DEBATE. El jueves, el interventor del Comfer, Gabriel Mariotto, responde las preguntas de las comisiones del Senado. Muchas ideas, pocas cuentas. |
Qué ganas de escribir sobre otro tema. Un mes de Clarín empalaga al más interesado. Pero el Congreso y la política están monomaníacos, como el matrimonio Kirchner. ¿Cómo podríamos los periodistas ser la excepción? Nos toca vivir una transformación que no se da en todas las generaciones: el último big bang mediático fue en 1951, cuando Perón estatizó el diario La Prensa y entonces nació Clarín.
Recibo gente que conduce o ha conducido medios de comunicación o productores de televisión exitosos que me dicen “odio a Clarín”. ¡Qué locura! Casi nadie leyó en detalle la ley pero todos tienen una opinión clara a favor o en contra. Me cuentan que Héctor Ricardo García estaba contento con la nueva Ley de Medios porque castigaba a Clarín. Pero luego descubrió que también Crónica TV era afectada, porque limitaba su difusión en el interior del país, donde se encuentra gran parte de su audiencia. Pierri y Hadad, dueños de los otros canales de noticias, el 26 y C5N, respectivamente, viven emociones parecidas. Daniel Vila (América 24) odiaba a Clarín pero la nueva Ley de Medios lo hizo amucharse codo a codo con ese grupo. En Telefe están perplejos: “Tranquilos, con ustedes no es”, dicen que les dice el Gobierno. Pero si la ley se aprueba, Telefónica se quedarán sin su canal por falta de un tratado de reciprocidad con España.
Entre los periodistas la montaña rusa de las pasiones no es menor. Víctor Hugo Morales (ver reportaje en página 36) es el caso más emblemático, pero la ley viene creando heridas entre muchos de nosotros que será difícil cicatrizar.
Y todo lo que falta por venir. Aun sin Ley de Medios, cuando los Kirchner dejen el poder y la publicidad oficial vuelva a ser la de siempre (la de Alfonsín, la de Menem o la de De la Rúa), diez veces menor que la de Kirchner, gran parte de los medios que viven de esa publicidad se desintegrarán. Pero no sólo ellos: muchos medios profesionales y serios que se acostumbraron a paliar la reducción de la publicidad privada –que se produjo desde la devaluación– con publicidad oficial, pasarán muchas zozobras sin ella en 2011. Y si les cuesta sobrevivir a los medios existentes con la magra publicidad actual, ¿cómo lo lograrán todos los nuevos medios que surgirán del 33% gubernamental y 33% público del espectro audiovisual que les asigna la nueva ley?
De seguir todo adelante, vamos a un cambio del modelo de financiamiento de parte de los medios de comunicación. De medios privados autosustentados por la publicidad, se pasará a medios mantenidos por el dinero público, porque el dinero de los organismos de derechos humanos, pueblos originarios o sindicatos, finalmente, proviene de subsidios, directos o indirectos, del Estado. La federalización de la comunicación también tiene sus paradojas: los canales y radios provinciales que requerirán financiamiento desde la política para solventarse terminarán en manos de los señores feudales de la política del interior.
Resulta patético ver defender la libertad de prensa a Rodríguez Saá, dueño del único diario de San Luis que vive de la publicidad oficial que decide él mismo. ¿Hubiera sido posible indignar a la sociedad local en casos como el de María Soledad, o el de Varizat pisando gente con su 4x4, o el asesinato del maestro Fuentealba, si en Catamarca, Santa Cruz y Neuquén el canal de noticias local hubiese estado manejado por Saadi, Kirchner o Sobisch y no llegaran los canales de noticias nacionales?
El modelo de más medios gubernamentales y públicos generará más, no menos, empleo. Pero serán empleos con salarios menores. Periodistas que se transformarán en empleados públicos o militantes. La calidad también será menor, porque el periodismo de calidad es muy caro. Un ejemplo del viernes: cuando la policía comenzó a desalojar la puerta de Kraft con la montada, Crónica TV no pudo transmitir en directo porque al mediodía había retirado el móvil de la puerta de la fábrica para desplazarlo a otros de los muchos sucesos que ocurrían en la ciudad. La propia TN repite notas producidas por los noticieros de El Trece.
Las inversiones en equipamiento técnico serán otra dificultad que deberán enfrentar los nuevos medios. Y los existentes, las del reequipamiento y la costosa adaptación a las normas digitales. Los propios canales de aire enfrentan un 2010 difícil, porque los costos vuelven a subir por la inflación (¿15%?) y la publicidad comercial es menor en 2009 que en 2008.
Hay una rapsodia de emociones y poca economía.