COLUMNISTAS
PANORAMA / EFECTO MERCADOS

Piloto automático

Tras el traspié corregido del gas, el Gobierno celebra el dólar quieto. Oposición sin piloto.

1350_cangelis
QUE TE PUEDO COBRAR Christine Lagarde | DIBUJO: PABLO TEMES

Es por cierto discutible la idea de si un gobierno puede tener “sensibilidad”, o si en definitiva la máquina estatal en los países capitalistas funciona bajo ciertos parámetros, modulando las demandas del mercado hacia la sociedad que debe adaptarse al permanente serpenteo de aquel. Esta idea a la que podría adscribir cualquier mediático liberal coincide con aquella famosa frase de que el Estado moderno no es otra cosa que un comité de administración de los negocios de la burguesía.

Hasta que el mercado nos separe. El efecto diacrónico de la dolarización de las tarifas de los servicios públicos, juntamente con una devaluación sideral de la moneda nacional coloca entre la espada y la pared a quienes tienen pesificados sus ingresos, es decir el 95% de la población, y que por supuesto no tuvieron ninguna relación respecto de las dos decisiones: dolarizar y devaluar. La decisión del secretario de Energía, Javier Iguacel, de cobrar una sobretarifa en cuotas estuvo a punto de ser la gota para rebasar el vaso de lo soportable. Las razones burocráticas que esgrimió (la reactivación de una ley de 1992 frente a la finalización de la Ley de Emergencia Económica) podían ser perfectamente asimilables a los argumentos de un abogado de las empresas gasíferas.

Sin embargo, la marcha atrás sobre la polémica decisión significó por un lado que existían otras posibilidades, aunque no soluciona la cuestión central del problema que es la asimetría de una población cobrando en pesos y los servicios públicos pagados en dólares. Además, si el presidente Macri insiste en que tras el éxito de los yacimientos de Vaca Muerta el país se convertirá en exportador neto de gas se trata entonces de un recurso local, lo cual invalida su valuación en la moneda norteamericana. Luego, la distribución de energía constituye un monopolio natural para el cual no existe competencia posible, lo que hace válida la pregunta si no sería mejor una gestión estatal como es hoy la que lleva adelante Aguas y Saneamientos Argentinos (Aysa) que como empresa pública que presta los servicios de agua corriente y cloacas funciona razonablemente bien.

¿No sería mejor una gestión estatal como la que hace Aysa razonablemente bien?

Sin embargo, Mauricio Macri insiste en presentarse como un comentarista de la realidad cuando dice “la energía vale”, aunque le encontró en esta semana la vuelta a Elisa Carrió que fue levantando su nivel de confrontación a raíz del caso del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, luego de sus declaraciones acerca de que no es bueno para el país que ex presidentes terminen presos.

Ahora Macri sabe perfectamente que Carrió no va a romper y puede resultarle útil para reforzar su imagen presidencial en una suerte de culebrón que han armado los miembros de la alianza Cambiemos.

Milagros inesperados. Lo central es que, con la estabilización del dólar, el Gobierno estabilizó también su performance en las encuestas, que es el electroencefalograma que le da a conocer la sobrevida del proyecto tras  2019. Puede parecer sorprendente en una economía paralizada, donde la moneda perdió más de la mitad de su valor frente al dólar en 2018, y con las previsiones siempre optimistas del FMI que indican que la economía se contraerá este año un 2,6% y un 1,6% en el próximo, que el Gobierno piense que de esta forma puede llegar en condiciones competitivas hacia las elecciones presidenciales.
En la calle, en las entrevistas de las estrategias cualitativas de investigación y en los grupos focales surge una enorme decepción sobre la actuación presidencial, pero sin perspectiva de cambio. Incluso para los que se consideran muy críticos al Gobierno y se sienten afectados por sus políticas no ven posibilidades ciertas de un regreso de Cristina de Kirchner.  En este sentido, las opiniones se dividen entre quienes creen que ha quedado muy golpeada en términos políticos, pero también personales para presentarse, y quienes sostienen que su tiempo histórico pasó. De hecho, es cierto que dos de las tres grandes corrientes políticas que marcaron los tiempos desde la vuelta a la democracia, el alfonsinismo y el menemismo, quedaron como marginales en la política luego del fin de la presidencia de su líder. Ninguno de los dos, ni Raúl Alfonsín, ni Carlos Menem pudieron desarrollar un sucesor. Alfonsín en 2001 se presenta para senador por la provincia de Buenos Aires por la Alianza y saca el 15% obteniendo para sí la minoría, mientras que Carlos Menem insiste con su candidatura presidencial en 2003 cuando gana con el 24,45% de los votos y decide por una histórica ausencia en la segunda vuelta.

Por el lado del peronismo racional tampoco hay novedades ya entrando en la última parte del año, cuando el tiempo comienza a volverse tirano.

Evidentemente existen muchas racionalidades diferentes entre los “racionales” y ninguna parece prevalecer, quedando frente a la sociedad como una asamblea de notables sin vínculo con las bases, ni mucho para opinar sobre el Gobierno, más que intercambio de favores. Claro que esta actitud le está trayendo muchos dolores de cabeza al peronismo con territorio, no solo en el conurbano bonaerense. Intendentes, pero también algunos gobernadores comienzan a presentir que ese modelo de peronismo parlamentario no los lleva a ningún lado, no provee ni de votos, ni de épica cuando por sus necesarias relaciones de proximidad los ciudadanos les piden acción. En tal ocasión ocurre un nuevo milagro, que algunos vuelven a creer en Cristina de Kirchner como proveedora de esos bienes tan valiosos electoralmente.

Messias. Para una clase política bastante ombliguista como la argentina, el triunfo del candidato presidencial del Partido Social Liberal resultó una referencia obligada por sus posibles e imponderables repercusiones en el juego local. Hoy se trata de la búsqueda del Bolsonaro de las pampas por parte de unos medios de comunicación que solo piensan en las fachadas, y más adelante seguramente se producirán varios señalamientos sobre una posible derechización del centro político y del Gobierno. No pocos mirarán a Patricia Bullrich permeable al juego de la “mano dura”. Pero también con el Capitán de reserva brasileño vuelve a corporizarse una idea imposible hasta hace algunos años, que un partido ínfimo como el PSL, cuya mayor performance fue obtener un diputado en tres elecciones, pueda lograr con un candidato enfrentado a Red O Globo, el máximo conglomerado de medios del país, casi cincuenta millones de votos.

*Sociólogo (@cfdeangelis).