiran para tenderle un puente de plata, quizá la
salida elegante de su sillón hacia otro en el Congreso.
En ese caso, será la última en enterarse de “la gran Bielsa”.
GUILLERMO O “EL PORONGA”: escucha ópera en su discman y habla por
celular a la vez. Tanta tecnología contrasta con su aspecto: parece haber salido recién de una
Polaroid de los setenta; bigote semimexicano y mirada altiva. Es entrador, simpático y un poco
violento en sus ademanes.
Todo el tiempo busca algo en el bolsillo de su pantalón. Le encanta asustar a las abuelitas,
pero con menos elegancia que los poetas surrealistas en el París de los años treinta. Coger,
penetrar, violar, meter son sus verbos preferidos. Se desconoce si por ausencia o por obsesión.
BEATRIZ o “TROYA”: ya lleva varias semanas en el INDEC pero recién
ahora todos acaban de comprender su rol. Aún no firma, a la espera del decreto que la nombre en el
cargo.
Es el objeto de todas las miradas del edificio. Le sonríe a Felisa y obedece a Guillermo.
MEN IN BLACK: tres policías de civil que custodian a Beatriz y no la abandonan ni
a sol ni a sombra. Tienen la típica mirada del que busca sospechosos y no pronuncian palabra
alguna.
Sólo se alejan unos pocos metros del escritorio de su jefa.
ALBERTO: opera desde las sombras. Una especie de Ricardo III, pero sin joroba y
con más ahorros en el banco. Cree que su poder será permanente.
Desconfía del “Poronga” porque intenta jugar fuerte en la interna de la Capital,
abriendo siete unidades básicas con muchachos simpáticos y “pesados”.
FUNCIONARIOS: todos tienen el mismo rostro. Son especialistas en supervivencia y
nunca pronuncian juicios demasiado inequívocos. Su poder es la ambigüedad.
EL DIRECTOR: sólo aparece su nombre en una pequeña placa de bronce. Se dio a la
fuga. Su salud es endeble.
La escena transcurre en un edificio ubicado en Diagonal Sur, frente al monumento a Roca. Es
el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
PRIMER ACTO
Vencido el plazo, todos dejaron de mirar el reloj. Por primera vez en el año, el índice de
precios sería impuntual. Era lunes a la tarde y nadie se animaba a firmar el informe.
La tarea le correspondía a Beatriz Paglieri, el reemplazo de Graciela Bevacqua, pero el
decreto con su nombramiento aún estaba a la firma.
Paglieri no podía firmar pero bien podía cuestionar: se enfrentó toda la tarde con los
técnicos y directores, y en cada cruce tomó un respiro para llamar al celular de Moreno y pedir
letra. Finalmente, el secretario de Precios había logrado “penetrar” al Instituto.
Mario Krieger, director adjunto, y Julio Rotman, director nacional de Estadística y Precios de la
Producción, pusieron la firma para avalar el número.
El edificio de Diagonal Sur estaba paralizado: la chica de informática que mensualmente
recibe los datos y los sube a la página se comía las uñas y miraba todo el tiempo el reloj.
Estaba trabajando fuera de horario, pero lo mejor era no hacer preguntas. Recién después de
las siete, Mario Krieger le pasó la inflación oficial.
Turismo, prepagas y lechuga fueron los aumentos que se dibujaron por decreto. Con el 1,1% ,
el trabajo de Moreno volvía a cobrar sentido. La “Operación Lechuga” fue simple: con un
promedio de 21% de aumento en las verduras, la lechuga se acercaba al treinta. Se interpretó ese
dato como un error y se lo promedió con una “bolsa de verduras”, que es lo que el
protocolo técnico indica en el caso de un error puntual: así, la lechuga bajó del 30% al 9%. No
hizo falta alterar otros precios de alimentos, aunque éstos eran en algunos casos desmesuradamente
altos, algo que pudo observarse al día siguiente cuando, después de “caído el sistema”,
se dio a conocer la Canasta Básica de Alimentos. Al 21% en verduras se le agregaba el 15% en
frutas, 11% en asado (uno de los “cortes populares”), 14% en pollo, 12% en filet de
merluza y 100% en el precio de la papa, que formó parte de los “precios sugeridos” por
Moreno a 0,53 el kilo y fue registrado en enero por el INDEC en $ 1,02.
