Por qué algunas naciones tienen éxito y otras fallan en la competencia internacional? Michael Porter, reconocido académico y consultor en desarrollo económico de países y regiones, asegura que las naciones prósperas “son capaces de sostener sus posiciones competitivas a través de considerables períodos de tiempo” y que “algunas naciones han gozado rápidamente de aumento del nivel de vida a pesar del déficit en el presupuesto (Japón, Italia y Corea), de la devaluación de la moneda (Alemania y Suiza) y de altas tasas de intereses (Italia y Corea)” .
El gobierno de cada país es, sin duda, un actor importante en la competitividad internacional y su rol, en este sentido, es impulsar una robusta identidad en el escenario global, sostenida a largo plazo, con el objetivo final del crecimiento económico que estimule el crecimiento social y el bienestar de los ciudadanos. Basta con observar cómo el crecimiento económico de India y de China en las últimas décadas ha mejorado la vida de más de mil millones de personas, y este crecimiento vino de la mano de cómo estos países se han vuelto más asertivos en su implantación en el mundo.
El turismo es una variable de medición y se puede observar que entre los mercados de mayor crecimiento de turistas emisivos al mundo se encuentran China e India. Los chinos y los indios comienzan a consumir más y más, dentro y fuera de sus países. Hace 35 años, el papel de China en el mundo era notablemente menor y no tenía poder estratégico fuera de Asia. Los países más poderosos han implementando estrategias con visión a veinte, treinta y cincuenta años.
Me detengo en este concepto –que se repetirá en el desarrollo de este libro–, “estrategia sostenida a largo plazo”. Se presentarán experiencias de diversos países de diferentes continentes, algunas de gran curiosidad. Y se podrá observar cómo los casos de mayor éxito se refieren a los que continúan su plan internacional a lo largo de diferentes ciclos de gobierno.
Cuando una nación comprende la importancia de “continuidad” y “largo plazo”, los planetas se alinean a su favor. En este sentido, Australia es un ejemplo interesante de país que desarrolla una estrategia continua de posicionamiento internacional y crecimiento económico con resultados efectivos y medibles desde hace más de veinte años, a través de diferentes ciclos de gobiernos. Y Australia no solamente se posiciona en los primeros puestos de los rankings por su desarrollo económico, sino que también figura dentro de los países más felices del planeta según el Informe de Felicidad Mundial publicado por Naciones Unidas. Cabe destacar que Australia tiene el mejor desempeño en la temática de compromiso cívico del ranking Better Life Index1 (Índice para una Vida Mejor) de OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).
Australia es uno de los cuatro casos de estudio del capítulo 8, que servirán para enunciar recomendaciones para la Argentina y los países de la región, realizadas desde un pensamiento de ampliación, enriquecimiento y profundidad. Se analizan dos países del hemisferio sur: Australia y Colombia, y dos del hemisferio norte: España y Estados Unidos. (...)
Afortunadamente, el poder de un país en el mundo no depende solamente de sus políticas oficiales, sino también del atractivo de su sociedad. Desarrollar un posicionamiento sólido y sostenible de la Argentina que apoye el crecimiento económico, el desarrollo social y la felicidad requiere de la participación de todos nosotros, los ciudadanos de todo el país. Se trata de iniciar un proceso de cambio de mentalidad hacia el “entendimiento” y la “cooperación”. Como enuncia Facundo Manes, neurocientífico argentino e investigador del Conicet: “El camino es unirnos por un propósito común, por un sueño colectivo que nos lleve al desarrollo”. Una tarea que nos convoca a todos. Avanzar con esta visión, desarrollándonos y creciendo a nivel individual, familiar y como sociedad.
Se trata de potenciar los valores que ya cultivamos a lo largo de nuestras historias y tradiciones. No podemos pedirles a los gobernantes y políticos que prediquen valores sin antes nosotros experimentarlos en valores compartidos como sociedad. Y los valores positivos llevan el mismo tiempo y los mismos esfuerzos que los negativos. ¿Qué sucedería si cada uno de nosotros pensáramos en el “beneficio mutuo” antes que en el egoísmo en nuestras tareas diarias? Incentivar el “intercambio” de ideas, más allá de las diferencias. Practicar “el poder de la escucha”, esperar los resultados y así poder construir más y mejores “relaciones a largo plazo”. Las relaciones se generan en la “confianza”, y para eso ayuda hablar con “veracidad”, que siempre es bienvenida. La “transparencia” también genera confianza y es una tendencia en el mundo. A los argentinos se los reconoce fuera de las fronteras por su capacidad de “innovación”, por su “perseverancia en las metas” y también por la “humanidad”, la calidez y los valores, por lo que cantidad de argentinos son exitosos en países muy competitivos.
Para pensar un país con crecimiento y desarrollo sostenible hay que pensar con “continuidad a largo plazo”, por eso como sociedad debemos unirnos con visión a futuro. Démonos permiso para “pensar en grande”, pero practiquemos la “humildad”. Como lo hizo Juan Manuel Fangio, el piloto argentino con gran reconocimiento internacional, con su ejemplo y sus palabras: “Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor”.
*Autora de Argentina. El mundo es tuyo, editorial Lid (fragmento).