Si Jesús resucitó o no es el tema central que divide a los creyentes de los no creyentes. Es decir, si Jesús resucitó de entre los muertos el Jesús político y mortal se convierte en alguien sobrenatural ya que se sabe que, hasta ahora, nunca nadie logró volver de la muerte. La sola idea da terror: recuerdo el título de una serie de Narciso Ibáñez Menta El hombre que volvió de la muerte. Una vez, de chico, la vi y no pude dormir por varias noches. Ahora voy a escribir un spoiler así que los que no quieran enterarse no sigan leyendo: somos mortales, vamos a morir cada uno a su manera cuando llegue la hora y no creo que podamos gozar de la vida eterna. La vida eterna, en realidad, no sirve para nada. Todo se da acá abajo, en la tierra y me gusta pensar la resurrección en terminos simbólicos. Es decir que alguien resucita cuando, en medio de su vida cotidiana, tiene un crecimiento espiritual, una conversión, y sale de la vida chirle y dormida a una vida intensa puesta siempre en estado de pregunta y de servicio por los demás. Sin embargo, hay una resurrección que se da en una película, llamada Ordet, de Carl Theodor Dreyer y en ella es difícil no creer. La película es en blanco y negro, sucede en un pueblo danés y el argumento dice que un hombre joven, que enloqueció por leer a Kierkegaard, se cree Jesús y sobre el final del film resucita a su cuñada. Es una escena impactante porque es verdad. La mujer resucita ante la mirada de sus seres queridos y ante los espectadores que vemos el film. Creo en la potencia de cierto cine más que en la fábula de Jesús.