La audiencia del simposio organizado por la Pontificia Academia de Ciencias “Nuevas formas de solidaridad” para reflexionar sobre las penurias de los sectores más vulnerables incluyó a banqueros, académicos y funcionarios de gobierno. La reunión tuvo lugar en el edificio sede, cuya construcción fue iniciada por Pío IV en 1558. El papa Francisco afirmó que en un mundo rico, con un ingreso promedio mundial de 12 mil dólares, 5 millones de niños morirán a causa de la pobreza y otros 260 millones carecerán de educación debido a la falta de recursos.
La presentación del papa Francisco incluyó largos párrafos para denunciar “la estructura del pecado”, que comprende los paraísos fiscales, evasión de impuestos, desvío de ganancias para la elusión impositiva, lavado de dinero y corrupción de las multinacionales “no pocas veces en sintonía con algún sector político”. La disertación hizo una especial referencia al problema de los países muy endeudados en consideración a la presencia del ministro Martín Guzmán.
Las estadísticas muestran que los países más endeudados en la actualidad son los desarrollados, que tienen los niveles de vida más altos. Los EE.UU. tienen una relación deuda pública/PBI del 106%, Gran Bretaña 87%, Alemania 62%, España 97%, Italia 130%, Japón 238%, Francia 97%, Bélgica 101% y Portugal 120%. La crisis de 2008 aceleró el endeudamiento de estos países porque utilizaron la política fiscal para estimular la demanda y superar la recesión, que amenazaba convertirse en depresión. Nadie espera que estos países cancelen sus deudas; podrán disminuirla, como hizo Alemania, utilizando el superávit fiscal o renovarla a tasas menores. El BCE y el Banco de Japón implementan tasas negativas para promover los créditos. El Papa seguramente no se refería a estos países.
La situación argentina pareciera la única que plantea problemas por la concentración de los vencimientos en el corto plazo y porque no existe confianza para la renovación de la deuda privada. Bolivia tiene una relación deuda/PBI del 50%, Brasil 88%, Chile 24%, México 53% y Perú 26%. Si bien el argumento del papa Francisco sobre la deuda externa fue presentado en términos generales para sumarle dramatismo, el planteo respondía a la peculiaridad argentina. Próximos al Santo Padre estaban sentados la directora del FMI, principal acreedor de Argentina, Kristalina Georgieva, y el ministro Guzmán, responsable de la negociación.
La mayoría de los temas citados en la estructura del pecado ya fueron abordados por la OECD y el G20, que reclaman que las multinacionales paguen impuestos donde generan ganancias y han tomado medidas para restringir los paraísos fiscales, forzando el intercambio de información financiera. Sin embargo, estas medidas recién podrán efectivizarse cuando existan acuerdos globales, que son muy difíciles de lograr ante las políticas de algunos países que renuncian a mayores ingresos para captar inversiones.
El papa Francisco reconoció los progresos logrados desde 1948 pero no se detuvo en explicar que la dramática reducción de los índices de pobreza tuvo su origen en el crecimiento de la inversión y el empleo. Prefirió atacar a las empresas y multinacionales y reclamar una nueva arquitectura financiera internacional. Tampoco mencionó a los países donde están los 5 millones de niños que morirán este año o los 260 millones que no accederán a la educación. El Banco Mundial dice que Africa subsahariana y el sur de Asia cobijan el 84% de los pobres. Muchos de esos países están sumergidos desde hace décadas en guerras civiles o con gobiernos corruptos. El papa Francisco, en vez de señalar las causas, prefirió hablar de la mano solidaria que termina capturando la voluntad de los destinatarios en vez de promover el trabajo que otorga libertad para pensar. La reunión de la Academia tuvo mucha similitud con el Foro Económico de Davos, donde se dice mucho, se hace poco y todos se retiran contentos con las medallas de ocasión.
*Embajador.