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Quimera peronista

Cotidianamente utilizamos el término quimera para señalar una utopía, algo fantasioso e inalcanzable, un sueño. Pero la palabra tiene un origen mitológico: quimera era un animal que combinaba al león, la serpiente y el águila (algunos relatos sustituyen una parte por dragón y cabra). Los mejores atributos de cada uno de estos tres emblemáticos animales hacían que la quimera alcanzara un poder que la hacía casi indestructible. Pero, según la fábula, finalmente murió por una lluvia de flechas con plomo en la punta disparadas por Belerofonte, quien montaba un caballo alado.

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Ensalada de ideologias. Carlos Reutemann se definió como partidario de una centroizquierda moderada. Es una de las cabezas emergentes del poskirchnerismo.

Cotidianamente utilizamos el término quimera para señalar una utopía, algo fantasioso e inalcanzable, un sueño. Pero la palabra tiene un origen mitológico: quimera era un animal que combinaba al león, la serpiente y el águila (algunos relatos sustituyen una parte por dragón y cabra). Los mejores atributos de cada uno de estos tres emblemáticos animales hacían que la quimera alcanzara un poder que la hacía casi indestructible. Pero, según la fábula, finalmente murió por una lluvia de flechas con plomo en la punta disparadas por Belerofonte, quien montaba un caballo alado.
Cuando popularmente usamos hoy en día la palabra quimera, nos referimos a lo que sólo existe en nuestra imaginación, ideas fabulosas o ilusiones, pero para la ciencia un organismo o tejido se denomina como quimérico cuando fue creado a partir de dos o más fuentes genéticas diferentes.
El peronismo es también científica y mitológicamente una quimera. Como –si hiciera falta– lo volvieron a demostrar las declaraciones de Reutemann a lo largo de esta semana buscando tomar cierta distancia del PRO-peronismo. Primero dijo: “Soy mucho más de izquierda de lo que muchos bobos piensan. Que no se confundan conmigo: estoy más del lado de la centroizquierda que de la centroderecha o de la oligarquía terrateniente y de todas esas pavadas que me quieren inventar”.
Cuando acertadamente un periodista le dice: “Bueno, el gobierno de Cristina Kirchner también dice que es de izquierda”, Reutemann responde: “Sí, pero hay izquierdas e izquierdas. Yo soy una izquierda más moderada”.
Siguiendo con esa forma de razonar, Scioli –que está más cerca de Kirchner que Reutemann– estaría entonces aún más a la izquierda moderada del ex gobernador de Santa Fe, o sea: una forma de izquierda más extrema.
No contento con esa ensalada ¿ideológica?, el ex piloto de Fórmula 1 le concedió un reportaje al diario Página/12 este jueves, donde agregó: “De la oligarquía no soy, terrateniente tampoco. Ahora, si usted me pregunta si estoy más cerca de Lula o de Berlusconi, le digo que estoy más cerca de Lula. Averigüe adónde está Lula y cómo se manejó en su administración, que Obama lo llenó de elogios el otro día. Si usted me dice es de izquierda-izquierda donde está Lula; si usted me dice que es de izquierda virando un poquito más al centro, y ahí estamos...”.
La fortaleza del peronismo ha residido en ser un organismo creado a partir de varias fuentes genéticas que alternan el peso de su incidencia de acuerdo con las necesidades de supervivencia del organismo como un todo. Mitológicamente hablando, cuando conviene surge más el león, cuando no la serpiente o el águila, pero en ninguno de los casos será débil.
Reutemann remató: “Cuando me comienzan a hablar de la conferencia de prensa, ahí dije que quedé medio sorprendido porque yo terminaba siendo candidato del PRO en la alianza de la derecha (sic), atrás de Macri y Solá, no entendía nada porque no era lo que se había conversado ni mucho menos...”.
Me gustaría creer que Reutemann “hizo el primer chiste de su vida política”, como interpretó su adversario en Santa Fe, el socialista Rubén Giustiniani. Pero creo que lo dijo en serio y que en 2011 el peronismo será leon, águila o serpiente, según se quiera ver (aquí sólo en orden alfabético): Macri, Reutemann o Scioli, dependiendo de lo que le convenga al organismo en forma como un todo. Y salvo que Cobos y Carrió encuentren un caballo alado al que montarse para hacer de Belerofonte, continuaría la quimera peronista.
Eso sí, nunca de derecha, aunque sea con Aldo Rico, Barrionuevo o Saadi.

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