El famoso libro de Gabriel García Márquez iniciaba con la siguiente frase: “El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana…”. Un libro atrapante, con marchas y contramarchas, y explicaciones a montones. Pero no quedaban dudas desde el primer renglón que su destino era morir ese día.
Precios Transparentes es una medida que pudo haber sido escrita por el mismo autor. Desde su anuncio se vio rodeada de dudas, y pareció destinada al fracaso. La eliminación de los programas Ahora 12 y Ahora 18 es un golpe muy duro al bolsillo de los consumidores. Como en el libro, se han dado miles de explicaciones. Se habló de que es una medida que busca transparentar precios y costos, que no debería afectar los precios y, por ende, el consumo, pero nada de eso ocurrió. Incluso el ministro de Producción, Francisco Cabrera, puso el primer clavo del ataúd reconociendo públicamente el fracaso de la medida, mientras esbozaba una forzada explicación respecto de que a la gente le gusta “autoengañarse” creyendo que los planes no tienen interés.
Lo cierto es que el consumo minorista cayó por encima del 4% y las ventas con tarjeta de crédito un 30% en febrero. Los comerciantes están preocupados, la economía no repunta y este tipo de medidas no han hecho más que perjudicar a los sectores bancarizados más pobres, que son aquellos que necesitan comprar en cuotas.
La principal explicación del fracaso de la medida pasa por su falta de fortaleza legislativa. Básicamente, fue lanzada al mercado sin los mecanismos de control necesarios para garantizar su cumplimiento. Pero más allá de este punto, se ha perdido de vista un tema central: no es ilegal aumentar los precios. Muchos comerciantes aprovecharon la medida para rebajar los productos un porcentaje muy bajo, sacándose el costo financiero de encima, lo que llevó a un fuerte encarecimiento de la compra de productos en cuotas (se han registrado costos financieros de hasta 70%).
Dentro de un combo de medidas secundarias, para explicar que la medida no funcionó, podemos incluir una sociedad cuyo ADN incluye la inflexibilidad a la baja de los precios, empresas cuya tasa de ganancia se encuentra al límite (y vieron una oportunidad de reconstruirla parcialmente), y oportunismo de algunos empresarios para generar ganancias extraordinarias.
Finalmente, debe comprenderse que muchas veces el entendimiento de la población es limitado respecto de medidas sofisticadas, y la no comprensión genera renuencia. Los planes Ahora 12 y Ahora 18 eras sencillos de entender y generaban predictibilidad en el pago futuro. Por ello, con costo financiero incluido (o no), se convirtieron en un éxito.
Santiago Nasar, luego de una fuerte agonía, finalmente muere. Precios Transparentes ¿correrá la misma suerte?
*Economista.