El escritor portugués y premio Nobel José Saramago murió ayer a los 87 años en su casa de la localidad de Tías, en la isla española de Lanzarote, donde residía, tras una larga enfermedad, a pesar de la cual se mantuvo activo casi hasta el final de su vida.
“Hoy viernes 18 de Junio, José Saramago ha fallecido a las 12.30 horas en su domicilio de Lanzarote, a los 87 años de edad, a consecuencia de una falla multiorgánica después de una larga enfermedad”, indicó la Fundación Saramago en un comunicado en su página web. “El escritor murió acompañado de su familia, despidiéndose de una forma serena y plácida”, añadió.
La capilla ardiente se instaló en la biblioteca de Tías, a partir de las 17.00 locales y el sábado un avión militar portugués trasladará su cuerpo a Lisboa, donde se abrirá una capilla ardiente en el Ayuntamiento de la capital portuguesa y a continuación se incinerarán sus restos, precisaron a la agencia de noticias AFP fuentes cercanas a la familia.
Esos informantes añadieron que una parte de sus cenizas se depositarán en su ciudad natal, Azinhaga, mientras que otra parte se enterrará junto a un olivo en Lanzarote.
Fue un amigo de la Argentina, país en el que estuvo varias veces. Saramago admiraba la literatura argentina, a la que calificó como “plural y de una vocación universal”. Leí en forma asidua a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ernesto Sábato.
El Nobel de Literatura 1998 había sufrido una grave neumonía a finales de 2007 e inicios de 2008. En los últimos años fue hospitalizado en varias ocasiones, sobre todo, debido a problemas respiratorios.
El autor de El Evangelio según Jesucristo y Ensayo sobre la ceguera vivía en la isla de Lanzarote, en el archipiélago español de Canarias, con su esposa y traductora, la española Pilar del Río, desde 1993, tras publicar El Evangelio según Jesucristo, que causó polémica entre los fieles católicos.
A pesar de su delicada salud en los últimos años, este hombre sencillo, afable, de fino sentido del humor y muy enamorado de su esposa, a quien elogiaba a menudo en sus intervenciones, no dejó la escritura ni abandonó su activismo en los últimos meses.
Siempre sin pelos en la lengua, en este tiempo apoyó numerosas causas en favor de los más débiles y de la dignidad y los derechos humanos, actividades que marcaron su vida y a veces demoledora obra, desde su afiliación al Partido Comunista desde joven. Tras recuperarse de la neumonía, a inicios de 2008, el poeta, dramaturgo y ensayista escribió dos novelas: El viaje del elefante y Caín, que publicó en noviembre, y en los últimos meses estaba preparando un libro sobre la industria del armamento.
En abril de 2008, inició el blog El Cuaderno de Saramago, que alimentó durante un año, hasta que al concluir Caín anunció su fin para poder dedicarse a tiempo completo a su decimoséptimo libro.
“Comencé otro libro y quiero dedicarle todo mi tiempo. Ya se verá por qué, si todo va bien”, explicó en la última entrada de su blog. El mismo anunció que su nuevo escrito versaba sobre la industria de las armas.
Mientras preparaba este libro, recibió en septiembre en su casa de Lanzarote, la visita del escritor peruano Mario Vargas Llosa, y su esposa, Patricia, y en diciembre visitó a la activista Aminatu Haidar, que durante un mes cumplió una huelga de hambre en el aeropuerto de la isla para protestar por su expulsión del Sahara Occidental por parte de Marruecos.
Saramago apoyó la causa de Haidar y en mayo hizo lo mismo con el magistrado español Baltasar Garzón, suspendido temporalmente para ser juzgado por haber iniciado una investigación sobre los desaparecidos de la Guerra Civil.
En junio, publicó su último ensayo, Democracia y universidad, en el que afirma que “no se trata sólo de instruir, sino de educar” y “repercutir en la sociedad. Aprendizaje de la ciudadanía, eso es lo que creo sinceramente que falta. Porque la democracia está enferma, gravemente enferma”.
Premio Luís de Camoes (el Cervantes portugués) en 1995, sus declaraciones a veces causaban polémica, como su apoyo a la anexión entre España y Portugal para formar Iberia, mientras que sobre América latina denunció a menudo los atropellos a los derechos humanos en países como Cuba o Colombia y en España apoyó al actual mandatario, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente de gobierno español envió ayer un telegrama expresando las condolencias “de todos los españoles” a la viuda de José Saramago, en el que manifestó su “profundo sentimiento de condolencia” por la muerte se su marido, “escritor de lengua y alma hermanas, cuya palabra le ha convertido muy a menudo en la voz de los más débiles”.
Saramago había nacido en Azinhaga, en 1922, en una familia trabajadora. Antes de dedicarse a la literatura, trabajó en varios oficios, entre los que él recordaba, cerrajero, mecánico y editor. En 1947, publicó Tierra de pecado, su primera novela, recientemente reeditada en Portugal, al cumplirse medio siglo de su publicación. Recibió por ella críticas positivas, aunque permaneció más de dos décadas sin publicar. “Quizá no tenía nada que decir”, se justificó en varias entrevistas. A finales de los sesenta, regresó con dos libros de poemas, y en 1977 y 1980 sorprendió por su originalidad con Manual de pintura y caligrafía y Alzado del suelo, respectivamente.
Su reconocimiento internacional llegaría a partir de 1982, cuando apareció su legendaria novela Memorial del convento, a la que siguió El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de piedra (1986), Historia del cerco de Lisboa (1989) y El evangelio según Jesucristo (1991).
* Desde Madrid (AFP).