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Palomas y lobos

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¿Qué es lo que pasa con las palomas? En Sevilla (esto para demostrar que yo, cuando Guillermo Moreno era un bebé, viajaba a Europa) las palomas se amontonaban en la plaza y los nenes pegaban grititos de alegría y les daban miguitas. Creo recordar que en la Piazza San Marco también (cuando ya gateaba; Moreno, digo) se juntaban las multitudes de palomas con turistas a los que solía sumarme con entusiasmo. Vamos, que siempre creí que las palomas eran adorables. Espere, no se enoje que enseguida ampliamos el punto. Hace algunos años, leí un artículo, no sé en dónde ni de quién, titulado “El Lobo Bueno y la Paloma Feroz”. Qué horror, pensé, cuán equivocado está el autor, ¿cómo que las palomas son feroces y los lobos son buenos cuando es al revés, eh?,  si el lobo se come a las tiernas ovejitas y las palomas zurean y pican miguitas que les tiran los nenes; qué error además de horror. El autor  trataba de demostrar que así era y yo no le creía nada pero nada. Fue pasando el tiempo, que es lo único que el tiempo sabe hacer porque ya con las cremas anti–age ni envejecer a las señoras sabe, y empecé a oír otras voces. Que adherían a la nota sobre el lobo y la paloma y que aunque no quisiera me obligaban a observar a mi alrededor y a  oír algo más. Pues sí: pregúntenle a mi amiga Hebe (no la de Bonafini) si no me creen, y van a desatar una catarata de epítetos deslumbrantes no por su pureza y sí por su contundencia. Y si todavía no me creen, pregúntenle a mi amigo Federico Jeanmaire que se mandó una novela entera sobre el tema. Bueno, ¿qué nos queda? Casi nada, amigo mío, casi nada. Resulta, he tenido que admitirlo, que el  lobo es un buen tipo: monógamo, protector de la cría, mata cuando los cachorros o su señora esposa la loba tienen hambre, pero si no lo molestan, se queda piola. La paloma, ay, tal como lo compruebo en mi jardín todos los días a toda hora, vive tratando de herir y si es posible asesinar a sus hermanas. Pero un momento que algo nos queda, y ese algo es, por suerte la paloma de Picasso (que no es poco, vive Dios)  y el mito del arca y el de la paz.