En el caso de las prepagas, la mejor manera de modificar la realidad fue ignorarla: el 22% de
aumento fue registrado como 2% para los planes con copagos.
Y en el turismo se mantuvo una conducta similar: la muestra sobre el punto del propio INDEC
fue reemplazada por otra de la Secretaría de Turismo que registraba un aumento del 0,03% sobre
enero de 2006, aunque los alquileres subieron más del 20% y las carpas el 25%, para sólo citar dos
ejemplos.
La “excusa técnica” fue que las encuestas del INDEC fueron pobres o poco
contestadas, por lo que se decidió tomar el “universo” y descartar el
“área”. Mezclar universos con áreas es como sumar papas y destornilladores, de modo que
los promedios de una misma área tienen, en diciembre y enero, orígenes distintos.
Si se analiza la serie histórica, el aumento en turismo de 2005 fue de 13%, de 16% en 2006 y
con un crecimiento aún mayor de 3,7% en enero de 2007.
El fenómeno creado por el dibujo del índice es curioso: el crecimiento económico no se
desaceleró, pero el índice de inflación bajó (ver cuadro adjunto).
Así, frente al 1,3% de enero pasado la inflación oficial fue del 1,1%. Los técnicos del
Instituto, que habían amenazado con difundir los datos reales, finalmente se llamaron a silencio
“para mantener la fuente de trabajo”.
El número real oscilaba entre el 1,8% y el 2,1%, aunque algunas consultoras lo consideran aún
más alto y el Financial Times evaluó la brecha entre la vida real y la oficial entre 3 y 5 puntos.
El ex director de Estadística de Actividades Productivas del INDEC (entre 1984 y 1987),
Víctor Beker, declaró a la revista Fortuna que “la inflación podría ser más alta en el
mediano y largo plazo, porque los servicios no subieron tanto de precios como los bienes, se están
consumiendo más que a mediados de los 90, y estos servicios son los que aún tienen margen para
recuperar sus precios”. Los aumentos a los que se refiere Beker se concentran en los
productos de consumo típicos de la clase media: alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar,
alquiler, comidas para llevar, viajes de media y larga distancia: la preocupación electoral del
Gobierno tiene suficiente asidero.
SEGUNDO ACTO
El juego del secretario “Poronga” está echado: el 1,1% de inflación oficial
demuestra, en la virtualidad, que nadie “penetra” mejor a las empresas que el señor de
bigote semimexicano. Su pelea con Felisa tiene aún un round pendiente: la designación de Daniel
Carbonetto como asesor poronguil, que Felisa se niega a firmar.
La ministra de Economía revisa su agenda exterior de 2007: la desvela recordar que Alberto y
De Vido esperaron a que estuviera de viaje para nombrar a Beatriz Nofal en la Agencia de
Inversiones.
Con “el Poronga” en avance, los viajes de Felisa no pasarán de Chascomús.
Finalmente, es probable que el sueño del “Poronga” desde enero de 2006 se haga
realidad: ¿le negará Beatriz el acceso a la lista de precios protegida por el secreto estadístico?
¿Violará “el Poronga” el secreto?
Los números muestran, sin embargo, que poco podrá resultar del deseado apriete a los
almaceneros: un interesante trabajo del economista de la CTA Horacio Rovelli muestra que es la
fuerte concentración económica la que hace que las grandes empresas fijen los precios.
“Recordemos –dice Rovelli– que las primeras 500 empresas que más facturan
del país lo hacen por más del 24% del PBI.
Ello explica que mientras el IPC del INDEC desde la salida de la convertibilidad al 31 de
diciembre de 2006 creció 91,3%, el Indice de Precios Mayoristas lo hizo el 194,9% (el mismo
incremento que el dólar), y los precios de los Productos Primarios (acero, petróleo, cemento, etc.)
acumularon un incremento del 302,5%”.
A la hora de elegir, “el Poronga” sabe que esa gente juega en serio, y que no se
trata de un grupo de almaceneros.
Ya no duda, como Charley Partanna frente a Anjelica Huston en El honor de los Prizzi:
—Do I ice her? Do I marry her? (¿La congelo? –la mato– ¿Me caso con ella?)
“El Poronga” saludará en el atrio.
IN DECK: Néstor Kirchner, ‘dibuja, dibuja que algo quedará...’
INVESTIGACION: J. L. / ROMINA MANGUEL / LUCIANA GEUNA