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Partes urbanos

La semana pasada tuve que acompañar a una chica a cancelar un parte en la comuna de San Miguel. En Chile llaman “parte” a las multas de tránsito. Regidas por un alcalde, las “comunas” concentran –mejor dicho, descentran– las gestiones que en Buenos Aires –que ya no es un municipio– se siguen llamando y padeciendo como “municipales”.

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La semana pasada tuve que acompañar a una chica a cancelar un parte en la comuna de San Miguel. En Chile llaman “parte” a las multas de tránsito. Regidas por un alcalde, las “comunas” concentran –mejor dicho, descentran– las gestiones que en Buenos Aires –que ya no es un municipio– se siguen llamando y padeciendo como “municipales”. En Santiago hay unas cincuenta comunas regidas por un alcalde electo. Treinta y cuatro administran el ámbito y la actividad urbana de lo que los turistas llaman la ciudad de Santiago. El trámite nos demoró siete minutos a las 12.30 del mediodía, que, según ellos, es la “hora peack”. Allí no dicen “hora pico” ni “pico” de fiebre o de montaña, porque reservan esa expresión avícola para aludir al pene, que, debo decirlo, era en aquel momento lo que más le interesaba a mi amiga, la infractora. Mientras yo miraba pagar, y los chilenos parecían felices, en Buenos Aires se cumplían siete meses de vigencia del nuevo Gobierno de la Ciudad. Como ya están saliendo de las nurserys bebés perfectamente viables concebidos cuando Gabriela y Mauricio juraban en sus cargos, concibo que es hora de volver a preguntarse por qué se obstinan, a la manera de Ibarra y Telerman, en eludir el cumplimiento de la ley que fijaba un plazo límite para el llamado a elecciones de autoridades de las comunas, que, según la constitución, participarían del gobierno y la administración de la ciudad. Es evidente que al séptimo mes de embarazosa gestión no han podido cumplir ni siquiera con la prometida cuenta de ñoquis y que cuentan, para esta mora constitucional, con la complicidad del bloque kirchnerista, porque ni éstos ni el Pro quisieran enfrentar las urnas. ¿Algún vecino de Palermo, San Telmo o Mataderos votaría a un piquetero K, o a un pavo real egresado del Cardenal Newman para administrar su barrio? La única salida para ambos bloques será “colgar” las elecciones comunales al festival de votos que prometen las legislativas del 2009, donde con toda probabilidad volverán a competir el oro kirchnerista contra la astucia publicitaria de Durán Barba para amortiguar en el cuarto oscuro el efecto que-se-vayan-todos que las gestiones del ejecutivo nacional y del porteño han hecho reaparecer en siete de cada diez ciudadanos. La única salida para los vecinos sería reproducir en todo el ámbito de la ciudad la actividad del colectivo llamado “protocomuna de Caballito”, que varias veces ha conseguido torcer el brazo del poder urbano. Pero la gente vive pensando en otra cosa. Mejor sería escribir sobre otra cosa.