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Defensora de Género

Otra semana discutiendo la legalización del aborto

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Respeto. Destaque de la convivencia en Diputados de “verdes” y “celestes”. | telam

En estos días, la discusión de la legalización del aborto ocupó el centro. Es un tema que moviliza, porque se refiere a la enfermedad o muerte de muchas mujeres y niñas y eso no puede no conmover a una sociedad que desde hace decenios rechaza hablar de este tema, creyendo que así los hechos no existen. Pero el aborto existe, existió y seguirá existiendo. Es una realidad que no se puede seguir ocultando. Es una noticia que mira el mundo, porque es difícil entender que en Argentina aún el aborto es ilegal y están penalizadas las mujeres. El aspecto de país moderno y de avanzada que nos ocupamos de forjar se desmorona cuando se plantea el tema del aborto legal. Según los avances legislativos la confusión es mayor. ¿Es posible que un país que fue de los primeros en reconocer el matrimonio igualitario no haya legalizado el aborto? Y en un país que fue el primero y de los pocos que aprobaron la ley de identidad de género, resulta mucho más difícil entender que no haya legalizado el aborto. Hay incongruencias difíciles de entender.

No intento explicar esto, pero sí señalar algunos motivos y también algunas características que aportan algo de luz. En primer lugar, el peso de la tradición de nuestros próceres que entendían que poblar era fundamental para lograr el desarrollo social y económico. Esta fuerte asociación sigue perdurando en el inconsciente colectivo, aunque está demostrado que no es así. Pero la razón no alcanza para cambiar. A esto se suma la dificultad que tenemos de reconocer la sexualidad. Mientras somos audaces para vestirnos, se ve un profundo deseo de ocultar y desconocer todo lo vinculado a la sexualidad, no tanto a la genitalidad. Esta discordancia es llamativa, porque la inclusión de escenas de sexo casi explícito en series o producciones televisivas contrastan con la dificultad para hablar de sexualidad. Se habla en broma, nunca normalmente, esto refleja algo no resuelto. Por eso también la resistencia a la Educación Sexual Integral y la dificultad en la capacitación de docentes. Pero también en la implementación de la ley Micaela, hablar de género obliga a deconstruir nuestros valores sobre el ser sexuados, superar el binarismo y aceptar la diversidad. Y sobre todo respetar la libertad individual de expresar nuestra identidad de género. Esto vuelve a aparecer en la discusión de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. ¿Se reconoce este derecho o seguimos negándolo?

El sábado PERFIL publicó la nota de Daniela Mozetic, quien señala que los “verdes” festejamos la aprobación en Diputados pero con la incertidumbre de qué pasará en el Senado. La experiencia del 2018 es muy reciente. Se comentaron los discursos encendidos y diversos, pero la nota del domingo de Mozetic sobre cómo conviven celestes y verdes en los distintos bloques, evidencia el contraste entre las posiciones en las movilizaciones callejeras con la convivencia y respeto dentro de la Cámara. Otro dato es la nota el sábado de Patricia Valli sobre el costo de la atención de los abortos clandestinos. El estudio del Centro de Economía Política Argentina les pone números a estas atenciones y cómo la IVE no aumentaría los gastos, sino que implicaría un ahorro no solo en vidas. Esto no es escuchado por quienes rechazan la IVE, e indica la falta de racionalidad. 

La semana tuvo otros temas. Uno es la vacuna del Covid, tema que nos acecha y aún no tiene definición. Tema no menor si pensamos que puede cambiar el 2021. Sabemos que la vacuna no nos exime de cuidarnos y respetar las normas de distanciamiento, algo que no se entiende y nos pone a todos en riesgo. Es responsabilidad de todos y no por miedo, sino por respeto al derecho a la salud de toda la sociedad, no de cada individuo o grupo. No debe caer en la grieta, esto debe entenderse en ambos bandos. Qué difícil.

Un tema no menor es la brecha de género en la producción, según nota de Valli en 50/50 del domingo. Basada en un informe presentado en reunión del gabinete de género del Ministerio de Desarrollo Productivo, las mujeres ganan 24% menos, aunque tienen mejor nivel educativo. Ellas trabajan en tareas remuneradas 30 horas semanales y los hombres 40, y esta diferencia se debe a que dedican más horas a las tareas de cuidados no remuneradas, uno de los factores que agrava la diferencia. Esto es mayor en las mujeres cuentapropistas y aumenta con la edad, a diferencia de lo que ocurre entre los hombres. El desafío es generar políticas de género específicas para estos sectores señalan. El ministro Kulfas reconoció tres brechas: la de ingresos, la territorial y la de género, y agregó que se busca trabajar simultáneamente para reducir las tres. ¡Esta es una esperanza para todas!