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Panorama // vigencia del hecho ruso

Putin plebiscitó su poder

El presidente Vladimir Putin obtuvo, a través del partido Rusia Unida, el 63,2% del total de votos en los comicios legislativos del domingo; segundo resultó el Partido Comunista (PC), con 11,5% de los sufragios.

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El presidente Vladimir Putin obtuvo, a través del partido Rusia Unida, el 63,2% del total de votos en los comicios legislativos del domingo; segundo resultó el Partido Comunista (PC), con 11,5% de los sufragios.
En consecuencia, Rusia Unida tendría 306 escaños en la Duma del Estado, de un total de 457 bancas. Los comunistas obtendrían 57 puestos.
Sólo otros tres partidos pasaron la valla del 7% para obtener representación parlamentaria: el PC, única oposición; los Liberales Democrático”, aliados a Putin; y Rusia Just”, integrante informal de la coalición oficialista.
Las únicas dos fuerzas políticas prooccidentales y liberales, una de ellas integrada por el ex campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, no alcanzaron el piso de 7% de los sufragios, por lo cual no tendrán representación alguna en el Parlamento.
En varias de las 88 repúblicas y regiones que integran la Federación Rusa, Putin obtuvo entre 80 y 90% de los votos. En Chechenia (Cáucaso ruso), el mandatario logró un improbable 99,2%.
“La elección no fue justa y fracasó en alcanzar los estándares de los comicios democráticos”, afirmaron en un comunicado conjunto la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y el Consejo de la Unión Europea (CE).
Las elecciones presidenciales, a las que Putin no puede presentarse por haber cumplido dos mandatos consecutivos de cuatro años cada uno, según lo que establece la Constitución de 1993, tendrán lugar en marzo de 2008.
En estas elecciones de diciembre, Putin, sin estar afiliado a ningún partido, se coloco primero en la lista de Rusia Unida.
En términos constitucionales, eran comicios meramente legislativos.
Pero el líder del Kremlin los transformó en un plebiscito sobre su poder personal, y se impuso ampliamente.
El consenso entre los observadores internacionales, incluso integrantes de la OSCE y de la CE, es que la popularidad de Putin es amplia y genuina, con niveles de respaldo cercanos a los resultados electorales.
El nivel de consumo individual en Rusia es hoy el más alto de su historia. Sólo en el último año el ingreso per cápita de su población aumentó un 13%.
Rusia es el segundo productor y exportador mundial de petróleo –sólo por atrás de Arabia Saudita– con ventas al exterior que superan los 150 mil millones de dólares por año, prácticamente en su totalidad en petróleo y gas. Las reservas del Banco Central de Moscú ascendieron, en mayo de 2007, a 400 mil millones de dólares; y eran 303 mil millones en enero.
Todo indica que Putin va a designar su sucesor presidencial en marzo de 2008, para continuar, a partir de entonces, en su condición de “líder nacional”, ya sea como primer ministro o presidente de la nueva confederación entre Rusia y Bielorrusia.
Son dos de las tres repúblicas eslavas que integraron la Unión Soviética; sólo queda afuera Ucrania.
Putin ha reconstruido el Estado ruso tras el colapso que provocó la implosión de la Unión Soviética en 1991; con la URSS no sólo cayó un régimen político sino también el Estado ruso centralizado y hegemónico creado por los Romanov en el siglo XVI.
Putin centralizó el poder nuevamente en un doble movimiento: sobre las repúblicas y regiones, en primer lugar; y luego con respecto a las oligarquías empresarias surgidas de la nomenklatura soviética y de la caótica privatización de la época de Yeltsin.
La idea política de Putin es que el carácter nacional ruso y su cultura política requieren centralización, personificación e idealización (legitimación) del poder. Es una concepción que afirma que un líder sabio y poderoso es más importante que las instituciones, o mejor, que él es la más importante de las instituciones políticas que Rusia necesita.
Lo que afirma Putin es el “hecho ruso”, que Raymond Aron caracterizó como el núcleo duro del bolcheviquismo (Lenin-Stalin).
Por eso, el régimen de Putin no está evolucionando hacia la democracia occidental o es una forma de democracia con ciertas imperfecciones; es “otra cosa”, probablemente estable y de largo plazo.
El régimen de Putin no es reaccionario; no es una vuelta al pasado, ni un intento de restaurar la Unión Soviética. Eso se lo deja a los nostálgicos del Partido Comunista.
Al contrario, Putin aspira a convertir a Rusia en una gran potencia con alcance global, y en una de las protagonistas principales del proceso de globalización, como ya lo es en materia energética. En 2008, Rusia ingresará en la Organización Mundial de Comercio (OMC), con el auspicio de Estados Unidos.
La condición de capacidad energética ha vuelto a convertir a Rusia en una gran potencia, después de dos décadas de desintegración, marginación y aislamiento. Al igual que los otros grandes productores y exportadores de petróleo (Arabia Saudita, Irán, Venezuela) Rusia mudó su estatus geopolítico en el tablero mundial en los últimos cinco años.
De acuerdo a su peculiar cultura cívica, el pueblo ruso espera que en 2008 Putin designe a su sucesor.
Luego, ejercerá el poder, como lo hace desde 2000, en Rusia, Biolorrusia y quizás más allá, en el antiguo espacio “cercano” de la extinta Unión Soviética.