Al principio, la elección parecía cantada. La única duda para el candidato presidencial oficialista de Colombia, Juan Manuel Santos, era si ganaba en primera o en segunda vuelta. Pero a diez días de la votación, un “tsunami de votos verdes” elevó la intención de voto del entonces casi desconocido Antanas Mockus del Partido Verde en un 18 por ciento, y ambos llegaron a la elección en un virtual empate. Hasta horas antes de comenzar la elección, el domingo pasado, al menos seis encuestadoras declaraban un “final imprevisible” en el duelo Santos-Mockus. Analistas políticos incluso hablaban ya de una derrota del oficialismo. Pero la realidad fue muy diferente.
Santos ganó la primera vuelta con el 46,5 por ciento de los votos, y muy lejos quedó Mockus, con 21,4 por ciento. Y entonces, todos pusieron el ojo en las encuestas y en su credibilidad. ¿Cómo se explica que Santos haya ganado por 25 puntos, cuando momentos antes se proyectaba un “empate técnico? ¿Hay una explicación en el electorado o es un error de las encuestas?
En vivo, por radio y televisión, la justificación de varios encuestadores a su equívoco de hasta treinta puntos recayó en primera instancia en el sistema de votación colombiano, que no obliga a la gente a acudir a las urnas. Según tres de ellos, consultados por la televisión colombiana mientras se desarrollaban los comicios, “hubo mucho apoyo en Twitter y Facebook, miles de fanáticos de Mockus en las redes sociales, pero pocos en la vida real”. Tampoco se midió bien en las zonas rurales, “simplemente no se los consultó”. ¿Pero qué fue lo que realmente sucedió en Colombia? Mariel Fornoni, de Management & Fit (M&F), explicó a PERFIL que en naciones en los que el voto no es obligatorio, “es muy fuerte” el trabajo de los candidatos “para llegar al abstencionista, quien es quien, en muchos casos, el que define la elección”, aunque también en las mediciones “se estima la cantidad de gente que tiene decidido no votar”. La empresa, con la experiencia de haber realizado encuestas durante las últimas dos elecciones en España, en donde el voto no es obligatorio, explicó que al igual que en Colombia, muchos de los “abstencionistas” son jóvenes y sólo se movilizan a votar “si el candidato les inspira realmente algo” o “frente a sucesos tan fuertes como fue el 11M que terminó definiendo la elección.
Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, argumentó que el voto en Colombia es voluntario “desde hace muchas décadas”, por lo que en consecuencia “lo primero” que debe preguntarse en un sondeo es si se va a ir a votar o no: “Que el voto no sea obligatorio, en mi opinión, no es un argumento que justifique el error… la causa es un grueso error de pronóstico de los sondeos, que partió de haber sobredimensionado la importancia de las llamadas redes sociales”, como Facebook y Twitter.
Con encuestas erróneas, los análisis políticos también lo son. Al menos, eso piensa Jaime Durán Barba, estratega político ecuatoriano que asesora al jefe de PRO, Mauricio Macri, y que en páginas de este diario opinó que el surgimiento de Mockus respondía al “desmoronamiento de los partidos tradicionales” y aseguró que en Colombia daban por descontada la victoria de Mockus, dos veces alcalde de Bogotá y profesor universario.
“Lo que pasó en Colombia es inédito, ha habido errores de diez puntos en otros países, pero nunca tanto; los analistas políticos utilizamos las encuestas como herramienta, y si todas nos dicen que hay empate no podemos ser adivinos y pensar otra cosa”, argumenta Durán Barba a PERFIL.
Futurología local. El factor Colombia parece no haber impactado entre los analistas argentinos, quienes comenzaron en las últimas semanas a hilvanar proyecciones sobre un eventual resultado electoral en 2011, cuando todavía falta más de un año para los comicios. Tal vez, el más arriesgado fue Artemio López, quien desde su popular blog Ramble Tamble anticipó que el kichnerismo estaría cerca de lograr un 40 por ciento de intención de voto. ¿Es viable hacer estas prospectivas con tanto tiempo de anticipación?
Rosendo Fraga responde que “en dieciséis meses muchas cosas pueden cambiar” y que un sondeo es útil como punto de referencia, pero la sociedad “es cambiante, vital y volátil”. Pone como ejemplo las elecciones legislativas del año pasado, cuando “al comenzar junio”, la mayoría de los sondeos daban por ganador a Kirchner en la provincia de Buenos Aires, “y ello después no fue así”.
Coincide la directora ejecutiva de M&F, para quien las mediciones anticipadas son una “foto instantánea de un momento determinado” que sólo permiten analizar ese momento.
Con estas salvedades, Fornoni se atreve a decir que la de hoy es una “sociedad polarizada” en un 60-70 por ciento opositora al Gobierno y “atomizada” entre una gran cantidad de eventuales candidatos y entre un 20 y 30 por ciento a favor del kirchnerismo. “Queda por delante el desafío de la oposición de poder legitimar sus candidatos y las alianzas”, destacó.
La especialista resaltó que más que la intención de voto, es la imagen positiva o negativa de los dirigentes lo “importante” para observar las evoluciones. En ese marco, expresó que en los dos últimos meses el “matrimonio K” ha disminuido su imagen negativa en casi siete puntos, aunque “aún permanecen” encabezando el ranking de imagen negativa de los principales dirigentes.
Rosendo Fraga, cuyo centro de estudios se especializa en la situación de Iberoamérica, citó un sondeo del consocio internacional CIMA presentado con motivo de la cumbre Unión Europea-América latina, realizada en Madrid el mes pasado, que dio “al Gobierno argentino el 29 por ciento de aprobación, el más bajo de América latina con la excepción de Guatemala”. En este sentido, añadió, “Kirchner puede haber mejorado algunos puntos, pero no hay un cambio sustancial; es la primera minoría electoral, pero sigue habiendo aproximadamente dos votos por la oposición –sí bien dividida–, por cada uno de oficialismo”.
Las proyecciones no son muy diferentes de las del director de Consultora Equis. Tal vez, su estilo haya sido el que ofuscó al ex presidente Eduardo Duhalde, quien cuestionó la validez de sus métodos y la difusión de encuestas electorales tan anticipadas. Pero López, en diálogo con PERFIL, aclara: “Sólo dije que (el oficialismo) tiene chances de ganar, nadie puede negar que será un jugador central en las próximas elecciones, pero estos números no tienen valor predictivo, sólo es una foto, un señalamiento”, cuyo mayor valor quizá sea el “periodístico”.