Tengo noticias de que algunos institutos, no todos, han tenido problemas con atraso de partidas y falta de actualización por inflación. De hecho, también lo vivimos en las academias de ciencias, por lo que se nota la voluntad de retacear fondos para el sector por parte del Gobierno. Sin embargo, aunque es cierto lo que dice la oposición respecto a que el Conicet tiene menos dinero, también es cierto que ahora algunas cosas se financian desde otros ministerios. Otro punto importante es que cuando quienes protestan hablan de una reducción del número de becarios, las supuestas cifras de “expulsados” son todas potenciales, no reales, algo que la oposición se olvida de aclarar.
De todos modos, creo que lo que se hizo en 2014 y 2015 con la gran cantidad de ingresantes fue una postura política e insostenible en el tiempo. Tampoco me parece correcta la distribución temática de las becas propuesta para este año. A las autoridades del área solo parece importarles apoyar lo que tenga que ver con aplicaciones tecnológicas y productivas y no con investigación original.
En base a los datos, considero que la ciencia argentina viene decayendo en casi todos sus parámetros con todos los gobiernos que se sucedieron desde 1966 hasta hoy, algo que no cambió demasiado ni siquiera en el período anterior, que muchos colegas ahora reivindican. Para revertir el deterioro hay una sola manera: acordando un plan de crecimiento que no sea absurdo, como se pide en algunos proyectos de ley, sino sustentable. Por ejemplo, elevar cada año el 0,1% del PBI dedicado al sector. Y que el objetivo mínimo a alcanzar en cinco o diez años sea que Argentina invierta el 1,2% del PBI en CyT, que ya es el mínimo estándar global para no seguir cayendo en el pozo.
*Miembro de la Academia de Ciencias.