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acerca de lavagna

Radical cepaliano

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Días atrás, Carlos Rodríguez, ex viceministro menemista, publicó un tuit que decía “Lavagna es un Radical Cepaliano Desarrollista que atrasa 70 años. Bien AF por aislarlo. Se irá con sus amigos Radicales de Cambiemos”. Parece raro que un liberal ortodoxo felicite a Alberto Fernández. Sin embargo, no lo es tanto si reparamos en que Fernández fue funcionario del gobierno que integró Rodríguez y en el año 2000 candidato a legislador de la Ciudad en la boleta que Domingo Cavallo era candidato a jefe de Gobierno. También figuraban en ella hombres y mujeres, hoy del PRO. Existe un hilo conductor.

Al leer esto recordé que en 2015 –cuando Macri no era Presidente ni Lavagna candidato– Sebastián Ruiz, profesor de la Universidad del Nordeste y desarrollista, publicó un ensayo donde lúcidamente anticipaba las acciones y resultados del gobierno macrista, titulado Neoliberales y Populistas. Las dos caras del Subdesarrollo.

Son palabras que llevan el sello indeleble de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio (abuelo), quienes solían decir que llegadas determinadas circunstancias, en especial críticas, neoliberales y populistas eran “las dos caras de la misma moneda.”

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Siguiendo sus pasos, Ruiz sostiene que los proyectos neoliberales, entre los que incluía ya al candidato Macri, no podían cumplir con sus predicadas metas de frenar la inflación bajando el gasto público y lograr así el mentado “equilibrio fiscal”, porque los planes recesivos que aplicaban requerían igual o mayor gasto público para no tener que enfrentar una crisis social gigantesca.

En el camino, estos “neoliberales” no dudaban en implementar mecanismos crudamente intervencionistas como la fijación de un precio al dólar por ley, y para siempre, como en el caso del ex jefe de Fernández y Rodríguez en los 90.

O el atraso cambiario con que, por diversos medios, también intervencionistas y sin excluir al endeudamiento entre ellos, el macrismo ha asfixiado a la actividad productiva y al trabajo nacional.

La tesis, que de algún modo actualiza Ruiz, se cierra cuando demuestra que los populistas, suelen ser liberales en el sentido de que, careciendo de un plan de desarrollo económico, al dejar las prioridades de inversión mayormente libradas a los elecciones de los mercados fogoneando consumo y gasto público, terminan por aplicar recetas ortodoxas, como altas tasas de interés y astringencia monetaria, para mantener a raya la inflación que, por otras vías generan.

Las polémicas de Kicillof con Vanoli y Fabrega son ilustrativas respecto de esta cuestión durante la última parte del kirchnerismo. Así ambas políticas se turnan para perpetuar el subdesarrollo.

Mientras fue ministro, Roberto Lavagna, mantuvo superávits gemelos, acordó con los acreedores y no avanzó en políticas hostiles hacia la inversión, mientras que cuando tuvo que poner límites al ingreso de capitales golondrina para proteger la producción, lo hizo sin dudar, a diferencia clara con el gobierno de Macri. Todo con rápido crecimiento del PBI y el empleo. Tenía otras ideas “desarrollistas”, con las que no pudo avanzar como la desgravación de reinversión de utilidades. Y, como también rescata Ruiz en su trabajo, su trabajo terminó cuando la vía elegida por el gobierno de entonces se encarriló definitivamente hacia el populismo.  

Habida cuenta del parentesco de fondo y el fracaso de los últimos experimentos de ambos signos, obviando ciertas diferencias, podría conjeturarse que tal vez, el resultado fue por falta de alguna dosis de “desarrollismo, cepaliano de los 70” más que por exceso de él.

*Director del Centro de Estudios para el Desarrollo. Miembro del Club Político Argentino.